Capítulo 27

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Había pasado bastante tiempo desde la última vez que ambas pudieron verse, seis meses para ser exactos. Alcina no había cumplido con parte de su trato para desgracia de la menor quien solo rogaba verla. Cada día se volvía más difícil de soportar sin su presencia, cada vez trataba de escaparse más. La necesitaba a su lado y no la tenía.

¿Por qué me alejas? ¿Por qué me haces esto?

En ningún momento pudo volver a salir de la enfermería a pesar de que sus heridas ya estaban casi curadas. Las del pecho y el abdomen habían quedado como simples cicatrices al igual que la de su rostro y ya podía mover su mano izquierda casi a la perfección. Lo único que la costaba era caminar, pues había estado en cama por medio año solo levantándose para ir al baño o lavarse.

En ese momento se encontraba en sus pensamientos rememorando los sueños y recuerdos que había tenido sobre esa vampira deseando que se hicieran reales mientras apretaba un aparato con la mano izquierda para ejercitarla.

-Sigue así y recuperaras la sensibilidad de la mano.-animó Donna o al menos lo intentó. Todas se habían dado cuenta del cambio en su forma de ser y en como sus ojos verdes habían perdido el color. Sabían que esto era más duro para ella que para nadie más.

-¡No pongas esa cara!-saltó Angie sobre sus piernas-. ¡Volverás a usar el arco! ¿No es perfecto?-solo recibió un movimiento afirmativo de cabeza mientras miraba a la nada lo cual las hizo suspirar.

-Hoy tienes visita.-paró lo que estaba haciendo para mirarla fijamente-. Lo siento pero es de Heisenberg.-volvió a asentir y siguió con lo suyo.

-¡Aqui llegó el rey del lugar!-pateó las puertas y entró con un ramo de flores algo sucio-. Y esto para la damita herida.-lo posó en su regazo y se sentó a su lado mirando a Donna-. Aire muñecas, dadnos algo de privacidad.-las echó y volvió con ella-. ¿Cómo te encuentras rubita?

-Como siempre.-sonrió como pudo, las visitas de ese bobo conseguían animarla.

-¡Esos ánimos son más falsos que la risa de Angie! Vamos rubita haz un esfuerzo. Te traje hasta flores.-rió un poco-. Eso es, sigue así.

-Es todo un detalle perro.-dejó la herramienta y estrecharon sus manos-. ¿Cómo la ves?

-Fuerte, parece como si nunca le hubiera pasado nada.-la apretó viendo que ella hacía lo mismo-. Pronto saldrás de este lugar tan claustrofóbico.

-Eso espero, sabes lo que odio estar aquí todo el tiempo.-tragó duro girando su cabeza hacia él mientras fumaba-. ¿Sabes algo de ella?

Oh pequeña rubita...

-Me temo que no mucho nenita.-bajó sus gafas viéndola-. Lo siento, sabes que es difícil.

-Solo... ¿Puedes hacerme un favor?-le miró suplicante-. Haz que venga a verme.

-Enana sabes que no...

-Por favor Karl.-volvió a apretar su mano-. Por favor....

Joder Alcina ¿Qué le has hecho a esta niña?

-Esta bien, haré lo que pueda.-Elizabeth se dejó caer sobre la almohada que acomodaba su espalda.

-Gracias.

Heisenberg consiguió animarla e incluso que riera un poco con algunas historias, pero la tristeza que reflejaban  sus ojos era notable.

-¿Qué quieres Heisenberg? No voy a tratar con un niño como...

-Cierra la puta boca y escucha.-se acercó a ella totalmente serio. Alcina comprendió que no iba a ser una típica discusión, no esta vez-. Ya has estado mucho tiempo haciendo el gilipollas. Tienes que ir a verla.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora