Capítulo 107: Un castillo convertido en jaula

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XAVIER

Me senté en los familiares sillones de cuero de la sala de juntas de Knight Enterprises, mirando la larga mesa de madera y los asientos vacíos que tenía delante.

Me encantaba este lugar.

Desde mi puesto de mando a la cabeza de la mesa, había cerrado innumerables tratos aquí. Sentía la sangre correr por mis venas cuando me acercaba a un cliente, intuía el momento en que cedería a mis propuestas con la misma seguridad que un depredador podría sentir el momento de atacar.

Había hablado con los competidores, destruido a los rivales, todo desde esta posición de poder.

Fue un subidón de adrenalina.

Una ráfaga de emoción.

La emoción de saber que era el hombre más poderoso de la sala.

De la ciudad.

Estábamos a punto de celebrar una reunión sobre los márgenes de beneficio previstos para la nueva estación de los Alpes.

Debería estar paseando por las ventanas del suelo al techo, contemplando la imponente vista de Nueva York mientras ensayaba mis propuestas en voz baja. Debería estar aclarando mi mente y afilando mi lengua, preparada para derribar cualquier argumento que se atrevieran a lanzar contra mí.

Pero no estaba pensando en nada de eso.

En cambio, pensaba en mi padre.

Pensaba en mis últimos momentos con él, la rabia y el arrepentimiento todavía me quemaban.

De cómo decidió egoístamente volver a casarse sin decírmelo, de cómo decidió egoístamente convertir a Penny, mi ex-follamiga en mi madrastra, y darle una participación en mi empresa, sin decírmelo.

Hice un esfuerzo consciente para relajar mi agarre en el reposabrazos antes de romper el cuero. Tuve que estabilizar mi respiración antes de tirar la maldita silla por la ventana.

Sabía que papá no hizo nada de eso para herirme.

Sólo quería encontrar la felicidad.

Sólo hizo lo que le pareció mejor.

Eso no significaba que no me doliera, que no me hiciera subirme por las paredes de rabia.

Sin embargo, lo daría todo por tenerlo de vuelta. Tenerlo aquí para que pudiera ver a su nieto, ver la hermosa familia que quería tener con Angela.

Mi ángel.

Al pensar en ella, toda la ira se desvaneció.
Todo el estrés, el fastidio, desapareció como una aventura de una noche a primera hora de la mañana.

Ni siquiera las cosas que más me gustaban del negocio podían compararse a ella. La emoción de cerrar un trato ni siquiera se acercaba a la emoción de tener su piel sobre la mía, el sonido de su voz susurrando mi nombre.

Cerré los ojos e imaginé que llegaba a casa después de un agotador día de trabajo, todo para poder ver cómo se le iluminaba la cara cuando se giraba y sus ojos se posaban en los míos.

UNA PROPUESTA INMORALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora