Capítulo 52

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A la mañana siguiente la primera persona en abrir los ojos fue Alcina. Tenía dolor de cabeza y eso solo significaba una cosa, resaca.

No otra vez.

Enfocó su vista como pudo y vio la pequeña figura de su amada abrazándola con cuidado, como si la estuviera cuidando.

Dios ¿Qué hice anoche?

Se movió despacio y agarró la mano de la manor juntandola con la suya. El calor de su piel la ayudaba a relajarse y en este caso a pensar un poco las cosas. Solo se le vino a la cabeza la imagen de Elizabeth cargándola hasta el cuarto de ahí ya no era capaz de recordar.

La rubia sintió movimiento y se despertó mirando fijamente a su pareja. Sonrió y acarició su mano, alzandola hasta sus labios dejando un beso en ella.

-Buenos días fiestera.-dijo con voz suave-. ¿Cómo te sientes?

-Como si me hubieran atropellado varias veces.-gruñó la mayor apegándose a ella.

-Creo que alguien va a pasar el día de hoy en cama.-se levantó un poco tomando el vaso de agua que reposaba en su mesilla junto con una pequeña pastilla-. Toma esto, te ayudará con el dolor de cabeza.-Alcina refunfuño al principio pero quería parar ese dolor tan desagradable asi que tomó la pastilla casi sin rechistar.

-Gracias querida.-se volvió a acostar mirándola-. ¿Hice algo anoche?

-Más bien que no hiciste Alci.-carcajeó-. No me esperaba que fueras tan divertida cuando te emborrachas. Te peleaste con Heisenberg varias veces, cumpliste los retos que él te hacia para, según tú, conservar tu orgullo. Eso y que te ponías algo contenta.-dejó ver su cuello donde tenía varias marcas.

-Oh Dios.-susurró para si sujetándose el tabique de la nariz-. No vuelvo a beber.

-Que mentira más grande.-volvió a reir la rubia para ver como se levantaba-. ¿Adonde vas?

-No puedo quedarme aquí todo el día, las niñas...

-Sh.-la acostó de nuevo dejando un beso en sus labios-. Tranquila yo me hago cargo de ellas. Tu descansa.

Antes de que pudiera detenerla la menor ya había salido de la habitación preparada para cuidar de las tres diablillas aunque en el fondo sabía que estarían bien. Llamó a la puerta de la habitación de Daniela y se encontró a las tres allí sentadas riendo.

-Parece que vosotras os habéis levantado mejor que vuestra madre.-sonrió pasando por su lado.

-¿Se encuentra bien?-preguntó Bela algo preocupada.

-Nada que un poco de descanso no pueda arreglar.-la guiñó un ojo-. Venga pequeñas, es hora del desayuno.

***

La tarde había llegado y Alcina se había quedado en su alcoba hasta entonces. Las niñas no la molestaron en ningún momento y Elizabeth la visitaba cada hora para ver su estado.

En ese momento estaba entrando en la sala del piano. Algo en su interior la decía, no, más bien la mandaba ir allí. Se quedó frente al piano pensativa, había algo que no estaba bien.

¿Por qué he venido aquí?

Sus dedos pasearon ligeramente sobre las teclas sin llegar a pulsarlas. Una corriente de electricidad recorrió su columna formando un escalofrío.

¿Qué?

Unas imagenes empezaron a cruzar su mente y como si estuviera allí pudo ver frente a ella una figura de cabellos rubios posando sus manos en aquel piano. Se quedó observándola sin comprenderlo del todo pero esos escalofríos seguían allí. La mujer frente a sus ojos giró un poco su cabeza hacia ella dejando ver solo su suave sonrisa, pues el pelo tapaba el resto de su cara. Después de eso empezó a tocar cambiando el silencio que allí reinaba por su cantar.

¿Quién eres?

Sus palabras no salían de su boca mientras la miraba estupefacta. Se había quedado allí plantada observando el movimiento de sus dedos y escuchando el delicado tono de su voz al mismo tiempo que el sonido del piano.

Cuando fue capaz de mover sus piernas se acercó a ella. Quería conocerla, saber quien era. Necesitaba que respondiera sus preguntas.

-Espero que te guste mi pequeña Elizabeth.

-Tú.... ¿Eres mi...?-extendió su mano queriendo girarla para verla a los ojos.

-¿Elizabeth?

Un golpe a la realidad la trajo de vuelta.  Estaba allí, parada frente al piano con el brazo hacia él mientras que quien la había llamado la sacudía despacio. Alcina había posado su mano en el hombro de ella para “despertarla” pues parecía que estaba ida.

-¿Estas bien?-se agachó a su lado tomando su mentón.

-Alci.... Si.-sacudió un poco su cabeza-. Es solo que...-volvió a mirar hacia el piano-. Me estoy volviendo loca.-susurró para si.

-¿Pero qué dices?-Alcina la tomó en sus brazos y ambas se sentaron en el taburete-. Dime que ha pasado.

-¿Tú no deberías de estar en cama?

-No trates de cambiar de tema.-contraatacó y empezó a acariciar su cabeza como si de un cachorro se tratase.

-La vi a ella... O creo que era ella. Fue como un recuerdo pero.-calló mirando a su alrededor-. Pero como si estuviera aquí frente a mi.

-¿Estas segura de eso?

-Si. Tocaba algo y cantaba... Era algo como...-movió sus dedos despacio intentando interpretar la misma melodía.

Alcina escuchó atentamente mientras veía a la joven concentrada. Era una canción que le sonaba y al momento le llegó la letra a la mente.

Sigue siendo la misma que tarareabas de pequeña ¿Es posible que tenga algo que ver?

-Supongo que era esto.-paró de tocar y acostó su cabeza en el pecho de la vampira-. ¿Qué crees que significa?

-Siendo totalmente sincera creo que son recuerdos de tu madre.-la miró y tomó una de sus manos en señal de apoyo-. Puede que de cuando fueras muy pequeña y te estan llegando ahora.

-Antes me daba igual pero ahora tengo tanta curiosidad por saber quien era.-negó con la cabeza-. No entiendo a que vienen ahora.

-Solo el tiempo lo dirá mi amor.-la besó suavemente y empezó a tocar algo más alegre para distraerla.

Lady Dimitrescu mantenía su mente en lo que acababa de pasar. Era algo extraño pero que comprendía a la perfección. Tenía planeado ayudar a la menor a descubrir su pasado del cual ambas sabían apenas nada.

Lo que puedo hacer ahora es contarle como vivió aqui primero. Puede que eso calme su mente antes de que esto vaya a más.

Su decisión estaba tomada, solo la quedaba hablar con sus hijas para ellas también ayudaran. Pronto la rubia descubriría cosas de distinto tipo y debía estar preparada para la cantidad de información que iba a recibir.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora