Capítulo 49

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El invierno había acabado y con ello llegaba la época de la primavera además de la desaparición de gran parte de la nieve y de la posibilidad de que las niñas pudieran salir un poco más.

Todo esto fue aprovechado por la pareja quien ahora vivía en tranquilidad pues Miranda había desistido de sus intentos, aunque nunca bajaban la guardia. Pero en ese momento era la menor de sus preocupaciones.

-Ni loca.-dijo la rubia sin despegar la vista de su libro.

-Oh vamos, no es para tanto.-insistió la mayor.

-No es no Alci.-respondió de la misma manera tratando de centrarse en la lectura. Así fue hasta que sintió como le quitaban el libro de las manos para ver la cara de la mayor-. No vamos a hacer eso, me dan igual tus caras.

-¡Pero no es tan malo! A todo el mundo le gusta el escondite.

-Si, cuando no te persigue una depredadora con unos sentidos hiperevolucionados.-vio como la mayor se cruzaba de brazos sin dejar de mirarla-. Alcina para mi son todo desventajas ¿O hace falta que te recuerde las dos únicas veces que me he escondido de ti?

-Será por el castillo y te daré tiempo. No puedes dejarme así.-se arrodilló frente a ella tomando sus manos. Alcina sabía perfectamente que quejarse y enfadarse no la iba a servir así que buscaría otra técnica.

-Ya lo se pero....-Elizabeth observó como si pálida carita formaba un puchero mientras la miraba fijamente-. ¡¿Por qué siempre tienes que usar mis trucos en mi contra?!-rió viéndola aún con la misma cara. No pudo evitar besar esos hermosos labios que sobresalían con el puchero que ella hacía-. ¿Tanta ilusión te hace?

-Mucha.-sonrió ligeramente-. ¿Podemos hacerlo?

-Ah.... Si me pones esa cara y esos ojos.... Recuerdame no volver a enseñarte nada.-bromeó acariciando su mejilla-. Esta bien, jugaremos.

-¡Genial!-su emoción habló por ella y tomó a la rubia en sus brazos-. Te explicaré como va. Tienes dos horas para esconderte y huir de mi, si te agarro has perdido.

-Suena bien, voy a joderte con todas las puertas que pueda.-sintió un pequeño pellizco y soltó una carcajada.

-Como iba diciendo, si pasan las dos horas ganas. Y hay premio si lo haces.-sonrió al ver como se iluminaban los ojos de la menor-. Podrás pedirme hacer algo, lo que quieras. No podré negarme.

Entonces un montón de ideas surcaron la mente de la joven Elizabeth pensando en todo lo que podría pedirle a alguien tan orgullosa como lo era Alcina. Fue entonces cuando cayó en algo.

¿Cómo sería un activo siendo dominado?

-Deduzco que si tú ganas también tienes premio. Dime que sería para motivarme más a no dejar que me pilles.

-Oh es simple. Te tendré para mi toda la noche, sin oportunidad de escape.-esa mirada lujuriosa explicaba perfectamente a que se refería.

-¿Alguíen esta necesitada? Muy bien, acepto los premios.-se bajó y se preparó mentalmente analizando todos los lugares donde podría esconderse o incluso distraerla.

-Cerraré los ojos y contaré hasta diez. Mucha suerte cervatillo.

-Claro, deseale suerte a la que no puede escuchar latidos y seguir el olor.-bromeó mientras Alcina cerraba los ojos.

-Uno, dos, tres...

-¡Pero esperate!-no tardó en salir corriendo al ver como había empezado a contar.

Mierda ¿Hacia donde voy?

Viró por varios pasillos y tomó varias cosas que sabía que iban a servirla.

-Lista o no allá voy.

¡Joder!

Corrió más rápido hasta entrar a una de las habitaciones. Se escondió dentro del armario y preparó uno de los objetos, una toalla de Lady Dimitrescu. Era su primer truco para librarse de ser atrapada.

Escuchó los sonoros pasos de los tacones de la mayor y como estos se aproximaban hacia donde ella estaba escondida. Calmó su respiración e intentó que su corazón hiciera lo mismo. Por suerte había aprendido a hacer eso para tranquilizar a su amada.

-Sé que estas por aquí mi pequeña.-escuchó el suave tono de la mayor acercándose a ella-. Puedo oir el latido de tu corazón.-buscó debajo de la cama sin verlo y giró su vista hacia el armario.

¡Te encontré!

-¡Aqui estas!-justo antes de agarrarla Elizabeth tiró la toalla sobre su cabeza dándola la oportunidad de salir corriendo mientras Alcina peleaba por quitársela de encima-. ¡Elizabeth! ¡Corre mientras puedas porque pienso atraparte!

La rubia no pudo evitar soltar una carcajada mientras corría por los pasillos.

-¡Eso si es que eres capaz de pillarme!

Así fue durante más de una hora, la menor era capaz de esconderse por los lugares más ocultos del castillo o por los más simples para desorientar más a Alcina y cuando esta estaba a punto de agarrarla conseguía librarse. Todo esto solo molestaba más a la mayor pero la emocionaba al mismo tiempo pues la divertía tener una presa tan escurridiza.

Elizabeth ahora estaba sobre una de las estanterías de la biblioteca esperando a que Alcina pasara por ahí o a que el tiempo se agotara. Volvió a escuchar pasos y se quedó totalmente quieta mientras veía a la mayor buscar por la sala.

-Deberia estar aquí.-susurró para si misma hasta sentir la madera crujir-. Pero... ¿Me vas a explicar como te has subido ahí?-sonrió pensando que la tenía acorralada.

-Con mucha paciencia y poco vértigo.-río levemente moviendo sus piernas frente a Alcina-. ¿No me vas a pillar?

Esta demasiado tranquila, pero esta es mi oportunidad.

En cuanto Alcina se lanzó hacia ella, Elizabeth se tiró en el momento adecuado y saltó sobre ella cayendo al suelo para volver a correr. Ya no tenía más trucos pero el tiempo se acababa.

Solo unos minutos más.

-¡No te vas a escapar de mi!-gruñó la vampira corriendo detrás de ella.

¡AAHHH! ¡QUE VIENE!

Pasó por todas las puertas que le fueron posibles cerrandolas de golpe para entorpecerla más.

Ya casi.

Bajó las escaleras de tres en tres al ver la figura de la matriarca abrir la última puerta e ir tras ella. Tenía esperanzas pero esta vez Alcina fue más rápida. Llegaron ambas a la sala común y antes de poder correr más los brazos de Lady Dimitrescu sujetaron a la menor al mismo tiempo que el reloj sonaba.

-¡No me jodas! ¡Eso fueron segundos!-se quejó tratando de zafarse.

-Yo diría que ganamos al mismo tiempo.-Elizabeth levantó la cabeza mirándola como pudo.

-¿Y eso como es? ¿Empate?-Alcina la colocó mejor ahora cargándola como princesa.

-Podría decirse, pero los premios van a seguir en pie. Diste una buena persecución mi amor.

-Y tú una buena atrapada. Dios los humanos tenemos corazones de pollo Alci, algún día mi infartas.-rió mientras se dirigían a su cuarto.

-¿Qué te parece si ambas nos divertimos antes de que lleguen las niñas?

-Me parece perfecto, juntemos ambos premios ahora.-su sonrisa y sus ojos pasaron a unos lujuriosos mientras dejaba besos por el cuello de la vampira.

Que así sea mi amada.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora