ANGELA
A medida que me fui haciendo mayor, la gente empezó a preguntarme cuál sería el superpoder que elegiría.
Siempre digo que elegiría la invisibilidad.
El poder de ocultarse pero a la vez seguir estando al tanto de lo que sucede en el mundo. Ver, oír, pero sin la presión de la interacción.
Soñaba con ser invisible.
Sinceramente, en muchos aspectos, ya lo era. En la escuela, sabía la respuesta pero no levantaba la mano. En casa, quería cosas, pero quería que los demás cumplieran su lista de deseos primero.
Para mí, si pudiera volverme invisible, estaría completa. Podría moverme por este mundo como el eco, ondulando con una gracia silenciosa. Podría hacer lo correcto y no tener la presión de tener que dar la cara...
Al ser pequeña, simplemente habría más espacio para todos los demás, ¿no?
Pero cuando me enteré de que habían perdido el latido del corazón del bebé de Em, mi sobrina, no quise ser invisible, nunca más.
Quería elegir otro superpoder.
La capacidad de volar. Llegar lo más rápido posible, sin que el tráfico o el aparcamiento o las rutas de la carretera me lo impidan.
Pero en cuanto llegué al hospital, volví a ser mi yo semitransparente... Me encontré a mi padre, que me miró como si hubiera visto un fantasma.
No podía creer que después de luchar por vivir, después de hacer todo lo posible por estar vivo para conocer a sus nietos, estuviera de nuevo en un calabozo estéril. Sólo que esta vez, no estaba luchando por sí mismo. Estaba viendo luchar a su nieto.
En la habitación del hospital, el aire estaba cargado de indignación. Lucas estaba sentado junto a Emily, que estaba en la cama, agarrando su mano con fuerza. Papá se paseaba de un lado a otro mientras el médico nos lanzaba tecnicismos.
—Voy a comprobar las medidas del feto. Sólo tenemos que preocuparnos si no hay latido fetal en un embrión que tiene una longitud entre la coronilla y la rabadilla superior a cinco milímetros —dijo, trazando sus dedos sobre el vientre de Em.
—¿Qué significa eso? —Lucas respondió, con la voz cargada de pánico.
—El ecografista vendrá pronto para ver si necesita una ecografía transvaginal o una ecografía abdominal en 2D o 3D —explicó el médico.
Las miradas de confusión se dispararon por toda la sala como metralla.
—Por favor, tenemos miedo. Díganos qué está pasando. —Em estalló.
—Se lo acabo de decir, señorita —respondió el médico.
—Quiere decir que nos cuente lo que pasa en inglés —aclaró mi padre.
—Dice que hay truenos pero no necesariamente una tormenta —anunció una voz desde la puerta. Todos giramos la cabeza y allí estaba él. El hombre que amaba.
El hombre de mis sueños.
El hombre con el que estaba tan jodidamente "furiosa".
ESTÁS LEYENDO
UNA PROPUESTA INMORAL
RomanceXavier Knight tiene claras que dos cosas garantizan la excitación de una chica: los coches deportivos y el dinero. Él tiene ambas. Cuando un escándalo le obliga a casarse con Angela Carson, una don nadie sin dinero, deduce que es una cazafortunas y...