Capítulo 50

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Los besos fueron subiendo de tono cada vez más hasta que Alcina fue capaz de dejarla sobre la cama jadeando.

-Antes de seguir quiero saber que es lo que me vas a pedir.-Elizabeth se puso de pie sobre la cama quitando el vestido de la mayor y lanzándolo a un lado mientras volvía a besarla con muchas ganas.

-Es fácil.-tomó sus manos atrayéndola a la cama y se colocó sobre ella sin dejar libres sus labios de tantos besos que se daban-. Lo que quiero pedirte... Es esto.-mordió suavemente su labio inferior y pasó sus finas uñas por el cuerpo semidesnudo de la vampira.

-¿Asi que la pequeña quiere dominar?-rió viéndola-. Si ese es tu deseo lo tendrás, pero no por toda la noche.

-Haré que valga la pena el momento.-la hizo quitarse el sujetador y empezó a jugar con sus pechos sin previo aviso haciendo que soltara pequeños gemidos.  Entonces empezó a lamerlos a su antojo y tiró de sus pezones en varias ocasiones haciéndola querer más.

-No me hagas esperar.-gruñó viendo las intenciones de la menor.

-¿Cómo dices?-bajó sus dedos moviéndolos ligeramente por la tela de su ropa interior.

-¡Eli!-se quejó rasgando las sábanas de su cama con sus uñas. La rubia solo sonrió y quitó las bragas de golpe para meter un par de dedos en su interior moviendolos rápido nada más empezar-. Eli~.

Los gemidos aumentaban, la mayoría de ellos formados con su nombre. Pero Elizabeth no buscaba solo satisfacerla, quería fastidiarla como ella lo hacía a veces. Bajó la velocidad de golpe recibiendo una queja de la mayor y en respuesta mordió sus muslos para que no cerrara sus piernas.

-¡No puedes dejarme así! ¡Termina lo que has empezado!

-¿Eso quieres?-dio una pequeña lamida tras otra dejándola siempre con ese ardor tan caracteristico volviéndola cada vez más necesitada.

-¡Si, eso quiero! ¡Hazlo!-sus nervios aumentaban, la necesitaba dentro. Elizabeth volvió a lamer, esta vez con más intensidad dejándola el limite de su orgamos-. ¡No! ¡No pares!

-Pidemelo.-sonrió dando caricias con su rodilla provocandola.

-¡Por favor Elizabeth sigue!-gritó con ganas de sentirla. La menor se quedó satisfecha con la respuesta y metió tres dedos en su interior golpeando su punto una y otra vez hasta escuchar su mayor gemido y como se corría entre sus dedos. La menor los lamió un poco y los metió en la boca de Alcina con una sonrisa.

-Sabes bien mi amada, quede satisfecha viéndote asi. Quien diría que Alcina sabia suplicar.

-No te pases.-gruñó cambiando posiciones-. Porque esto no ha acabado.

Oh shit ahora si que me pase.

Alcina no tardó ni un segundo en contraatacar rasgando su ropa con sus garras mientras se centraba en su cuello dejando más de una mordida. Pequeñas gotas de sangre caían haciendo que la mayor gimiera al lamerlas. Entonces se dio cuenta de algo, la pequeña humana estaba muy necesitada de ella.

Bajó lentamente hacia su zona aumentando su sonrisa al verla tan mojada.

-Alguien tiene muchas ganas.-rió cuando la menor posó sus manos en su cuello para unirlas en un beso hambriento. Alcina se dejó hacer, sin perder la dominancia en su boca. Quería darla un último privilegio antes de fastidiarla como ella lo había hecho-. Ahora se buena.-sujeto sus manos atandolas al cabecero de la cama y colocó una venda en sus ojos.

-¡¿Qué es esto?! ¡Alci!-se quejó tratando de zafarse.

-Tranquila pequeña, solo te haré sentir mejor y te ayudaré con esa necesidad tuya.-sintió suspiros en su cuello seguidos de aquel susurro. La cosa era clara, no sabría por donde la llegaría el placer.

Lady Dimitrescu fue rápida en posar su larga y fría lengua en la intimidad de Elizabeth provocando un gemido agudo por parte de ella. A medida que más lamía más sentía los tirones de la joven al querer tocarla y eso la estimulaba el doble. Siguió así hasta sentir que los gemidos subían y paró en seco.

-¡No! ¡Amor lo siento! ¡Por favor no me dejes así!-suplicó tirando de sus ataduras.

-No no no.-sujetó su mentón robandola un beso mientras se quejaba-. Pidelo bien.

-......-dudó bastante pero era eso o quedarse a medias cuando más la quería dentro-. Por favor mommy~.

-Buena chica.-murmuró Alcina metiendo sus dedos dentro de la tan nerviosa menor y los movió tan rápido como era posible en ese espacio tan dilitado. Fueron apenas unos segundos cuando salió el primer orgasmo de la noche por parte de la ojiverde. Sonriente se acostó a su lado quitando algunos de sus pelos que se pegaban a su rostro-. Descansa un poco, ahora viene segunda ronda.

-Ve preparando la silla de ruedas o el ataúd, de aqui no salgo viva.-sonrio volviendo a sentir sus manos libres y observó el hermoso rostro de su pareja-. Dios ¿Cómo puedes excitarme tanto con solo una mirada?

-Tendremos que discutirlo.-ambas rieron antes de volver al trabajo.

***

-¡Madre hemos vuelto!-saludaron las tres pequeñas entrando por la puerta con varias presas.

-Bienvenidas a casa mis niñas.-saludó de vuelta.

-¡ELI!-gritó la menor de las hermanas saltando a sus brazos de la emoción-. ¡He cazado una presa enorme!-explicó mientras Elizabeth la sujetaba tratando de no caer-. Oye te veo algo dolorida ¿Pasó algo?-preguntó preocupada. Elizabeth solo pudo lanzarle malas caras a la causante quien aguantó sus risas.

-No es nada, solo una mala postura para dormir.-sonrió volviendo a mirar a la matriarca.

-Bueno niñas contarnos como os ha ido.-invitó a que todas se sentaran para poder oír todas y cada una de sus historias.

Todas ellas eran increíbles e incluso algo cómicas. A la joven humana la llenaba de alegría por dentro al saber como disfrutaban de pequeñas cosas como estas. Una vez habían terminado Alcina abrazó a sus tres nenas mientras la rubia observaba la escena. Esta vez no sentía envidia pero si como algo la carcomía por dentro. De todas formas nadie quiere pensar en quedarse solo.

Fue antes de que pudiera retirarse que, tanto Dani como Alcina, tomaran sus manos y la empujaran al centro del abrazo. Su cuerpo explotó sintiéndose cálida por dentro, era una sensación maravillosa. Se dejó abrazar e hizo lo mismo tratando de aguantar las lágrimas de alegría. Las tres rieron dejando todas ellas un besito en su cabeza o mejillas mientras que Alcina las sonreía.

-Ya eres parte de la familia ahora Elizabeth.-elevó la vista rápidamente juntandola con la de la vampira.

-¡Si! Ya iba siendo hora.-dijo Bela.

-Podré soportarte algo mejor.-añadió Cassandra.

-Y no podrás escaparte de nosotras nunca más.-concluyó Daniela.

Gracias a todas.

-No hay nada que pueda hacerme rechazar esto.-devolvió los besos de las niñas y miro a la mayor-. ¿Una más?

-Si mi pequeño cervatillo, eres una más de nuestra familia. Ahora y siempre.

Ahora y siempre.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora