Capítulo 106

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Ninguna se esperaba que cuidar de un bebé fuera tan duro o mejor dicho, la única que lo sabía era Lady Dimitrescu. Si, era cierto que había criado tres hijas sin que fueran precisamente pequeñas, pero en sus primeros días de vida se comportaban como puras recién nacidas. Por ello era la que más experiencia tenía a la hora de criar a Donna.

Por su parte, Elizabeth aprendía de ella todo lo que podía y aún así buscaba más conocimientos al respecto. Quería ser una buena madre y ser capaz de cuidar a una criatura así por su cuenta. A las nenas les emocionaba verla con Donna, aunque a veces había algo de envidia. Pero cuando esto pasaba una de las dos madres se quedaba con ellas para demostrarles que todas eran iguales a sus ojos.

Una de las cosas a las que se tuvieron que acostumbrar fue a no dormir apenas nada.

Aquella noche la pequeña las despertó con llantos, aunque los suyos eran un poco más ligeros que los de cualquier otro bebé. Aún así sus oídos agudizados sentían aquel sonido como un taladro.

Alcina frotó sus ojos con pesadez dispuesta a levantarse hasta que una mano se posó en su vientre frenandola.

-Voy yo, intenta dormir un poco.-le susurró su amada al oído antes de darla un corto y rápido beso.

La rubia bostezó y cargó al bebé en sus brazos con cuidado. Sabía que lloraba por hambre, lo había aprendido con el paso de los días. Eso de hacer un biberón cada tres horas era un suplicio a veces.

Hizo ruiditos tranquilos para calmar a la menor mientras bajaba tranquilamente hasta la cocina. Por suerte para ella , Judy ya no la atacaba pues sabía que bajaba con la bebé.

Las luces se encendieron revelando su figura y se tapó los ojos rápido con molestia.

-Dejame adivinar, otro biberón.-dijo Judy en forma de saludo.

-Premio.-bromeó bostezando-. Siento despertarte.

-No lo hiciste, fue el mini megáfono que tienes en tus manos.-sonrió caminando hacia ella-. ¿Puedo?-la rubia asintió dejándole a la nena-. Es una lindura.

-Si que lo es.-empezó a preparar el biberón y lo puso en el calentador para que tuviera buena temperatura-. Judy ¿Te puedo preguntar algo?

-Claro que si.-le puso caritas a la pequeña haciéndola reír-. Aunque ya me hago una idea.

-Me conoces demasiado.-la máquina sonó un par de veces y volvió a ella sacando el biberón-. ¿Me puedes dar algún consejo?-tiró un poco de la leche en su muñeca comprobando si estaba demasiado caliente o no.

-Lo sabía. Mira Donnie, mami tiene tu comida.-la sonrió acercándosela-. Pero no te puedo ayudar mucho. A la única niña que he criado ha sido a ti y cuando yo llegue ya tenías unos siete años.

-Ya pero...

-También eras una niña que iba muy por libre, con las ideas bien puestas. Tampoco hice mucho respecto a eso.

-Pero me cuidaste y me protegiste siempre, mamá.-se quejó mientras alimentaba a la pequeña-. Me aconsejaste mucho y yo...

-¿Crees que tú no vas a ser capaz de hacer lo mismo por tu hija?-la interrumpió dándola un golpe en la cabeza-. Te insultaría y te daría más fuerte, pero hay una menor presente. Vamos Eli, ya has actuado de madre antes. Vas a poder actuar de la misma forma con tu pequeña. Sino me crees puedes preguntarle a las otras tres diablillas.-sonrió reconfortandola.

-Puede que tengas razón. Gracias... Mamá.-susurró lo último aún con un poco de vergüenza. Notó como palmeaban su cabeza y la despeinaban un poco.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora