Capítulo 55

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Al día siguiente Elizabeth no paró desde que se levantó. Una vez despierta las niñas tiraron de ella para que desayunaran juntas y así distraerla. Su madre les había contado por encima lo que la rubia había visto y a ninguna le gustaba la idea de que pensara en ello una y otra vez.

En ese momento estaban sentadas bajo la sombra de un árbol de los jardines mientras jugaban con ella. Bela cepillaba su pelo emocionada haciendo varios peinados distintos, Cassandra le enseñaba las nuevas formas de pelea que había estado practicando y Daniela jugueteaba con sus manos.

Mientras tanto Lady Dimitrescu terminaba de preparar una de las salas. Su idea era la de crear un espacio comfortable para todas ellas y asi poder calmar los pensamientos de la menor. Increíblemente había aceptado la ayuda de Judy quien hacía las bebidas para cada una y acomodaba los cojines por el suelo.

-¿Crees que esto funcionara?-preguntó la vampira aún no muy segura de lo que estaban haciendo.

-Debería de hacerlo. Se abrió uno de sus recuerdos más dolorosos y esto la ayudará a encontrarse consigo misma.-respondió terminando de encender el fuego de la chimenea.

-Esta bien, confio en tu palabra.-se quedó callada escuchando atentamente-. No tardarán en llegar.

Segundos después de decir esas palabras se escucharon aquellos zumbidos y risas tan característicos. Las niñas tiraban de los brazos de Elizabeth mientras que sus insectos la hacían flotar un poco para no arrastrarla por el suelo. Pararon frente a su madre y dejaron a la humana en el suelo aún sorprendida.

-Eso... Me ha gustado.-sonrió-. Prefiero que me llevéis así a que tiréis de mis piernas y me uséis como trapo para el suelo.-bromeó levantándose y encontrándose con la mirada de su amada.

Alcina la veía con cariño y hasta con orgullo mientras acariciaba aquel rostro tan dulce. Se fijó en que no llevaba el cabello suelto como de costumbre sino que estaba recogido en una trenza adornada con flores.

-Veo que las pequeñas te han tratado bien.-la besó suavemente siendo correspondida al momento.

-Siempre lo hacen.-miró a su alrededor dándose cuenta de como estaba el suelo cubierto por mantas y cojines además del fuego encendido-. ¿Qué es todo esto?

-Oh ¿Esto? No es nada querida. Solo un pequeño rato en familia.-la tomó en brazos sentándose en su silla mientras la colocaba en sus piernas. Las tres hijas no tardaron en acostarse a sus pies. Elizabeth sonrió con la acción y se acomodó en el regazo de la vampira mientras esta tomaba un álbum-. Esto es uno de los álbumes de la familia Dimitrescu. Como sabes no solíamos tener muchas fotos hasta que llegaron los nuevos tiempos.

-Lo se, siempre fuisteis más de retratos.-dijo pensando en varios que había visto por el castillo.

-Exacto, pero este contiene todas las que pudimos hacernos. Y...-lo abrió casi por la mitad mostrandoselo-. A alguien especial.

La rubia se quedó observando una de las imágenes que estaba ahí. Era una niña pequeña de cabellos rubios y ojos verdes vestida de uniforme.

Espera un momento... Ese uniforme... ¡No puede ser!

Agarró la imagen con cuidado de no estropearla mientras se observaba a si misma hace años.

-Esta... ¿Soy yo?-se señaló a si misma con la boca abierta.

-¡Si! Fue una de las pocas donde quedaste tan bien y donde sonreías.-exclamó Dani alegre.

-¿Por qué tendríais una foto mía? Era una criada.-las miró a todas sin comprender hasta que las risillas de la mayor llamaron su atención.

-Es cierto que has servido a esta casa desde el primer día, pero eso no significa que no te ganaras nuestro cariño años antes.

¿Cómo dices?

Las risas de las niñas volvieron a escucharse. Ahí se dio cuenta de que había pensado en voz alta.

-Hoy estamos aquí para contarte historias totalmente reales de aquellos años.-comentó la mayor-. ¿Quién quiere empezar?-todas levantaron la mano al mismo tiempo haciendo reir a la pareja-. De una en una pequeñas habrá tiempo de sobra para todas.

-¿Por qué no lo hacemos por orden? Así no habrá problemas.

-¡No es justo, voy a ser la última!-se quejó la pelirroja cruzándose de brazos.

-La tuya será la mejor nena, ya lo veras.

Bela se colocó frente a ellas habiendo pensado una buena anécdota.

-Esto pasó a las semanas de tu llegada.-empezó a relatar Bela.

Caminaba por los pasillos en busca de una nueva criada a la que asustar y con suerte castigar en los calabozos cuando te vi a ti. Estabas parada frente al cuadro de madre mientras limpiabas todo. Dios era increíble como una cosita tan minúscula era tan rápida en su trabajo. Pero en ese momento no dejabas de mirar la pintura con un brillito en tus ojos.

-¿Qué estas haciendo?-me miraste con tranquilidad y te inclinaste saludandome.

-Lo lamento Lady Bela, miraba el retrato.

-¿Por qué?-escuchaba tu corazón latir pero estaba calmado.

-Me gusta, es bonito y no quería estropearlo con esto.-señalaste los cubos y miraste hacia arriba-. Quiero limpiar eso, las telarañas podrían empeorarla... Pero no llego.-rascaste tu nuca algo nerviosa.

-¡Oh! Entiendo eso.-me quedé mirándote un rato, eras muy pequeña y me parecía raro que no tuvieras miedo al ver mi sangre. Entonces te vi subir las escaleras y tomar un par de cajas para subirte en ellas. Eras muy terca a veces-. Necesitas ayuda.

-No hace falta, no quiero estorbarla Lady Bela.

-No era un pregunta.-volé a tu lado sorprendiendote. Te habrías caido de no ser por mi. Te subí a mi hombro y te acerqué al sitio mientras lo limpiabas rápido-. No te acostumbres a esto, no puedo ayudarte siempre.

-Lo se, gracias por tu ayuda.-la verdad en ese momento no sabía que bicho te pico pero estabas muy bien enseñada para ser una nueva mascota.

-Ven conmigo, buscaremos algo para ti.-suspiré y te extendí mi mano para ir más rápido. Fue ese el día donde encontramos un taburete lo suficientemente alto para ti.

-Sinceramente nunca me lleve contigo, solo te miraba al trabajar y siempre me recibías con respeto o con una sonrisa. Eso si, no quitabas ojos de madre.-añadió Bela casi riéndose.

-No podía apartar ojos de semejante belleza.-rió Eli al ver el pequeño sonrojo de Alcina-. No me esperaba haber tenido un momento a solas contigo en ese entonces Bela. Gracias por contarlo.-agradeció con sinceridad.

-¡Ahora voy yo!-gritó Cassandra apartando a su hermana mayor de un empujón-. Y la mía seguro que es más interesante.

-¿Contigo también?

-Nah, yo te evitaba lo máximo que podía.-bufó-. No me gustan los niños y tú no eras la excepción. Pero esto paso cuando eras algo más grande. Y tiene que ver con algo que te pertenece.-sacó una caja de debajo de las mantas dándosela.

A ninguna de las presentes les hacia falta abrirla para saber de que era. Elizabeth acarició la parte superior nostálgica para después abrirla.

Mis cuchillos.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora