Capítulo 21

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Aquella mañana la rubia se despertó muy animada, demasiado. Giró su cabeza para ver a su amada acostada a su lado que dormía plácidamente.

Necesito hacerlo.

Tenía tantas ganas de expresar toda su felicidad y cariño hacia ella que no podía esperar a su despertar. Acarició su rostro con suavidad y empezó a besarlo delicadamente. Alcina despertó poco a poco y abrió los ojos siendo su sonrisa lo primero que vio.

-Parece que alguien ha tenido buen despertar.-comentó recibiendo los besos.

-No tienes idea.-la besó en los labios aprovechando que no había labial de por medio y siguió acunando su rostro-. Alci.

-¿Hm?-soltó aún desperezandose.

-También te amo Alcina.-dijo sin más volviendo a besarla para después levantarse de la cama.

¿Cómo que también? Espera.... ¡No!

-¡Tú lo oíste!-Elizabeth dejó salir una carcajada al verla.

-Claro que lo hice tontita, Daniela no hace cosas solo para ti.-sintió como la volvía a acostar en la cama y la abrazaba por la cintura sin dejar que se fuera-. ¿Me vas a retener aquí?

-Callate.-susurró apoyando la cabeza en el hueco de su hombro.

-Sabes..-la abrazó por igual y empezó a dejar caricias por su espalda-. No hace falta que lo digas en voz alta si no quieres. Pero sé lo que sientes y eso me alegra. Más si me he ganado un hueco en tu helado corazón.-bromeó con lo último.

-Yo....-carraspeó devolviéndole todos y cada uno de los besos-. Tengo un ofrecimiento para ti.-le hizo una señal para que continuara-. Luego te la comentaré, ahora bajemos al comedor.

Tal y como había dicho la dejó esperando hasta la tarde y fue ese el momento en el que preguntó.

-¿Quieres darte un baño conmigo?

Elizabeth se paralizó con esas palabras. Sabía que existían dos tipos de baño: Uno normal con ella desnuda o uno de sangre. No sabía que era mejor o peor.

-¿Qué clase de baño?

-De sangre por supuesto.-dijo sonriente-. Ya ha pasado más de un mes desde el último y esta vez si querría que me acompañaras.

Una cosa era obvia, cuando Lady Dimitrescu quería algo asi iba a ser de una forma u otra.

-Cla... Claro.-asintió sabiendo lo que se la vendría encima.

-¡Perfecto! Vamos, ya debería estar todo preparado.-la siguió a su paso normal pues la herida del wendigo ya había sanado del todo.

Que mal veo esto.

Entraron en el lugar donde se darían el baño y sus nervios aumentaron en cuestión de segundos.

-No tengas miedo, no voy a hacerte nada.-empezó a quitarse su vestido quedando en ropa interior.

Ay madre.

Le tocó a ella el turno y lo hizo girándose incapaz de mirarla hasta sentir sus frías manos pasar por su piel y ayudarla.

AY MADRE.

-Tranquila cervatillo.-susurró en su oído y caminaron juntas hasta entrar.

Era extraño para la rubia quien se recogió el pelo antes para evitar mancharlo. La sangre estaba caliente y espesa y daba mucha grima moverse por ella pues era muy diferente al agua.

Se acomodó frente a Alcina que no tardó en acercarla a ella mientras se acostumbraba a la sangre. En ningún momento soltó su mano dejando que se calmara y disfrutaran juntas el baño mientras cada una bebía de su copa, Alcina su vino especial y ella uno corriente.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora