Capítulo 54

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Alcina caminaba por los pasillos pensativa acerca de las palabras de la sirvienta. La preocupaban los sueños que su amada estaba teniendo, siempre se levantaba entre gritos o lágrimas. No podía seguir permitiéndolo.

Abrió la puerta de su cuarto encontrándose a la menor sentada en el borde de la cama.

-No sabía que estabas despierta.-habló la menor-. ¿Fui yo?-Alcina negó con la cabeza.

-No, tranquila.-se sentó junto a ella y le acercó la taza que Judy la había dado-. Toma esto, te vendrá bien para las pesadillas.

-Adivino, remedio de Judy.-sonrió ante la afirmación de la mayor-. Alci ¿Qué ocurre? No dejas de mirarme así.

-Estoy molesta.-gruñó leve sin quitar su mirada de ella-. Debiste avisarme de que habías tenido otra pesadilla.

-Amor, necesitas dormir y conservar energías. Bastantes noches has aguantado esto.

-Me da igual.-se cruzó de brazos indignada-. Y no vuelvas a intentar dormirme, sé perfectamente lo que hiciste.-la rubia palidecio y se rascó su nuca nerviosa.

-Esta bien, lo siento. No quería preocuparte más.

-Si no quieres hacerlo entonces bebete eso. Necesitamos que te recuperes de esto.-señaló la taza y volvió a mirarla.

Elizabeth bebió sin rechistar, tampoco tenía muchas opciones y lo que menos la apetecía era enfadar a la vampira. A medida que bebía sentía más sueño, sus parpados se caían poco a poco cerrando sus ojos y antes de que pudiera darse cuenta había caido sobre los brazos de la mayor.

-Espero que esto funcione.-fue lo último que escuchó venir de ella antes de caer en el mundo de los sueños.

Era el mismo lugar de la última vez pero esta vez se veía todo más claro. Era una casa como otra cualquiera que acogía a sus habitantes ante la oscuridad de la noche.

-¡Dejala!

Los mismos gritos pero esta vez podía acercarse más a aquella figura. Una mujer joven de cabellos rubios gritaba desesperada tratando de alcanzar algo. Estaba herida, su sangre caía por su abdomen mientras trataba de caminar. Elizabeth se movía lentamente, pues era imposible correr, y vio a la chica con más detalle. Ya no había duda, era la misma mujer que vio tocar el piano y la misma voz que solía hablarla.

¡Madre!

Quiso gritar, quiso ayudarla pero su voz no salía de ella por mucho que forzara sus cuerdas vocales. Entonces otra figura más oscura apareció entre risas.

-¡Para esto! ¡Deja a mi hija!-ambas vieron a la figura tomar a un bebe en brazos, una cosita pequeña que no dejaba de llorar.

-Shh... Así solo la vas a alterar.-su voz no se podía diferenciar, era como si el mismo sueño lo impidiera-. Con lo tranquila que es.-acarició el rostro lloroso de la niña de apenas unos meses.

-¡No la toques! ¡Sueltala!

¡Basta! ¡Para esto!

Gritaba internamente y corrió hacia la figura sintiendo la adrenalina del momento. Quiso empujarla, quiso quitarle al bebe pero no pudo. El bebe desapareció de su vista y aquellas mismas manos se posaron en su garganta apretándola con gran fuerza.

No quería acabar de la misma manera que la otra vez. Pataleó y peleó sin importar que para apartarla y fue entonces cuando se dio cuenta. No la estaba ahogando a ella.

-¡Devuelveme a mi hija!-forcejeó la mujer-. ¡¡Elizabeth!!-gritó más fuerte al escuchar el llanto de su nena.

-Tú hija ahora me pertenece.-la agarró del cuello y comenzó a ahorcarla.

Elizabeth veía a su madre siendo levantada del suelo y como peleaba por algo de aire. Vio como sus labios se tornaban morados al igual que su cuello. Escuchaba sus últimos y dolorosos respiros y veía a su madre morir.

¡No! ¡NO! ¡DEJALA!

Corrió hacia ellas con el miedo pasando por sus venas como si de sangre se tratara. Necesitaba salvarla, lo ansiaba con toda su alma pero por más que corría parecía no moverse del sitio donde estaba. Vio como su madre perdía el brillo en sus ojos.

¡NO! ¡POR FAVOR SUELTALA!

-Eli....zabeth....

Y con esas últimas palabras su madre dejó de respirar, su alma dejó su cuerpo tras haber muerto.

¡¡¡NOOOO!!!

-¡¡¡NOOOO!!!-saltó asustada y con la respiración agitada. Todavía era capaz de sentir el miedo. Unos brazos grandes y fuertes la rodearon en un abrazo protector que la comfortaba.

-Sh... Ya esta mi amor, ya esta.-dió caricias suaves y en círculos por su espalda. Elizabeth se abrazó a ella sin poder evitarlo, sentía que en cualquier momento eso pasaría. Pero la cruda realidad era que ya había ocurrido. Dejó que Alcina la calmara y limpiara sus lágrimas, ni siquiera se había dado cuenta de que estaba llorando.

-Ella.... Ella...-trató de decir siendo silenciada por la vampira.

-Lo se mi cervatillo.-contestó sin más y siguió las mismas caricias.

Ha funcionado mejor de lo que esperaba, pero no se si ha valido la pena que viera algo que la pusiera de esta manera.

-¿Quieres contármelo?-susurró dulcemente en su oído.

-Era mi madre.-dijo aún con la voz temblorosa-. Yo estaba allí, era un bebe y.... Alguien vino a por mi. Mi madre sangraba y no dejaba de gritar una y otra vez. Alcina.... La vi morir... Vi como la mataban.-murmuró lo último dejando caer más lágrimas.

Alcina sintió congoja en el pecho, sabía lo duro que era perder a alguien pero era aún peor cuando presenciabas la muerte de esa persona. No era capaz de imaginarse el dolor que la humana debía de sentir en estos momentos.

-Era necesario que lo vieras.-besó sus lágrimas tratando de recomfortarla-. Es duro mi amada, pero necesitabas saber de tu madre.

-Por un momento creía que tendría oportunidad de conocerla en persona. Creí posible saber quien era pero ahora.... Ahora se que no.

Alcina la giró y levantó su cabeza mirándose fijamente.

-Sé que ahora es muy tarde para hacer algo Eli, pero sabrás quien era. Encontraremos cosas de tu madre. Ahora sabemos que ocurrió con ella, pero al menos ahora tienes sus recuerdos. Esa canción que siempre tarareas, es la misma que tocaste en el piano. Tu madre no se ha ido para siempre.-tocó el lado izquierdo de su pecho donde estaba su corazón-. Ella vive en ti. Y estoy segura de que te protegerá y guiará siempre.

La joven humana no tenía palabras para agradecerla. Tenía tantas que decirla por cuidarla y estar siempre ahí. Simplemente se lanzó a ella rodeando su cuello con sus brazos mientras escondía su cara en su hombro.

-Gracias Alci.... Gracias....-fueron las únicas palabras que lograron salir de su boca. Lady Dimitrescu la abrazó con cariño y vislumbró un pequeño álbum que tenía en su escritorio. Era uno que había estado buscando desde que los recuerdos de Elizabeth empezaron a aparecer y una idea surgió en su mente.

-Mañana será un día en familia. Tú, yo y las niñas. Solo nosotras.-la besó suavemente-. Y después hablaremos de como eras al llegar aquí.-la menor asintió con la cabeza con algo de emoción antes de dormirse en los brazos de su pareja-. Mañana será un gran día.-susurró Alcina para si mientras tres figuras aparecieron frente a ella.

-¿Ya esta mejor?-se acercó Daniela viendo a Eli dormida, esta vez sin tensión ni miedo.

-Todo bien ahora. Sé que estabais detrás de la puerta escuchando, creí que os había enseñado mejores técnicas que esas.-reprendió.

-Estabamos muy preocupadas.-se disculpó Bela en nombre de todas.

-Entonces mañana ¿Día entero para nosotras?-preguntó Cassandra.

-Si, pensar las actividades que querréis hacer y recordar cualquier historia que se os venga a la mente. Mañana aclararemos su pequeña cabecita.

Las tres jóvenes Dimitrescu asintieron emocionadas antes de salir de la habitación dejándolas dormir.

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