Capítulo 1: Renunciar al alma

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ANGELA

Todo el mundo se cree un héroe

Fantaseamos con momentos de gloria.
Los leemos en los libros y los vemos en las películas.

¿Correr a un edificio en llamas para rescatar a un perro? Claro. ¿Donar un riñón a un amigo? Sin problema. ¿Intervenir en un robo a mano armada? Fácil

Pero la cruda realidad es que nadie sabe como reaccionaría llegado el momento. Hasta que el ladrón no tenga el arma apuntando a tu sien y puedas oler la pólvora, nada.

¿Y si llega el momento? ¿Serás lo suficientemente fuerte? Para enfrentarte al arma y decir: "Escógeme. Dispárame. Mátame."

Cuando llegue el momento, ¿qué elegirás?

¿Tu vida o la de ellos?

***

Apreté la mano de mi padre, con el corazón en la garganta. Me dolia verlo asi. Estaba inconsciente en la cama del hospital, con tubos conectados a los brazos y al pecho. Las máquinas sonaban a su lado y una máscara de oxígeno le cubría la cara.

Las lágrimas cayeron por mis mejillas y yo, volví a secarlas por milésima vez.

Era imprescindible en mi vida. El ancla que mantenía unida a nuestra familia. Un pilar de fuerza y salud.

Lucas, mi hermano mayor, apareció por la puerta. Me acerqué a él y lo abracé.

—¿Qué dijo el médico? —pregunté

Lucas, miró por encima de mi hombro a papá.

—Salgamos al pasillo —dijo

Asintiendo, me acerqué a papá y le di un beso en la frente antes de salir con Lucas fuera de la habitación.

Bajo la luz fluorescente del pasillo del hospital, recorrí a mi hermano con la mirada. Al verlo con el pelo revuelto, las mejillas sin afeitar y unas profundas ojeras moradas, supe que había tenido un día duro

—Escucha, Angie... —Lucas comenzó a hablar. Cogió mi mano entre las suyas como hacía cuando era niña y me daba miedo la oscuridad—. Necesito que mantengas la calma, ¿de acuerdo? Sé fuerte. La noticia... es bastante dura.

Asentí con la cabeza y respiré profundamente para tranquilizarme.

—Papá... —Lucas comenzó, luego se detuvo y clavó su mirada en el techo. Se aclaró la garganta—. Ha tenido un derrame cerebral.

De nuevo, las lágrimas brotaron en mis ojos.

—Todavía no sabemos con qué intensidad le ha afectado, pero creen que la ELA ha tenido algo que ver —continuó.

—¿Qué podemos hacer? —pregunté, con voz desesperada.

—Ahora descansar —dijo Danny, mi otro hermano, desde detrás de mí. Se acercó y me dio un abrazo—. Los médicos todavía están haciendo algunas pruebas.

Mis dos hermanos compartieron una mirada, y supe que habia algo que no me estaban contando.

—¿Qué? —pregunté—. ¿Qué es?

UNA PROPUESTA INMORALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora