Capítulo 108

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Los años fueron pasando dando lugar a una niña preciosa de cabellos negros. Donna había resultado ser una pequeña niña algo tímida pero con bastante energía. Era más calmada que el resto de sus hermanas, pero si la provocaban lo suficiente podía unirse a los juegos y las bromas que solían hacer.

-¡Más alto!

Aunque nunca podían faltar los juegos con sus madres. Alcina en esos momentos tenía agarradas a sus brazos a las cuatro diablillas quienes reían pidiendo que las levantara otra vez. Parecía una atracción andante con tan solo verla subir y bajar los brazos.

Y con esto Lady Dimitrescu aprovechaba a distraerlas mientras su segunda madre no estaba. Solían ponerse nerviosas cuando la mujer de cabellos rubios salía sola y eso la vampira lo sabía.

Espero que vuelvas pronto hoy. No me gusta la idea de tenerte tan alejada.

Como si sus deseos fueran escuchados las puertas se abrieron mostrando la figura de la chica a la que tanto esperaba. Tenía un rostro cansado pero eso no evitó que sonriera al verlas.

-Vaya pesas más raras que te has ido a buscar, amor.-se acercó a ellas agarrando a Donna-. Que cosa más extraña.-la giró varias veces haciéndola reír.

-¡Mamá, soy yo!

-¡Una pesa que habla!-dijo a modo de juego-. ¿Cómo es posible?

-¡Mami!-rió la pequeña colgándose de ella.

-¿Donnie? ¡Oh no! ¿Qué le han hecho a mi niña? Habrá que devolverla a la normalidad.-sonrió ladinamente antes de hacerla cosquillas en la tripita. Las hermanas las miraban riéndose y fue cuando su madre decidió actuar de la misma manera.

-¡Madre!-rieron intentando librarse de ella. La pareja se miró al mismo tiempo y ambas dejaron a sus pequeñas en el suelo.

-¿Lista?-Alcina asintió-¡Ataque definitivo, cosquillas supremas!-y así ambas se lanzaron contra las niñas aumentando sus risas con apenas unos toques hasta que no podían más.

-Esto ha sido trampa.-se quejó Daniela intentando tomar aire.

-Ha sido muy justo.-añadió la ojiverde besando a su esposa-. Me gusta veros así, es una buena imagen.

-Ellas insistieron en que lo hiciera, idea de la muñeca.-suspiró la matriarca-. Te ves cansada, draga mea.

-No te preocupes por eso.-negó despacio apoyándose en ella-. Solo tuve que responder a varias plegarias del pueblo. Es increíble que con tanto avance aún necesiten una figura superior.-se quejó-. Pero lo bueno es que ya no necesitamos cazar en otras villas desde hace tiempo.-se giró a ver a las cuatro pequeñas, las cuales ya empezaban a poner ojitos. Sí, Donna había aprendido de sus hermanas-. Estoy bien, nenas.

-Pero mamá, tienes mala cara.-dijo Bela tomando una de sus manos.

-Nada que un buen té y una siesta no arregle.-la respondió tranquilamente-. Y si tengo los mimos de vuestra madre lo aumenta.-bromeó y rió al sentir un pequeño golpe en la cabeza.

Fue tan rápido como una mirada entre las cuatro hermanas para que Cassandra y Bela la agarraran de los brazos y Daniela la levantara del suelo mientra Donna iba corriendo a la cocina para preparar un té.

-¡Pero... Niñas!-en cuanto menos se lo espero ya estaba tirada sobre su cama viendo como el enjambre de insectos se iba rápido y volvía trayendo con ellos a Lady Dimitrescu dejándola de la misma forma que a ella.

-¡Aquí esta!-Angie llegó con Donna y la ayudó a subir a la cama para darle una tazita a su madre.

-Todo listo, bien hecho soldados. Descansen.-le dijo Bela a sus hermanas con una sonrisa. Las cuatro salieron con paso militar del cuarto cerrando la puerta detrás de ellas. La pareja de vampiras se habían quedado con la misma cara sin saber como deberían reaccionar. Elizabeth fue la primera en abrir la boca para decir una sola palabra.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora