Capítulo 50: Recordatorios

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ANGELA

Con un quejido, me llevé las palmas de las manos a los ojos y rodé sobre mi espalda.

La cabeza me latía con fuerza, la boca me sabía a tiza y el estómago se me revolvía.

¿Qué demonios pasó anoche?

Se oyó un ligero golpe en la puerta.

—¿Sí?

Xavier entró en la habitación, con una vaso de agua en una mano y una gran sonrisa en la cara. —Buenos días.

Entrecerré los ojos contra la luz que se filtraba a través de la ventana. Estábamos en el dormitorio de mi infancia. Había pegatinas de estrellas pegadas en el techo. Luces parpadeantes rodeaban los postes de madera de la cama.

Xavier no pertenecía a este lugar, no con su camiseta ajustada de diez mil hilos y sus anchos hombros.

—Buenos días. —Me puse a un lado de la cama y me subí la sábana de lunares hasta la barbilla.

Xavier se sentó en el borde del colchón, haciendo crujir los muelles. Me entregó el vaso de agua y una aspirina.

Agradecida, me tragué la pastilla y coloqué el vaso en mi mesita de noche. —¿Qué pasó anoche?

Un destello brilló en los ojos de Xavier. —¿No te acuerdas?

—Nada después del tercer chupito de tequila —admití.

La expresión de Xavier cayó. —¿De verdad? ¿Nada de nada?

—No, ¿por qué? ¿Ha pasado algo? —Mi ritmo cardíaco se aceleró, el latido en mi cabeza se hizo aún más fuerte. ¿Alguien resultó herido?

—Fue nuestra primera vez —dijo Xavier, poniendo mis manos entre las suyas.

Mi estómago dio un vuelco. —¿No querrás decir...?

Xavier asintió. —No puedo creer que no lo recuerdes. Es decir, no fue exactamente como pensaba, pero la forma en que te apretaste contra mí, no pude resistirme.

¿Tuvimos Xavier y yo sexo anoche?

No, no puede ser. No puede ser, pero la forma en que me sonreía...

No podía respirar.

Se me llenaron los ojos de lágrimas. —Por favor, dime que es una broma.

—Oye, oye, shh —me dijo Xavier, secando mis lágrimas con sus pulgares—. Te estoy tomando el pelo un poco. Sólo ha sido un beso. Te prometo que tendremos más.

Me dio hipo. —¿Un beso?

—Sí. —Xavier frunció el ceño—. ¿Qué creías que quería decir? ¿Que nos habíamos acostado?

—¡Sí!

—¿En la casa de tu padre? ¿Con tu hermano durmiendo a menos de un metro y medio? ¿Mientras estabas borracha?

Subí las sábanas, cubriendo mi cara. —Fuiste tú quien dijo que había sido 'nuestra primera vez'.

—Oye —dijo Xavier, bajando la sábana. Buscando cuidadosamente mi cara, como si tratara de encontrar algo—. Angela, ¿eres virgen?

UNA PROPUESTA INMORALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora