Capítulo 96

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-Ethan Winters ha escapado.

La mirada de Lady Dimitrescu cambió de juguetona a seria. Se incorporó apartando su brazo de ella y la miró expectante.

-¿Cómo dices?

-Lo que oíste, el humano no esta por ninguna parte.

-Bueno, no será ningún problema. Alguna de nuestras hijas podrá con él.

No le importará llevarse vidas por delante.

-No, Alcina. Le estas subestimando.-la frenó antes de que dijera algo y continuó-. Incluso ha liberado a los moroaica y se ha enfrentado a ellos. Hay varios cuerpos en los jardines e incluso uno atacó a Judy. Esto es mucho más serio.

-Por favor, draga mea. Estas exagerando la situación. Siempre hemos podido con algo como esto, ese hombre no es nada para las Dimitrescu.-dijo con orgullo acariciando su cabeza como un cachorrillo.

-¡Alcina esto es serio!-levantó un poco la voz intentando que la escuchara, que la hiciera caso aunque fuera por una sola vez.

La vampira se quedó mirándola seriamente. No la había gustado nada su tono de voz hacia ella.

-Puedo comprender tu preocupación pero no te voy a permitir que me hables de esa manera.-gruñó levemente hacia ella-. Solo es un simple humano.

-Eres consciente de lo que un humano puede ser capaz, no deberías subestimarlos y es lo que más haces.-gruñó de la misma manera.

Por suerte su discusión paso a un segundo plano cuando escucharon la voz de una de sus hijas.

-¡Madre! ¡Madre!-llamó con excitación y entre risas. Ambas giraron la cabeza y Alcina sonrió con sorna.

-¿Lo ves? Ya lo han encontrado. Eres tú quien nos subestima, Elizabeth.

¿Cómo te atreves?

Se dirigieron hacia donde estaba Cassandra, la cual jugueteaba con aquel hombre. Alcina extendió sus garras y se lanzó contra él. Ethan disparaba una y otra vez hacia ellas sin resultado y cuando la rubia se acercó para darle el golpe de gracia desapareció sin más por una bomba de humo que las desorientó.

-Mierda...-bufó Elizabeth buscándole con la mirada.

-Cassandra ¡A por él, ahora!-ordenó su madre. Sonrió para si al verla alejarse, pero podía notar el aura de preocupación que emanaba de su pareja.

Estaba molesta por su actitud anterior, pero la había visto al atacar y sabía que no andaba bien.

-Le pillaremos.-trató de animar a través de su mal genio.

-Seguro....

Dialogar.... ¿Valdrá la pena hacer el intento? Puede que si... Pero si hiere a mis hijas lo mataré.

-Iré a los calabozos para asegurarme que no ha escapado nada más. No me quiero arriesgarme a más peligros.-respondió sin más alejándose de ella para caminar al lado contrario.

-Espera.-habló aún viendo como volaba lejos de ella-. ¡Elizabeth!-volvió a llamar sin conseguir nada.

No es para tanto, solo es una pequeña presa en nuestro camino. No debería ponerse de esta manera.

Salió en su busca igual que sus hijas y se dio cuenta de que las sirvientas se habían retirado a sus aposentos por su seguridad, obra de Elizabeth por supuesto. Entonces se dirigió a los jardines dándose cuenta de los cuerpos de los que la había hablado antes y se fijó en las innumerables heridas de bala.

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