Capítulo 103

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Todos los presentes observaban a su contrincante quien, con los ojos muy abiertos, intentaba confrontar a su atacante. Pero Elizabeth en aquellos momentos parecía un muro inquebrantable.

Su mano se mantuvo elevada deteniendo toda la megamiceta a su alrededor. Sus dedos se tensaron sintiendo una corriente pasar por ellos mientras el poder se movía por su cuerpo. Sus ojos rojizos no se quitaban de los de la diosa, sin miedo alguno.

La megamiceta empezó a retorcerse y a retirarse mediante las órdenes de la menor. Miranda soltó un grito de dolor y tapó su rostro dándose cuenta de como sus manos eran manchadas por una sustancia negra.

-Mi poder....

¡Mi poder me abandona!

Levantó la cabeza para mirar a Elizabeth con odio y gruñó hacia ella.

-¡Esto no ha acabado!-rugió-. ¡La megamiceta me pertenece!-dichas estas palabras empezó a elevarse siendo rodeada por la extensiones de la megamiceta que Elizabeth no podía controlar. Sus risas cubrieron el ambiente junto con el sonido de huesos recolocandose. Fue cuando mostró su forma final ante los presentes.

-¡Alejaos de aquí!-gritó Elizabeth separando a Alcina de ella para que no recibiera uno de los ataques-. ¡Llevaos a la cría!-ordenó alargando sus garras y chocando con las de Miranda.

Pero esta vez no estaba peleando sola.

Lady Dimitrescu empujó a la diosa en cuanto vio que tenía pensado atacar en una de sus heridas y con un corte rápido la alejó de ellas.

-¡Estas herida!-explicó ante la atenta mirada de la rubia-. Ve con ellos, no puedes seguir luchando.

-Antes no.-admitió colocándose a su lado. En ese momento Alcina pudo ver como sus heridas se cerraban casi al instante mientras aquella sustancia negra cubría sus brazos-. Ahora es otra historia.-la sonrió-. ¡Cumple tu promesa y vete!

Alcina gruñó molesta sin querer dejarla pelear a solas con ella. Pero era cierto, lo había prometido y su palabra no podía ser rota.

-¡¿A qué esperas?!-frenó una de las bolas de fuego lanzadas hacia ellas-. ¡Alci, reacciona! ¡Ve con Donna!

Mientras tanto Ethan protegía a Donna junto con el ejercito de muñecas que dirigía Angie.

-¡Aquí tenéis mi súper ataque! ¡Patitas furiosas!-gritó la muñeca golpeando a diestro y siniestro. Ethan intentaba contener la risa por el nombre de su técnica y pasó a su modo serio para proteger a su hija y a aquella chica.

-¡No podemos seguir asi! ¡Tenemos que pararla!-dijo al ver como Elizabeth y Miranda peleaban con todo.

-Primero tenemos que poner a Rose a salvo.-añadió Ethan sabiendo lo preocupada que se veía la chica-. Tus hermanos pueden con esto.

-¡Ya le has oído!-soltó de la nada aquella voz metálica cubriendoles a ambos del ácido que caía sobre ellos-. Este sitio es peligroso para vosotros, panda de idiotas. Dejar que los mayores se encarguen del resto.-volvió a lanzarse contra Moreau, el cual ya había perdido completamente la cabeza.

-¡Tenemos que hacerle caso, vámonos!-el rubio tiró de ella-. Muñeca, cuidanos las espaldas.

-¡Me llamo Angie!-bufó enfadada defendiéndolos con todo lo que podía.

***

-¿Ahora quién es la que tiene miedo, Miranda?-sus gruñidos salían de los más profundo de ella al usar la megamiceta en contra de la diosa.

-¡No vas a quitarme lo que me pertenece!-entonces se dio cuenta de el punto blanco entre ellas. Pudo ver como Donna y Ethan corrían con su hija en sus brazos-. Demasiado fácil.-clavó las puntas de sus extremidades arácnidos en los ojos de la menor ganando tiempo y voló hacia ellos.

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