Capítulo 22

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Un pequeño gruñido fue lo que primero que se escuchó esa mañana por parte de la más joven. Alcina sonreía divertida al verla mientras trataba de despertarla sin apenas éxito. Entonces una idea surcó su mente y dejó las caricias para cambiarlas por besos que seguían un recorrido por su espalda desnuda.

-Um.-fue el único sonido que salió de su boca mientras se envolvía más en las sabanas.

-Vamos animalillo, es hora de despertarse.-susurró cerca de ella. Siguió con su trabajo sin dejarla tranquila hasta ver esos hermosos ojos verdes abrirse un poco.

-Cinco minutos más Alci.-murmuró girándose hacia ella.

-No querida, ya es tarde y hay cosas que hacer.-dio un toque en su nariz.

-Nooo...-bufo suavemente para abrir los ojos por completo y mirar a su amada-.....-se mantuvo callada despertandose poco a poco y se sentó despacio mirándola-. Pregunta del siglo ¿Cómo pretendes que camine?

-Oh vamos no fue para tanto.-rió la mayor.

-Diselo a la ex virgen que no se ha tocado en veintiséis años de vida.-comentó sacudiendo la cabeza para levantarse algo dolida-. Me acostumbraré.-bajo su mirada y fue cuando se dio cuenta de que seguía desnuda. No tardó en taparse y esconder su rostro con una de sus manos.

-Tranquila, no hay nada que no haya visto ya.-apartó su mano viendo el delicado pero lindo rubor en sus mejillas-. Demonos un baño y preparemonos. Hoy vas a ayudarme con algunas cosas.

***

El día pasó tranquilo entre ellas que se habían dedicado al trabajo más importante en ese castillo, la creación y conserva de sus vinos. Mientras Alcina se encargaba de los sabores Elizabeth anotaba y rellenaba las hojas de almacenamiento para comprobar que todo estuviera correcto.

-Necesitamos un par de botellas más si quieres tener unos recursos óptimos y asi evitar problemas con un pedido repentino.-dijo terminando de anotar un par de cosas.

-Oído, el vino esta terminando y dará suficiente para tres botellas.-se acercó a ella sigilosamente y la abrazó por detrás agachándose y besando su cuello.

-Es raro.-dijo para si misma dejando las hojas en la única mesa que había-. Ya sé que ahora no es posible pero ¿Por qué no usaste mi sangre para la Sanguis Virginis?

Lady Dimitrescu pensó en su pregunta y se sentó en la silla viéndola apoyada en la mesa.

-Porque nadie iba a probar tu sangre antes que yo.-soltó con una sonrisa coqueta.

-Esa me la esperaba.-rió ligeramente-. Pero sabes a que me refería. Veinte años y apenas probaste mi sangre hace más de un mes.

-No iba a beber de una niña.

-No salgas con esas.-se inclinó hacia ella aprovechando su cercanía-. Sin excusas, se sincera. No he sido niña toda la vida y lo sabes de sobra.

-Esta bien.-suspiró perdiéndose en aquellos adorables ojitos-. Si quise probarla desde antes pero simplemente no podía hacerlo. Ahí tienes tu respuesta.

-No resolvió mucho pero la daré por válida.-tomó su mentón acercándola a ella para besarla-. Terminemos con esto y después podremos descansar. Apuesto a que las niñas querrán estar un rato contigo.

Así fue, acabaron con todo lo que tenían y fueron a la sala principal donde las niñas jugaban entre ellas. Grande fue su emoción al ver a su madre dispuesta a quedarse con ellas aunque fuera un rato. Elizabeth se alegraba por ellas y adoraba la forma en que se lanzaban sobre su madre entre risas, pero ese sentimiento afloró en ella de nuevo.

¿Qué era? ¿Celos? No, no podría sentir celos de algo tan tierno como eso ¿Felicidad? En parte la sentía pero eso no era lo fuerte ¿Entonces que era? ¿Tristeza tal vez?

Tristeza....

Sonrió ligeramente a Alcina dándole a entender que saldría un momento. Caminó por los jardines sin prisa observando la luna que iluminaba su figura.

-¿Qué es esto que siento?-susurró para si.

-Mi pequeña y dulce Elizabeth.

-¿Ah?-una simple imagen se reflejó en sus ojos y una voz suave en sus oídos. No podía ver su rostro ni el lugar pero si lo sentía. Era capaz de sentir presión en su pecho como si supiera quien era. Posó ambas manos a los lados de su cabeza intentando volver a verla, aunque fuera un segundo pero solo consiguió derramar un par de lágrimas-. ¿Qué?.... ¿Por qué?....-negó varias veces con su cabeza sin comprenderlo y se giró dispuesta a volver a dentro hasta que chocó contra algo.

-Eli ¿Qué ocurre?-la vampira se agachó a su altura y la rubia bajó rápidamente la cabeza.

-No es nada.-intentó que su voz no sonase cortada pero no surtió efecto. Alcina no dudo en tomar sus mejillas y verla fijamente. No tardó en ver las lágrimas que descendían por ellas.

-Elizabeth....-limpió los restos de ellas y la acarició esperando a que hablara.

-No se quien era.-trató de agachar de nuevo su cabeza sin poder hacerlo-. No se que....-Alcina asintió entendiendola.

-Creo que va siendo hora de que hable contigo sobre lo que se de tu pasado mi pequeña.-tomó su mano y volvieron a la sala ahora vacía. Ella se sentó colocando a la humana sobre ella-. No sé mucho quien eras antes de venir aquí, pero si puedo decirte lo de aquel día.

Hace veinte años atrás que estaba buscando a alguien digamos especial para trabajar en mi castillo y había oido hablar de alguien a cargo de niños capaces, aunque mayor fue mi sorpresa al saber que solo había una pequeña a su cargo y nada más. Vivían muy ocultos, pero supe encontrar su escondite y le hice una oferta. El día que tú tanto recuerdas fue el mismo en el que aceptó el trato y te trajo aquí a cambio de dinero. Habló maravillas de ti pero nunca contó nada más allá de tu pasado o de quien eras.

Terminó de relatar esa breve historia viendo la reacción de la joven.

-Ese hombre.... ¿Era mi padre?-Alcina se encogió de hombros.

-Lamento decirte que no lo se, lo único que tengo claro es que era quien se hacia cargo de ti, pero no parecía serlo. Erais muy distintos y... No estabas cuidada como debía ser.

Ese imbécil te trajo llena de heridas y con la ropa rasgada. Por poco mueres de hipotermia el primer día.

Gruñó ante ese pensamiento y volvió su vista a ella.

-No recuerdo su rostro pero... Si me vendió y no... No me cuido... Supongo que no importa quien sea.-rascó su nuca-. Antes escuché la voz de una mujer y me sentí mal aunque no la recuerdo. Perdón por el numerito que monte.

-No debes preocuparte de nada Elizabeth.-la pegó a ella acariciándola-. Es posible que fuera tu madre.

-Eso pensé y así lo creo. No tiene sentido ahora pero... Joder, si dolió. Gracias por contármelo.

-Puede que no sepa más allá de cuando nos conocimos pero si puedo contarte todo después de eso ¿Qué te parece?

Elizabeth se apartó un poco de ella y sentó mirando el suelo pensativa.

-Por ahora esta bien así, no quiero remover las cenizas de un pasado incierto. Prefiero vivir mi presente y forjar mi futuro. Puede que otro día.-sonrió como siempre lo hacía y todo rastro de pena había desaparecido de ella-. Y se me olvido devolverte lo de anoche. Te amo Alcina, con todo mi ser.-esta vez fue ella quien se fijo en la cara que ponía.

-Yo aquí animandote y tu sales con eso.-negó sonriente.

No quiero que sufras, no quiero eso para ti. Si es necesario descubriré aquello que pueda atormentarte para que puedas ser feliz a mi lado.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora