Capítulo 26

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Habían pasado ya dos semanas desde el incidente, semanas cuyos días pasaron muy lentamente para la rubia quien recuperaba un poco los sentidos. También había que decir que siempre quería hacer cosas pero ninguna la dejaba e incluso Donna se veía obligada a dormirla a veces.

Justo en este momento estaba siendo vigilada por Cassandra ya que había intentado levantarse de la cama más de una vez y todo con el mismo propósito.

Necesito verla.

Miró de reojo a Cassandra y se sentó como pudo en la cama. Volvió a mirarla encontrándose directamente con sus ojos estudiando cada movimiento.

-Sabes que no puedo estar tumbada siempre.-soltó como excusa.

-Mira, sé que esto es aburrido y todo eso pero tienes que recuperarte.

-Eso ya lo se, soy consciente.-dijo tomando su brazo izquierdo y dejándolo caer-. Estoy deseando a empezar la rehabilitación.

Bufó al no escuchar respuesta, según ella las mejores visitas eran las de Daniela y las de Donna pues eran las que más la distraían. Bela hacía el intento e incluso la ayudaba pero Cassandra.... Cassandra solo hacía que no se moviera ni un centímetro.

-Es curioso.-dijo mirándola-. Tú que eres la que menos me soporta es quien me esta cuidando.

-No te lo tomes a la ligera, solo lo hago porque le importas a madre.

-Ya y las clases de arco no influyen en que empieces a tomarme cariño.-rió con la ironía al ver la cara de la chica.

-¡Callate!-se quejó cruzándose de brazos ante las risas de la contraria.

El rato pasaba y ella más pensaba. Buscó aquella nota releyendola otra vez y sintió un impulso.

-Cassandra quiero ir a verla.

-Sabes la respuesta, no.

-Mis piernas estan en perfectas condiciones para un pequeño paseo. Por favor Cass.

-Ni aunque me llames así vas a conseguir que te lleve allí. No puedes levantarte de la cama hasta que Donna vea mejora, idiota.

Otra vez no, así no voy a conseguir nada.

Entonces una idea surcó su cabeza al ver aquellos polvos o más bien las esporas que Donna usaba para dormirla cuando la costaba aguantar el dolor o cuando se ponía insoportable. Sonrió de lado y sin que la azabache lo notara tomó un poco en su mano. Empezó a destaparse dispuesta a levantarse siendo frenada rápidamente por ella.

-¡Te he dicho que...!-vio la sonrisa de la rubia y un mal presentimiento rodó por su espalda.

-No me odies por esto.-lanzó las esporas a su cara adormeciendola al instante. La sostuvo en sus brazos y la dejó en la cama mientras ella se dirigía a su destino.

Fue el camino más largo y difícil de su vida. Cada paso pesaba como si llevara toneladas de peso agarradas a sus piernas y sentía su cuerpo temblar, pero nada de eso iba a retenerla.

***

Alcina se encontraba sentada en la misma celda sin apenas moverse. Se sentía tan mal por todo lo que había provocado, por no saber controlarse y por herirla de muerte. No iba a decir que había llorado en silencio algunas veces mientras sus hijas no estaban pero así había sido.

Todos sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar como bajaban hasta los calabozos y lo primero que pensó fue en sus hijas, todo hasta notar pasos lentos y un ligero latido.

Eres mi único pensamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora