ANGELA
Vamos. Contesta. Por favor.
—¿Hola? —respondió finalmente.
—Hola, Em —dije, conteniendo la respiración por su reacción. Hacía un par de semanas que no hablábamos. No porque no hubiera intentado contactar con ella debía de enviarle diez mensajes a la semana, sino porque no había tenido interés en responder.
No fue como las otras veces en las que nos habíamos metido en peleas estúpidas y una de las dos se enfadaba, pero luego nos reconciliábamos al día siguiente y nos reíamos de ello con galletas de chocolate.
No, esto era muy diferente. Esta vez no se sentía que Em estuviera enfadada. Se sentía como si estuviera... por encima de eso. Por encima de mí.
Ella estaba esperando que yo dijera algo. Para demostrar que había un motivo para que la llamara, incluso después de su clara evasión de mis intentos anteriores.
Me gustaría ser mejor en estas cosas.
¿Conoces el dicho que los padres sobreexcitados dicen de sus hijos que hablan rápido? ¿Qué serían capaces de vender hielo a los esquimales, o algo así?
Bueno, nunca tuve esa habilidad.
Lucas, claro. Siempre hablaba para salir de los problemas, con los profesores, con papá y con todo el mundo.
Pero yo no tenía ninguna red de seguridad. No podía confiar en mí misma para tejer una red de excusas a la primera de cambio. Como resultado, me volví muy buena para seguir las reglas.
Si no te metes en problemas, no tienes necesidad de salir de ellos.
Pero ahora, aquí estaba, mi mente nadando en círculos. ¿Por dónde podía empezar? ¿Cómo podía verbalizar lo mucho que quería recuperar a mi mejor amiga, sin explicar nada más?
—Em, escucha... —empecé, y entonces tuve un impulso muy parecido al que tenía de pequeña, cuando Lucas hablaba a su manera de una historia animada y yo miraba la cara de papá, incrédulo...
No, el vecino no chutó la pelota de fútbol a través de la ventana del camión de papá. Y así escupía la verdad.
—Em, papá está enfermo —dije, pensando que era un buen punto de partida.
—Lo sé, Angie —dijo ella, con la voz más suave—. Lucas me ha puesto al día. ¿Lucas? Pero eso se me escapó de la mente tan rápido como entró porque ya me estaba preparando para lo que iba a decir a continuación.
—Sus facturas, sus tratamientos... no había manera. —Me ahogué en lágrimas, sorprendida por lo repugnante que sonaba todo aquello cuando lo decía en voz alta.
—No había forma de que pudiéramos pagarlo.
—Pero estás casada con un Knight, por el amor de Dios —dijo, y luego se detuvo inmediatamente. Como si lo estuviera entendido.
Respiré profundamente.
—Conocí a Brad Knight sin saber quién era. Parecía tan... triste. Estaba solo en un banco del parque el día que me enteré de que había pasado a la siguiente ronda de entrevistas, y estaba repartiendo esos lirios en el parque. Le pregunté si estaba bien. Hablamos, muy brevemente, y me olvidé de él. Pero me localizó, Em, justo después de que papá tuviera el primer ataque. Y él... propuso este... arreglo.
—¿Arreglo?
—Si le ayudaba a arreglar el corazón de su hijo, me ayudaría a arreglar la salud de mi padre.
ESTÁS LEYENDO
UNA PROPUESTA INMORAL
RomanceXavier Knight tiene claras que dos cosas garantizan la excitación de una chica: los coches deportivos y el dinero. Él tiene ambas. Cuando un escándalo le obliga a casarse con Angela Carson, una don nadie sin dinero, deduce que es una cazafortunas y...