Capítulo 20

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-Un poco más arriba.

Los días habían pasado tranquilamente para las habitantes del castillo y para Elizabeth quien se estaba recuperando casi por completo de su herida. Apenas se notaba y Alcina había retirado los puntos el día anterior, aunque había que decir que la rubia no era una buena enferma.

La primera pauta que la dio fue la de reposo absoluto para la pierna y allí estaba, disfrutando la noche con practicas de arquería con Cassandra. La verdad es que la azabache era bastante terca pero aprendía a su ritmo.

-¿Aquí esta bien?

-No preguntes y dispara, solo así lo sabrás. Yo no estaré allí cuando vayas a usar el arco.-respondió y esperó a que la joven soltara la cuerda.

-¡Joder!-se quejó al haber dado por fuera de la diana.

-Al menos esta vez no ha acabado en la otra punta del jardín.-rió la rubia-. Date tiempo, uno no aprende de la noche a la mañana.

-¿Cuánto te costó a ti?

-Pues...-se quedó pensando la pregunta-. Unos quince años quizás.

-¡¿Quince?! ¡¿Tanto?!

-Te dije que tienes que ser paciente Cass, si quieres manejar el arco y las flechas como yo no te queda de otra.-negó cruzándose de brazos.

-¡No es justo!-volvió a quejarse y se tiró al césped agotada. Entonces se dio cuenta de la figura detrás de ellas-. Eli.-llamó-. ¿Madre te dijo algo sobre la herida?

-Es raro que tú preguntes eso, pero si.-ladeó la cabeza mirándola-. “No te muevas mucho, manten la pierna en alto y no salgas del castillo hasta recuperarte del todo.”-la imitó divertida para temor de la contraria-. Pero esto no es para tanto, ya lo dije.-entonces sintió un golpe cerca de la herida haciendo que se agachara y mirara para atrás-. Oh oh.....

-“Oh oh” desde luego.-Alcina la miró con reproche-. Si tan bien te sabías mis palabras podrías haberlas cumplido ¿No crees?

-Culpa mía.-soltó simplemente haciendo señas a la vampiresa para que se fuera-. Venga estoy bien siempre y cuando no me des ahí. No hay de que preocuparse ni enfadarse Alci.

-No tienes remedio.-bufo tomando su mano.

-¡Espera! Estábamos...

-Ya habéis terminado, ahora vuelve adentro.-tiró de ella sin esperar respuesta y la guió hasta su alcoba-. Dejame ver.

Elizabeth levantó su pantalón dejándole ver la herida. Había mejorado bastante gracias a sus cuidados pero Lady Dimitrescu no podía evitar estar pendiente de ella todo el tiempo.

-Se esta recuperando bien.-se levantó y tomó un frasco que tenía reservado-. Y esto es para el dolor.-lo destapó y se lo tendió a ella.

-No te ofendas pero...-nada más el olor asqueroso de lo que fuera eso llegó a su nariz no pudo evitar negar-. No siento dolor ni naAAHH.-tapó su boca al sentir un pinchazo-. ¡Eso no vale me clavaste tu garra!

-Solo tomala, eres peor que las niñas Elizabeth.-la vio negar otra vez-. Por las buenas o por las malas.

-Elijo la tercera opcion.-saltó rápidamente de la cama y salió corriendo de la habitación.

-No me lo puedo creer ¡Elizabeth!-corrió detrás de ella.

Pasaron los minutos y la joven se había escondido debajo de la cama de su antiguo cuarto con esperanzas de librarse de eso. Justo vio los tacones de Alcina y como buscaba por allí.

-¿Donde se...?-calló por un momento y cerró la ventana y la puerta.

¿Qué hace?

Entonces la cama se elevó revelando su escondite.

-Te pille.-sonrió con una mano en su cintura mientras la otra sujetaba la cama. La rubia abrió la boca para contestar pero sabía que estaba jodida-. Sal de ahí.-mando esperándola y tuvo que obedecer-. Bebe.

Eli observó el frasco con mala cara para volver a mirarla a ella quien no se movía de su sitio.

-Esta bien.-suspiró y lo bebió deseando que su sabor no fuera horrible y justo fue todo lo contrario, era muy dulce. Sus ojos se iluminaron y siguió bebiendo causándole ternura a la mayor.

Tan seria para unas cosas y tan niña para otras.

-¿Tan malo era?-negó varias veces.

-Estaba bueno pero no preguntaré que lleva.-agarró su mano tirando de ella y la robo un beso-. Te lo debía Alci.

La parejita estaba desarrollándose poco a poco hasta el punto de que no era Alcina la única que podía fastidiar a la otra. Ahora eran las dos las que podían jugar a eso y estar mimandose todo el santo día. Incluso la humana se quedaba las noches enteras despierta junto a ella para pasar el tiempo juntas.

Tanto Lady Dimitrescu como las niñas se dieron cuenta del pequeño detalle pero eso no era bueno para la salud de la joven pues no dormía nada y las ojeras empezaban a notarse bajo sus ojos.

En ese momento ambas estaban acostadas en el sofá disfrutando de sus respectivos libros hasta que un minúsculo bostezo interrumpió la paz.

-¿Estas cansada?-Alcina posó su mano en la cabeza de ella dándola caricias.

-No es nada, tranquila.-frotó sus ojos y volvió a intentar concentrarse en su libro.

-Deberías dormir, es muy tarde para ti.

-No lo creo, además dormir esta sobrevalorado.-rió mirándola y jugando con su mano. La adoraba cada vez más por cada día que pasaban juntas y eso podía notarse en el pequeño brillo de sus ojos.

-Puede que lo este, pero tu necesitas dormir.-conocía su terquedad demasiado bien y no quería discutir asi que optó por el método de las caricias hasta que la vio cerrar los ojos y respirar despacio-. Ya estas.-la cargó en sus brazos con cuidado y la llevó a su cuarto dejándola en la cama. Mientras la contemplaba llamaron a la puerta-. Pasa.

-Hola madre, quería pedirte ayuda con... Vaya.-Daniela sonrió al ver a la rubia dormir-. ¿Cómo la convenciste?

-No lo hice.-se levantó no sin antes apartar algunos cabellos del rostro de la menor-. ¿Qué necesitabas?

-Oh si, era con las reservas del vino, llegaron las listas y necesitaba tu ayuda.-caminó hasta la cama sin quitar su sonrisa-. Se ve feliz.-susurró llamando la atención de su madre.

-¿Por qué lo dices?

-Lleva muchos años esperando esto.-contestó-. Aunque tú eso ya lo sabías ¿Verdad?-Alcina simplemente asintió-. Madre ¿Puedo saber por qué ahora? Si lo sabías antes ¿Qué ha cambiado?

¿Qué ha cambiado?

La mujer de gran estatura se mantuvo callada reflexionando la pregunta de su hija.

-Creo que....-dirigió su vista a la bella durmiente que allí yacia-. Después de estar tanto tiempo con ella he empezado a valorar más su compañía.

-Lo hacías desde antes.

-Si pero.... Ahora es distinto. Ella.... Ella ha cambiado muchas cosas.-pensó en aquel día.

Estoy aquí para lo que necesites.

Aquellas palabras que una sirvienta la había dicho tomando su mano con delicadeza cuando no había nada más allá de ser su ama. Aquellas palabras que de alguna manera la abrieron una puerta directa a su interior y que sin darse cuenta habían entrado en lo más profundo de su ser.

-Madre.-Daniela se sentó junto a ella mirándola-. ¿La amas de verdad?

Amar....

Volvió a pensar en su sonrisa, en sus nobles gestos hacia ella desde que la pequeña había llegado.

Si... La amo.

-Podría decirse que se ha ganado un hueco aquí.-señaló su pecho incapaz de soltar aquellas palabras por orgullo pero Dani la había entendido a la perfección. Y no había sido la única pues la rubia se había quedado despierta en toda la conversación y sonrió sintiendo calidez en su interior.

Yo también te amo Alci.

Pero ella si sería capaz de decírselo mil y una veces.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora