Capítulo 87

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El momento había llegado.

Aquella mañana Alcina y Elizabeth desayunaban juntas y con tranquilidad, aunque la menor estaba de todo menos calmada por los hechos que ocurrirían después.

¿Y si me rechaza? No seas idiota, ella no haría eso.

-Oye Alci.-la mayor levantó la vista de los documentos que leía para centrarla en ella-. ¿No es hoy un día de gran importancia para las criaturas de la noche?

-Te refieres a la luna de sangre.-afirmó bebiendo de su taza-. Sí, lo es. Pero no solemos hacer ninguna celebración al respecto de ello.-escuchó un "oh" que venía de su amada y ladeó la cabeza-. ¿Querías hacerlo?

-No es eso, solo que es mi primera luna de sangre. Solo pensaba en que sería interesante verla contigo desde fuera.-dijo avanzando lentamente en su plan.

-No recordaba que los nuevos siempre quieren celebrarlo.-rió para si-. Apenas eres una iniciada draga mea.-la guiñó un ojo en forma de juego-. Esta bien, la veremos juntas esta noche.

-¡Genial!

Primer paso hecho, menos mal.

Pasaron la mañana juntas sin ninguna distracción y haciendo lo de siempre para evitar que la mayor sospechara, pero Alcina no era tonta.

Estoy nerviosa.

-Mi amada ¿Estas bien?-la vampira posó sus manos sobre los hombros de la menor sorprendiendola.

-¡Alci!-se quejó posando una mano en su pecho-. Que me infartas.-bromeó aún sintiendo la mirada preocupada por parte de ella-. ¿Qué pasa?

-Tus latidos son fuertes.

-Por el susto que me has dado.-interrumpió, pero aún así ella negó repetidas veces con la cabeza.

-No, llevan desde antes. Bastante rato a decir verdad.-se agachó frente a ella tomando sus mejillas entre sus grandes manos-. ¿Hay algo que te preocupe?

Mierda, estoy muy nerviosa.

-No, por supuesto que no.-acarició sus manos con sus pulgares lentamente-. Ni siquiera me había dado cuenta de que latía tanto.

-¿De verdad?-su sorpresa reflejó su rostro incapaz de creerlo. La de cabellos dorados asintió colocando su propia mano en el lado izquierdo de su pecho.

-Puede que sea por lo de la luna de sangre. Estaré más emocionada de lo normal.

-¿Y eso por qué? No es la gran cosa.-recibió un pequeño golpe en su brazo.

-Pero a mi me hace ilusión, callate.-rió con ella.

Bien, se lo ha creído. Por poco me pilla.

Pero esa no fue la única cosa que preocupaba a Lady Dimitrescu pues llevaba sin ver a sus hijas casi todo el día y la extrañaba no escuchar sus risas por los pasillos.

¿Dónde estarán?

-Eli ¿Sabes algo de las niñas?-preguntó mirando los alrededores.

-La última vez que supe de ellas estaban entretenidas en los calabozos.-giró un poco para verla mejor.

-Pero no hemos escuchado ningún grito.

-Puede que se estén alimentando, ya sabes como son.

No, algo no esta bien.

Antes siquiera de volver a intentarlo llamaron a la puerta principal y una de las sirvientas dejó pasar a un par de invitadas importantes, Donna y Angie.

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