Capítulo 57

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Desde aquel momento familiar Elizabeth no podía dejar de pensar en muchas cosas. Los recuerdos volvían a su mente poco a poco, a veces en sueños y otras por las historias que las niñas la seguían contando. Había de todo en ellas.

Bela nunca la prestó gran atención salvo cuando era muy pequeña. La extrañaba que alguien mucho menor que ella misma estuviera trabajando en el castillo pero con el pasar de los años lo vio más normal e ignoró ese pequeño detalle.

Cassandra siempre la había molestado, por lo menos desde que creció un poco. La gustaba estropear sus horas de trabajo en busca de un error por su parte pero nunca lo conseguía y eso la daba rabia.

Daniela había sido la que más había estado con ella para todo. Adoraba a los niños e incluso había intentado jugar con ella, aunque para eso Elizabeth era muy seria y prefería el trabajo. Pero si hubo algún que otro juego. Siempre había estado detrás de ella para cualquier cosa y con el pasar de los años se volvieron confidentes y amigas.

Lady Dimitrescu, ella había sido tantas cosas distintas. Desde preocuparse por una niña tan pequeña hasta verla como su mejor sirvienta confiándole todo. De hacerle algún regalo a ordenarla cosas duras e infrecuentes que aún así cumplía. Incluso había tratado de no tomarle cariño ni preocuparse cuando tenía alguna herida pero había resultado imposible. Y ahora habían dado un gran paso, se querían, sus sentimientos habían salido a flote.

Toda su vida la había pasado entre los muros de aquel castillo y no se arrepentía de ello. Y toda ella había cambiado en cuestión de un año.

Pero ahora tenía algo de lo que encargarse antes de enfrentarse a su futuro. Antes de seguir su vida con Alcina y las nenas, mucho antes de volver a plantarle cara a cualquier otro enemigo. Debía pasar página.

Alcina se dio cuenta del cambio en la menor en los últimos dias. Pasaba más tiempo a solas en la biblioteca estudiando los libros antiguos. Tampoco paso por desapercibido cuando la escuchó haciendo una llamada.

-Angie ¿Puedes pasarme a Donna? Es importante.-la oyó decir. Eso solo hizo que pegara más su oido a la pared-. Donna, perdona por llamarte en estos momentos pero necesito que me hagas un favor.

¿Qué estas tramando?

-..... Necesito que me ayudes con una sombra. No, más bien con un espíritu del pasado.-los ojos de la vampira reflejaron su sorpresa y creyó comprender de que se trataba-. No, no nada de eso. Es solo....-la menor suspiró con pesadez-. Quiero que pueda descansar en paz.-esas palabras ablandaron el corazon de Alcina quien había acertado con sus sospechas-. Muchas gracias Donna, te espero esta noche.

Nada más sentir el golpe del teléfono al colgarse se apartó de la puerta y disimuló pasar por allí. Elizabeth abrió las puertas algo estresada encontrándose de frente con ella.

-Alci. Perdona, no miraba.

-No debes preocuparte querida.-acunó su mejilla con su mano y la acarició con su pulgar-. ¿Va todo bien? Te noto algo pálida.

-De hecho iba a buscarte.-tomó su mano con la de ella-. ¿Podemos hablar en nuestra sala?-su voz temblaba un poco.

-Por supuesto mi amor.-decidió cargarla en sus brazos al ver su estado y caminó hasta la sala del piano. Se sentó en uno de los sillones y colocó a la menor en su regazo-. ¿De qué se trata?

-Primero de todo te pido disculpas por haber estado tan apartada de ti. Tenía que investigar ciertas cosas.-la besó suavemente en señal de disculpa-. Y lo segundo.... Planeo comunicarme con alguien. Y.... Hacer que llegue al paraíso.-se acomodó en el pecho de la mayor.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora