Capítulo 13

4.9K 469 99
                                    

La noche pasó rápida después de esa pequeña aventura por lo que al despertar lo único que quería la rubia era quedarse en la cama. Se levantó con un suspiro para sentir las caricias de la mayor en su carita adormilada.

-Buenos días pequeña.

-Buenos días.-bostezó y sacudió la cabeza-. Lo de anoche si paso ¿Verdad?

-¿El pequeño juego de mis hijas? Si, ocurrió todo.

-Tenía esperanzas de que fuera un sueño.-rió para si y miró de reojo a Alcina-. ¿Puedo preguntar?

-Sabes que si Eli.

-¿Qué te he hecho para que estés así conmigo?-Alcina se quedó quieta sin responder. Simplemente negó con la cabeza y terminó de retocarse-. No has respondido.

-Lo se y no lo voy a hacer.

-Dijiste que podía preguntar.-se quejó la menor.

-Pero eso no significa que fuera a responder.-Elizabeth abrió la boca para responderla pero era incapaz de contradecir eso. Bufó y se levantó de la cama para ir al baño a ponerse su uniforme-. Ya no trabajas aquí, ponte otra ropa.

-Alcina no tengo otra, solo los uniformes.-se miraron mutuamente y la vampira no tardó en coger el teléfono-. ¿Qué haces?-se calló con la señal que la hizo.

-¿Donna? Hola querida, te necesito en mi castillo para un pequeño favor.-miró a la rubia sonriente-. Si, es por ropa pero trae todo lo que puedas, es algo nuevo.-concluyó colgando el telefono-. Tendrás ropa nueva enseguida.

-Sabes que no es necesario que....-la escuchó carraspear. Por supuesto si Alcina quería algo debía ser tal y como ella lo decía-. Esta bien, no pondré más pegas.

Tal y como había pedido la Dimitrescu, Donna se presentó con varias cestas y entró a la sala donde solía arreglar la ropa de las niñas. Fue cuendo vio a la rubia alli parada.

-Buenos días Donna.-saludó.

-Asi que tu eres la de la ropa.-sonrió para si ordenando la mesa al lado de ellas para prepararse.

-Alcina insistió.

-¿Alcina?-preguntó dejando a Angie en el suelo.

-Si supieras te sorprenderías.

Mientras Donna tomaba medidas y creaba diseños para la joven humana ella se entretenía hablando con ella sobre todo lo que había ocurrido desde la ultima vez que se vieron. Y pensar que apenas pasaron un par de semanas.

-Así que mascota.-dijo mientras empezaba a coser.

-No es el mejor título pero si, ahora es lo que soy.-respondió la rubia sentándose a su lado viéndola trabajar. Angie se mostraba nerviosa hasta que Donna la dejó hablar.

-¡Ya era hora!-se quejó-. Eres muy lenta, te costó dar el paso.

-Hey, las cosas van a su tiempo.-tomó uno de los cuadernos viendo los diseños-. ¿Nunca te has planteado tener una tienda de diseño?-la chica de cara tapada negó con la cabeza.

-Solo gana algún dinero vendiendo algunas muñecas pero le gusta diseñar ropa solo para el castillo.-comentó Angie en su lugar y subió a las piernas de la rubia viendo las hojas del cuadernillo-. ¿Cuál te gusta más?

-Um... Creo que...-susurró pasando las hojas y señaló uno-. Este me gusta.-era ropa bastante normalita que se basaba en una blusa blanca y unos vaqueros oscuros.

-¡Ese es muy simple!-Donna rió al escucharla.

-Puede que si pero es el que mejor queda para ella.-miró el modelo y alzó sus ojos encontrándose con el rostro de Elizabeth-. Suele llevar tonos oscuros por el uniforme, algo de blanco complementa su tono de piel.

Y así pasaron las horas hasta que Donna había terminado de hacer varias prendas para ella.

-Incluí algo de ropa que abrigue para cuando llegué el invierno o las noches se vuelvan muy frías.

-Gracias, es todo un detalle.-se inclinó levemente con una sonrisa.

Al momento Alcina entró de la nada impaciente viendo la cantidad de ropa y utensilios que había allí.

-Deduzco que ya habéis acabado.-las dos chicas junto a la muñeca asintieron-. ¿A qué estas esperando? Cambiate ya mismo, estoy deseando verte.

Elizabeth obedeció y se probó el conjunto que a ella le había gustado. Había quedado a la perfección, sin duda alguna Donna valía para esto. Salió del vestidor dejándose ver dejando a la mayor de todas asombrada. Las aplausos de Angie no tardaron en aparecer y Donna sonreía avergonzada.

-¿Qué tal?-giró sobre su eje para después mirarlas fijamente.

Radiante, perfecta, fabulosa, hermosa.

-Te ves divina pequeña.-fueron las palabras que salieron de su boca. Ambas agradecieron a la joven quien se despidió guardando todas sus herramientas y tomando a Angie en brazos. Una vez a solas Alcina paseó sus manos por sus hombros sin perder detalle.

-¿Tan bien me veo?-preguntó con una sonrisa burlona.

-Si, solo he pensado en que te hacía falta algo.-había pensado en las palabras de su hija menor y no perdía nada por probarlo aunque fuera por unos días.

-Y según tú ¿Qué me falta?

-Luego lo veras, ahora las niñas nos esperan para la comida. Llevas aquí toda la mañana.-tomó su mano entrelazando sus dedos y caminó junto a ella, no sin antes apreciar el pequeño sonrojo que empezaba a surgir en sus mejillas.

Se había dado cuenta de sus nervios con cosas como esta y sabía que intentaría escaparse con cualquier cosa parecida y fue por eso que quería acercarla a ella, que perdiera la vergüenza. Si esa era la única manera, que así fuera.

Una vez entraron al comedor, las niñas la miraron con la boca abierta al verla sin su uniforme, pero lo que más las sorprendió fue como estaban tomadas de la mano.

-¿Nuevo look?-preguntó Bela con curiosidad.

-Vuestra madre insistió en que dejará el uniforme, no pude negarme.-sonrió sentándose al lado de ella y soltando su mano.

-Te ves divina.-silbó Daniela-. Estas mucho mejor así, el uniforme no pegaba para nada contigo ¡Por cierto madre!-la miró sonriente-. ¿Lo pensaste?-Alcina asintió.

-Si y tienes toda la razón.-se levantó un momento pasando por detrás de la rubia mientras tomaba algo-. Elizabeth, cierra los ojos.

-Esta bien, de acuerdo.-dejó uno entreabierto queriendo ver.

-No hagas trampa.-sonrió Cassandra al ver lo que tenía su madre en sus manos.

Sintió algo en su cuello, algo grueso, mucho más que un collar normal. No era incómodo pero era una sensación extraña. Entonces escuchó el ruido de algo engancharse y abrió los ojos. Tocó su cuello notando un collar alrededor de este. Se fijó más viendo su color negro y que algo lo seguía.

Una correa del mismo color.

Abrió la boca incapaz de decir nada y su primera reacción fue quitarsela hasta que la mano de Alcina tomó la suya frenandola mientras la otra sostenía la correa.

-¿Qué...? ¿Qué significa esto?

-Tranquila.-palmeó su cabeza con suavidad-. Es solo un medio para prevenir que sigas escondiendote.

-¡¿Cómo dices?!-empezaba a ponerse cada vez más nerviosa, más atacada.

-No hay razón para alterarse.-se sentó bebiendo de la copa de vino que la servían-. Ya lo he dicho, así no escaparas. Ya no tienes excusa para salir corriendo cuando estes cerca de mi.

Daniela explotó a carcajadas viendo la cara de su amiga sin poder controlarse más.

Oh Eli, ya no podrás librarte de madre.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora