Capítulo 86

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La oscuridad de la noche cubría toda la villa iluminandola solo con la luz de la luna y de algunas estrellas. Sus pasos resonaban por la tierra mientras caminaba con tranquilidad hasta sentir la brisa del aire juguetear con su cabello dorado.

Era una de las cosas que más disfrutaba, las noches de Rumania con la presencia de sus pensamientos.

Pasado mañana, ese será el día perfecto para hacerlo. Ya esta casi todo preparado. Me siento tan nerviosa a pesar de creer saber la respuesta. Pero no puedo evitar pensar en como lo verá ella, en que pensará cuando se lo pida.

Soltó un largo suspiro y miró hacia el oscuro cielo encontrando tranquilidad y paz en él mientras su mente seguía trabajando en varias ideas. Todo ello sin haberse percatado de aquella presencia detrás de ella que la observaba con una sonrisa.

La figura se acercó con pasos ligeros hacia ella y posó una de sus manos en su hombro llamando su atención.

-No me esperaba encontrarte aquí.-sus ojos se posaron en los de su amada y no pudo evitar devolverle la sonrisa.

-Se esta bien aquí, es tranquilo.-susurró para si misma acariciando la mano sobre ella.

Te noto muy pensativa.

-¿Hay algo que te preocupa?-la menor negó rápidamente.

-No es nada.-besó su mano al ver la expresión de su cara. No la creía-. Te lo prometo.

Sigue habiendo algo que no esta bien. Puede que.... Esto te ayude.

-Volvamos adentro, mañana tenemos que madrugar.

-Podemos quedarnos aquí un rato si quieres.-sugirió tirando levemente de ella. Caminaron por los jardines hasta llegar a un árbol. Alcina se sentó apoyando su espalda en él y la hizo sentarse con ella.

Elizabeth la miró sin comprender hasta que Alcina señaló el cielo donde estaban las estrellas.

-Oh, ya entiendo.-se recostó en su regazo viéndolas junto a ella-. Adoro estos momentos a tu lado Alci.

Lady Dimitrescu la acarició como respuesta mientras ambas observaban la luna y las estrellas. De un momento a otro vieron una pasar a gran velocidad por el firmamento.

-¡Una estrella fugaz!-saltó la menor viéndola-. Corre, pide un deseo.-Alcina rió negando con la cabeza.

-¿En serio crees en esas cosas?-dio un toque en su nariz en forma de juego.

-¿Y por qué no lo haría? Es bonito pensar que se puede cumplir.-se recostó de nuevo mirándola por el rabillo de ojo. Estaba concentrada y eso solo significaba una cosa.

Esta pidiendo uno.

-¿No que no creías en esas cosas?-se burló escuchando un bufido que venía de ella.

-No digas nada más.-silenció posando un par de dedos en sus labios sabiendo que seguiría molestandola con eso. Pero no se esperaba que ella los besara con delicadeza-. Que cervatillo más atrevido.-rió dejándose hacer.

-Ahora tengo curiosidad.-dejó un último beso mirándola-. ¿Qué has pedido?

-Esas cosas no se pueden decir.-la guiñó un ojo-. De ser así no se cumplirá.

-Osea que si crees.-sonrió ladinamente hacia ella.

-Oh calla ya.

No se que habrás pedido Alci, pero yo si y espero con ansias que se vuelva realidad.

***

-¡Vamos vamos!

La escena frente a ellas era la cosa más divertida y estresante de todas. El día anterior habían quedado con las niñas en ir al lago. Los arboles cubrían los alrededores y el tiempo era bueno para ellas, además de que Elizabeth había descubierto que el problema con el sol era algo secundario.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora