Capítulo 76

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Gritos, rugidos, sangre y todo tipo de armas. Ese era el ambiente en los alrededores del castillo donde ambas mujeres peleaban con todas sus fuerzas desde dos sitios distintos.

La menor atacaba a todos los hombres que se lanzaban a por ella llevándose alguna herida pequeña de regalo mientras escuchaba las risas psicóticas de Alcina.

-Y esa es mi chica.-sonrió mirando al cielo donde ella estaba con ojos de enamorada-. Oh bueno.-frenó un golpe y partió el brazo de su atacante haciendo que soltara su hacha.

Siguió así por un rato y miró hacia el castillo en cuanto dejaron de llegarle enemigos por su lado.

-Um... Algo falla.-susurró para si subiendo por la colina para ver mejor. Fue cuando se dio cuenta-. ¡Van por detrás! ¡Hijos de puta!-gruñó empezando a correr hacia esa dirección.

Si llegan a las puertas traseras entrarán y las niñas correrán peligro.

Aumento la presión en sus piernas para que fueran más rápido para llegar a su destino. La daba rabia que Alcina no se hubiera dado cuenta, pero mientras pudiera cubrir el frente ella se encargaría de la retaguardia. Una vez se aproximó a la zona frenó en seco tomando aire y observando alguna forma de detener su paso.

El puente.

El puente era la única conexión con las torres cercanas al castillo. Si el puente caía ninguno se arriesgaría a pasar por las aguas heladas del río, menos cuando sus corrientes eran fuertes. Tenía que subirlo o destruirlo.

-¿Cómo lo hago?-murmuró escuchando como se acercaban al lugar. No tenía tiempo para pensarlo, tenía que improvisar. Escaló por la ladera y vio las cadenas del puente-. Tengo que....-se fijó en las torres y en las fuertes estacas de hierro que había por los suelos-. Esto me va a doler.

Se apresuró a atar ambas cadenas del puente levadizo en un par de estacas por cada cadena junto con los hilos de acero que antes había usado para los cuchillos. Ahora solo la quedaba subir.

Mierda.

Empezó a subir por los salientes de la torre oyendo como el puente empezaba a levantarse para su dolor. Llevaba demasiada carga encima y no era tan fuerte como Alcina, pero debía hacer el esfuerzo.

-Tendrán que derribar la torre si quieren que el puente se abra.-se dijo a si misma justo cuando sintió disparos cerca de ella-. ¡O derribarme a mi!-gritó al sentir una bala perdida rozando su pierna-. ¡Joder!

No puedo hacer esto, es imposible.

Sintió otra bala perdida en su brazo y sabía que una de ellas acabaría dándole. Entonces se fijó en las criaturas cercanas a ella.

Esos... Son... ¿Moroaica con alas?

Su mente se iluminó al instante ante un plan tan arriesgado como este.

-¡EH!-gritó dando golpes para llamar su atención-. ¡VEN AQUÍ!

Que viene... ¡Que viene!

Justo cuando la criatura se lanzó sobre ella, clavó cada uno de sus cuchillos en sus hombros dirigiéndolo mientras volaba. Su fuerza era tal que pudo cargarla a ella y a las cadenas elevando el puente sin problema. Ahora quedaba un problema, aterrizar.

-Ahora... ¡Ah!-chilló esquivando una mordida-. ¡Ya!-saltó a la ventana y enganchó las cadenas a una de las columnas poniendo las estacas como soporte-. ¡Lo hice!-sintió un arañazo en su espalda haciéndola sangrar. Se giró rápidamente y atacó a aquella criatura clavando una de sus flechas en su cráneo matándola.

Se asomó al ventanal viendo como los cazadores se retiraban al frente y suspiró aliviada.

Te los encargo, Alci.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora