Capítulo 39

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Angustia, eso era lo que Elizabeth sentía en aquel momento además de miedo. Estaba aferrada a Alcina incapaz de soltarse y sin poder calmarse. La mayor la acariciaba la espalda intentando ayudarla aún sintiéndose culpable de lo ocurrido.

Debí haberme dado cuenta, debí protegerla.

Una vez que Elizabeth consiguió respirar más despacio se soltó y se separó de Alcina para ponerse de pie. Miró al charco de sangre donde antes reposaba el cuerpo de aquella criada. Su mente estaba bloqueada.

-Elizabeth...-Alcina quiso tomar su mano pero la humana se alejó rápidamente, necesitaba salir de allí.

-Necesito tomar aire.-susurró para irse lo antes posible.

Corrió tanto como sus piernas lo permitieron a pesar de las múltiples heridas de su cuerpo. No le importaba nada a su alrededor, solo necesitaba las puertas del patio para poder respirar aire puro. Salió por ellas cerrándolas para evitar que entrara el frío y se sentó en uno de los bancos sin importale la presencia de los moraica.

¿Qué he hecho? ¿Por qué sabía de mi?

“Dejanos en paz M”.

Había sido obra de ella. Todo esto era por culpa de Miranda. Debía haberlo supuesto pero sospechó de quien no debía. Pero ese no era su problema ahora ¿Cómo se lo explicaría a Alcina?

No puedo decirle lo de Miranda. No puede enfrentarse a ella, no así de la nada.

Conocía el poder de ambas pero sabía que el de Miranda era superior a Alcina. Lo que menos quería ahora era una guerra entre ellas, no era adecuado en estos momentos. Y si la provocaba las niñas correrían peligro.

No puedo condernarlas a ese futuro.

Miranda era capaz de cualquier cosa aunque eso incluyera matar a su “hija”. Tenían todas las de perder si decidían enfrentarse ahora a ella.

No.... No puedo.... Tengo que.... Tengo que afrontarlo sola. Por ellas.

Se estaba agobiando cada vez más de tan solo pensarlo. Y no era lo único en su mente.

“¡SOLO UNA PATETICA HUMANA QUE PERDIÓ A SU MADRE!”

Agarró su cabeza entre sus dos manos clavando sus uñas en ella ¿Por qué sabía de su madre? ¿Qué sabía Miranda? Las últimas palabras de esa traidora se repitieron una y otra vez en su cabeza.

¡No es verdad! ¡No es cierto! ¡Callate! ¡CALLATE!

-¡ELIZABETH!-soltó un chillido al sentir un par de manos sobre sus hombros y miró a la responsable.

-Alcina...-se calmó al ver que era ella-. Lo siento yo...

-Sh...-se sentó a su lado abrazándola y pegándola a ella sin importarle que se manchara su vestido-. Estoy aquí ahora, pero me gustaría saber que ha ocurrido antes.

-Ella.... Ella....-negó con la cabeza y tragó duro siendo observada por la matriarca-..... No hace falta decirte que me atacó, no se porque pero...

-Pero hubo algo que te hizo perder el control.-completó Alcina en su lugar-. Vi esa mirada de odio hacia ella, esa ira. Era igual a la que me diste después de dejarte por seis meses.

-Yo.... Siento que hayas tenido que ver eso.-soltó un largo suspiro-. No sabía que estaba haciendo hasta que escuché tu voz.

-¿Qué te hizo para que actuaras así?

-......-se calló pensativa, no iba a decirle lo de Miranda-. Sabía de mi madre.-sentenció dejando boquiabierta a la mayor-. No se como... Ni porque pero... Ella sabía algo.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora