Capítulo 63

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Ninguna sabía cuanto tiempo había durado ese abrazo, pero hacía tanta falta que no importaba. Alcina se aferró al pequeño cuerpo de su amada entre sollozos mientras Elizabeth hacía lo mismo como podía. Fue así hasta que la mayor notó la pérdida del agarre sobre ella y miró con preocupación a la rubia.

-¿Elizabeth?-su cuerpo se tensó al verla con los ojos cerrados y apenas respirando-. ¡No no! ¡Elizabeth!-tomó su rostro buscando que reaccionara pero no consiguió nada.

-¡Tenemos que calentarla y curar sus heridas! Estaba fría cuando la trajimos.-dijo Daniela acercándose a su madre igual de preocupada.

-Y huele a sangre, no sabemos como puede estar.-añadió Cassandra con el mismo tono de voz.

Alcina no dudo en tomarla en brazos y cargarla mientras andaba con pasos rápidos a su cuarto.

-Preparad un baño caliente ¡Ahora!-ordenó a sus sirvientas tratando de calmar sus nervios. Tan solo ver a Elizabeth de esa manera después de tanto tiempo la carcomía el alma.

Una vez llegaron al baño se deshizo de los ropajes rotos que traía consigo y la metió en el agua caliente lavándola con cuidado. Quitó sus guantes para notar mejor si su temperatura subía o no y se quedó quieta escuchando atentamente. Su corazón seguía latiendo. A medida que más se deshacía del barro y la sangre seca más se daba cuenta de sus heridas.

Dios... ¿Qué te han hecho?

No era capaz de imaginarse el infierno por el que la menor habría pasado por su culpa. Por supuesto que se culpaba, de no ser por su estupidez Miranda no habría conseguido lo que quería y ella no habría sufrido de esta manera.

Por otra parte la humana volvía a estar consciente a ratos, algo dentro de ella la obligaba a continuar luchando para no dormirse. Abrió los ojos lentamente sintiendo calor y como acariciaban su espalda despacio. Miró al lado aún sin comprender donde estaba hasta fijarse en la persona y lo que la estaba haciendo. Sus ojos cayeron sobre la figura de una concentrada Alcina y no pudo evitar sonreír un poco para después posar su mano en la mejilla de ella.

Alcina se sorprendió por el repentino acto y miró a la chica medio despierta.

-No me dejes.-murmuró mientras la vampira dejaba su mano sobre la de ella.

-No lo haré, nunca más.-prometió viendo como volvía a cerrar los ojos desmayandose.

¿Qué has tenido que pasar para llegar hasta aquí?

-Ni siquiera dejas que tu cuerpo descanse.-pensó en voz alta acunando el rostro de la humana-. Tranquila. Estoy aquí contigo.

La secó y desenredó su cabello rápidamente para dejarla en la cama mientras las niñas venían que con los utensilios necesarios para curarla. No se iba a arriesgar a moverla hasta la enfermería y quería tenerla cerca. Se fijaron en los grandes cortes aún abiertos por sus brazos y piernas, algunos más profundos que otros. También en como los dedos de las manos estaban rojos por las roturas aún recuperándose. Pero lo que más la sorprendió fueron las marcas de clavos, sobretodo al ver las de los tobillos al verlos casi perforados.

Hicieron falta muchas suturas, alcohol e incluso una vía para suministrarle los nutrientes perdidos por su falta de alimentación y de sangre. Muchos vendajes surcaban su cuerpo, entre ellos sus extremidades y más aún en tobillos y dedos.

-No podemos hacer más desde aquí, ya es esperar lo que tarde en recuperarse.-dijo Alcina sentándose en el otro lado de la cama sin dejar de mirarla.

-¿Volvera a caminar?-preguntó Bela dejando sus piernas en alto.

-Esperemos que si.

Al rato ordenó a las niñas que fueran a descansar a pesar de que querían quedarse allí mientras ella se acostó al lado de Elizabeth esperando su recuperación. Hubo un momento donde la menor despertó de nuevo sin querer volver a cerrar los ojos.

-Mi amor, necesitas dormir.-dijo con voz suave mientras la acariciaba.

-No quiero... No me hagas cerrar los ojos otra vez.-susurró mirándola fijamente.

-¿Por qué no?

-No quiero volver a ver eso. No puedo... No puedo veros así.-sentenció haciendo que ella lo comprendiera.

Han usado ilusiones con ella.

-No son reales, pero nosotras aquí y ahora si lo somos mi amada.-la besó despacio y por un momento vio algo de brillo en sus ojos-. Duerme un poco por mi y te prometo que al despertar esas ilusiones habrán acabado.

-¿De verdad?-preguntó como una niña pequeña queriendo creer a su madre.

-De verdad.-afirmó la mayor viendo como cerraba sus ojos y tomaba su mano sin intenciones de dejarla ir.

***

Había pasado mucho tiempo desde que no dormía tranquila y sin miedo a pesadillas. Se sentía bien por eso, tanto que al despertar su corazón se lleno de pura emoción al ver a Alcina durmiendo junto a ella.

Fue como si sus emociones volvieran de golpe y con tanta fuerza que no pudo evitar abrazarse a ella despertandola.

-¿Eli?-la vampira la miró adormilada.

-Si eres tú.-sonrió levemente hacia ella-. Salí.... Realmente salí...-sintió como limpiaban sus lágrimas antes de siquiera darse cuenta de que lloraba.

-Y jamás volverás allí. Perdoname por hacer lo que te hice Elizabeth. Nunca quise golpearte ni gritarte.-paró un poco mientras tomaba aire-. No quería hacerte daño de ninguna manera y acabé haciéndolo.

-No Alcina. Fue mi culpa por haberme ido, no lo pensé y simplemente te dejé a ti y a las niñas. Me merezco es....

-¡Ni se te ocurra finalizar esa frase! ¡No te mereces nada de esto!-agarró sus manos conteniendo su enojo-. No debería haberte pasado esto.

Ambas agacharon la cabeza sin saber que más decir hasta que la pequeña mano de Elizabeth la acercó a ella para darle un corto beso.

-¿Cuánto tiempo he estado fuera? Perdí la noción al tercer día.

-Diecinueve días en total.-los ojos de la menor se abrieron aún más al pensar que había estado más de dos semanas en las garras de Miranda-. ¿Qué te hizo?

-Experimentó conmigo.... No con el cadou, solo me probaba una y otra vez. No... No recuerdo sus palabras pero... Supongo que era lo que buscaba para traer a Eva de vuelta.-explicó despacio al sentir todas aquellas imágenes pasar por su cabeza.

-Sh, dejemoslo así por ahora. No te viene bien.-la acarició con una pequeña sonrisa-. Discutiremos esto una vez te recuperes.-la menor asintió y volvió a sus brazos. Ahora si se sentía en casa y a salvo de cualquier mal.

-Acepto tus disculpas Alcina. Ahora solo me importa estar con mi familia nada más.-con tan solo decir esas palabras las tres niñas aparecieron en el cuarto corriendo hacia ella para abrazarla.

-¡Has sido muy fuerte por volver hasta aquí tal y como estabas!-la ánimo Bela aumentando un poco su brillo.

-No hay nadie que hubiera podido aguantar todo eso. Nos alegramos de tenerte aquí.-añadió Cassandra. Ambas hermanas miraron a Daniela quien se frotaba los ojos una y otra vez.

-¡ELI!-se lanzó sobre ella tirándola en la cama dejando salir varias lágrimas.

-Estoy en casa.-susurró aún siendo escuchada por todas mientras abrazaba a la hermana pequeña-. He vuelto para quedarme.

Y con esas palabras todas las Dimitrescu juraron para si mismas no volver a permitir que Miranda volviera a poner sus manos sobre ella ni nadie de su familia. Y Alcina aún estaba preparada para vengarse por todo el dolor que las habían causado.

Conozco esa mirada en vosotras. Todas estáis serias.... Pero yo también voy a jurar algo... No dejaré que os hagan daño a ninguna de vosotras. Nunca.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora