Capítulo 46

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Las cosas habían ido bien para las habitantes del castillo, salvo por el pequeño detalle de que Elizabeth evitaba tratar cierto tema con toda su alma. Tanto ella como Lady Dimitrescu estaban cumpliendo sus promesas y por tanto Alcina no podía pelearse con Miranda, no hasta hablarlo con Elizabeth. Era precisamente por eso que la menor se escapaba a la mínima que surgía a la luz algo sobre ello. Pero Alcina tenía poca paciencia y no iba a seguir permitiendolo.

El último intento no había ido demasiado bien. Ambas estaban paseando por los largos pasillos del castillo tomadas de la mano y hablaban de cosas triviales. Hasta que la vampira quiso hablarlo.

-Eli, quiero hablarte de algo.

-No otra vez.-susurró la menor para si aunque fue escuchada.

-Si, otra vez. Elizabeth no es algo que quiero dejar pasar por más tiempo. Sabes lo poco que me gusta pensar en que han podido matarte y han intentado raptarte dos veces.

-Lo se, pero ya es pasado. Ahora no hay problema, no por el momento.

-¡Exacto! ¡Por el momento! Sabes que estoy dispuesta a enfrentarme a ella por lo que ha tratado de hacer y...

El cuerpo de la menor se tensó en el acto y apretó la mano de Alcina llamando su atención.

-No vas a pelear con alguien más fuerte que tú, ya lo hemos hablado.

-¡No, no lo hemos hablado! Es precisamente por eso que estamos así ahora. Quiero tratar este tema contigo.- quería convencerla de alguna manera, pero la rubia era más escurridiza de lo que pensaba. Elizabeth tiró de ella para que se agachara a su altura y la beso mordiendo levemente su labio callándola.

No puedo dejarme llevar... No puedo...

Elizabeth conocía bien sus puntos débiles. Posó una de sus manos en su cabello acariciándola mientras su otra mano iba hacia el punto en sus caderas que descubrió al masajearla.

¡Esta vez no voy a picar! Esta vez no....

Lo estaba perdiendo, se estaba dejando ganar sin darse cuenta. La menor trasmitía tanta paz que la irradiaba a su alrededor consiguiendo que Alcina perdiera el rumbo de la conversación y todas sus intenciones. Elizabeth continuó por unos minutos hasta sentir esos dulces ojos más tranquilos. Volvió a besarla esta vez sintiendo sus pequeños ronroneos, algo nuevo que ahora la encantaba escuchar y que significaba que había ganado.

En cuanto Alcina menos se lo esperó Elizabeth ya no estaba allí, al contrario se encontraba sola en aquel pasillo dándose cuenta de lo que había pasado.

¡LO HA HECHO OTRA VEZ!

-No voy a conseguir nada de esta manera.-gruñó para si. Ya iban más de siete veces que lo intentaba y acababa de la misma forma. Tenía que pensar un plan.

Y ese plan surgió haciendo que su sonrisa creciera. Solo debía buscar el momento preciso para ponerlo en marcha. Y el momento llegó al día siguiente.

En ese entonces estaban las dos sentadas en una sala leyendo tranquilamente la una sobre la otra. Todo era paz y el silencio era notable. Alcina miró disimuladamente a la menor quien estaba muy concentrada en su libro. Esta era su oportunidad.

Dejó el suyo a un lado y la abrazó ligeramente haciéndola sonreír. Su agarre se fue intensificando poco a poco para que la humana no lo notara ni se diera cuenta de la trampa. La apegó a ella subiéndola hasta su pecho mientras ella la acariciaba.

-¿Alguien esta necesitada?-sonrió la menor marcando la hoja de su libro y dejándolo a un lado mientras miraba a su amada.

-No tienes idea querida.-Alcina entrelazó sus manos con las de ella mientras sus brazos la envolvían. Aún no se había dado cuenta y eso era buena señal.

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