Capítulo 17

4K 412 98
                                    

La bestia gruñó con hambre observando todos y cada uno de los movimientos de quien consideraba sus presas.

-Niñas, ir al punto de encuentro y esperarme allí.

-Pero madre...

-No me discutais ahora, obedecer.-las miró de reojo-. Tú también Elizabeth. Cuando de la señal salir corriendo hacia allí y no miréis atrás.

Las chicas asintieron confiando plenamente en su madre, pero la joven no estaba tan segura o más bien no tenía intenciones de dejarla. El wendigo empezó a avanzar hacia ellas con cautela.

-¡Ahora!-gritó justo cuando vio como flexionaba las patas dispuesto a saltar sobre ellas. Las chicas corrieron tanto como pudieron mientras Alcina peleaba con la criatura.

-¡Daniela!-llamó-. Dame el cuchillo.-le pasó las riendas del caballo que aún seguía con ellas aunque bastante asustado-. Dejad al caballo si os supone una carga pero marchaos ya.

-¿Qué cojones dices? Tu vienes con nosotras.-intervino Cassandra dejando de correr.

-No esta vez.-tomó su cuchillo de manos de la pelirroja-. No pienso dejar a vuestra madre, iros ya.-y antes de dejar que alguna de ellas la agarrara salió corriendo de vuelta al lugar.

-¡Elizabeth!-gritó Daniela siendo frenada por sus hermanas.

-¡No podemos hacer nada! Iremos al punto de encuentro y volveremos a por ellas.-dijo la hermana mayor tomándolas de la mano para desaparecer entre sus insectos.

Por otra parte Elizabeth siguió el camino contrario llegando a su destino para ver a Lady Dimitrescu peleando contra el wendigo con uñas y dientes. Pero lo que no esperó fue un golpe certero de su enemigo haciéndola perder el equilibrio y quedando expuesta a cualquier ataque. Fue entonces cuando ella actuó. Sacó otra de sus flechas y subió a una de las rocas teniendo mayor visión. Disparó lo más rápido posible asestandole en el hueco del ojo izquierdo haciéndolo gritar de dolor.

-¡Eh hijo de perra!-gritó llamando su atención-. ¡Ven aquí!-volvió a lanzar una flecha a su abdomen pero no causo el mismo efecto.

-¡¿Qué haces aquí?! ¡Marchate!-los nervios de Alcina aumentaron al ver el peligro que corría.

-¡Tú trata de levantarte antes de que se lance de nuevo a por ti!-respondió sin dejar de llamar la atención de su contrincante-. ¡Ven a por mi maldito cabrón!-y fue el último golpe que le dio el cual le enfado poniendo especial atención en la humana-. Joder.... -saltó de su sitio y empezó a correr-. ¡Confía en mi Alcina!

Fue todo lo rápido que sus piernas le permitían esquivando cualquier obstáculo y evitando caer, pero sentía como el wendigo la pisaba los talones.

Es rápido.

Miró por un momento hacia atrás viéndole más cerca.

¡JODER ES MUY RÁPIDO!

-Maldita sea.-siguió corriendo y saltó sobre los troncos caídos alzando sus brazos para columpiarse en una de las grandes ramas justo a tiempo pues la bestia cayó frente a ella con intenciones de haberle arrancado una pierna. Ella no se detuvo a pensar y saltó por las ramas cortándose con algunas de ellas. Volvió a sentir peso y presión para verlo detrás.

Piensa ¡Piensa!

Cayó al suelo y logró ocultarse bajo una de las rocas sobresalientes y esperó. En el momento en que la criatura pasó sobre ella salió de su escondite.

-¡Te pille!-lanzó una de sus flechas en el hueco de su mandíbula escuchando un grito de dolor mayor que los anteriores.

¿Un punto débil?

No tuvo mucho tiempo así que colocó dos de sus dedos en su boca y silbó todo lo fuerte que pudo para después sacar uno de sus cuchillos. El wendigo se lanzó sobre ella, pudiéndolo esquivar de milagro y viendo como este se sacaba la flecha que le molestaba. Negó con la cabeza sobre su plan suicida pero lo ejecutó de todas formas clavando su cuchillo en el mismo lugar.

Por desgracia para ella la golpeó tirándola al suelo y se puso sobre ella intentando devorarla. Elizabeth agarró su boca esquelética con ambas manos tratando de que su cara no acabara en sus fauces y presionó con su rodilla el cuchillo haciéndolo gritar más.

-¡AH!-gritó ella al sentir como sus garras se clavaban por su pierna izquierda deslizándose por ella y dejando su sangre salir.

Entonces ella apareció.

Alcina embistió contra la criatura incrustando sus garras en ella y cortando su carne con suma velocidad dándole tiempo a Elizabeth para levantarse.

-Tiene un punto débil.-señaló lo poco que se veía de su arma-. Si conseguimos llegar ahí acabaremos con él.

-Los wendigos solo mueren por el fuego.-respondió observando de reojo a la humana.

-Pero es mejor desestabilizarlo para poder llegar a matarlo.-giró su rostro hacia ella y sacó su otro cuchillo-. Confía en mi.

Por favor confía.

Alcina asintió resignada y ambas se lanzaron al mismo tiempo hacia él. Elizabeth cortó sus piernas para que cayera mientras Lady Dimitrescu lo golpeaba fuertemente contra el suelo y clavaba sus garras en ese lugar, pero no había acabado. Justo antes de levantarse Eli se tiró contra él sujetándose de sus cuernos y pasó su filosa arma por su garganta cortándola.

-¡La boca! ¡Desencaja su mandíbula!-Alcina la hizo caso tirando de ambos lados de la boca de la bestia rompiéndola y provocó que ambos cayeran al suelo-. Tsk... -se quejó la chica quitándoselo de encima.

-¿Estas bien?-preguntó Alcina viendo los pequeños cortes por su rostro.

-Se podría decir.

-Perfecto.-la tomó del cuello de su blusa alzandola a su altura-. ¡¿Cómo se te ocurre ponerte en peligro de esta manera?! ¡¿Acaso tienes idea de lo que podría haberte pasado?!-apretó su agarre mirándola con furia.

-Te dije que entrenaba para proteger lo que me importa. Protejo al castillo y a sus habitantes.-la miró fijamente-. Y eso te incluye a ti y a tus hijas Alci.

-Solo.... ¡No vuelvas a hacer eso!-gritó una vez más dejando que golpeara el suelo.

-Aw ¿Estabas preocupada por mi?-bromeó-. Gracias por confiar.

-¡MADRE!-se escucharon gritos de las niñas que venían con los caballos y antorchas-. ¿Estaís bien?-preguntaron bajando por la ladera.

-Tranquilas, ya hemos acabado.-tomó una de las antorchas que Bela la ofrecía y la dejó caer sobre el wendigo.

-Ya que estamos aquí hagamos la fogata en este lugar.-comentó la rubia-. Dudo que haya más por aquí.

-No lo creo, este era joven. Lo más seguro es que fuera su primera conversión, el resto saben a que no hay que atacar.-sacó el cuchillo de la menor del fuego y se lo dio.

Prepararon el pequeño banquete que tenían previsto con el fuego del wendigo y se sentaron a “cocinar” la carne de sus presas.

-¿Quieres?-ofreció Daniela.

-Aún no me he vuelto caníbal, pero gracias.-negó divertida mientras elevaba su pierna herida y rajaba su pantalón con el cuchillo.

-Tus habilidades son bastante sorprendentes.-dijo Bela mirándola.

-Nah, llevo entrenando desde que tengo memoria asi que no es para tanto.-se quejó al ver su herida.

-¡Peleaste con madre como una campeona!-alabó Daniela.

-Lo que hizo fue una estupidez.-dijo Alcina en tono de regaño mientras comía lo que sus hijas la daban.

-De nada.-sonrió mirándola mientras trataba su herida.

-¿Es grave?-preguntó en un tono más calmado.

-Nada de que preocuparse, un par de puntos y como nuevo.-limpió la sangre y vendó la herida-. Suerte que teneís todas comida, sino ya me veía como la cena.-soltó provocando las risas de todas.

Me alegro de que estes bien. Me tenías muy preocupada cervatillo, no vuelvas a hacerme esto.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora