Capítulo 145: Sello X

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XAVIER

Me crucé de brazos y miré el lugar. Con la ayuda de Al, había encontrado una destilería de whisky recién desocupada en Brooklyn, justo a tiempo para poder comprarla.

Era un diamante en bruto. Con un poco de trabajo, este lugar funcionaría como una máquina bien engrasada, produciendo el mejor whisky del norte de Kentucky.

Sello X. Así lo llamaría yo.

Paseé por los terrenos de mi nueva oficina, sonriendo para mí.

Imagina que los chicos de The Hatchback se enteran de esto.

Eso les daría una lección, pensé. La mayoría de esos tipos no me habían devuelto los correos electrónicos ni las llamadas desde que perdí el trabajo.

Supongo que nuestra amistad había estado supeditada a mi título de director general.

Pensándolo bien, me importaba un bledo lo que pensaran de mí. Si tenía su aprobación o no.

Aunque no había sido fácil, ahora me alegraba de haber dejado de ser un miembro honorario del club de los chicos de Wall Street. Era un estilo de vida glamuroso, sin duda, pero no sacaba lo mejor de mí.

Siendo suave.

Ahora que me había ido, podía ver eso.

Al era el tipo de hombre con el que jamás pensé que haría negocios. Me bastó una sola mirada para saberlo, con su barba, su franela y sus vaqueros.

No, mi estrecho círculo solo incluía a gente de la ciudad. Tiburones. Pero olvidé lo más importante de los tiburones... que muerden.

Y me alegré de dejar atrás esas aguas turbulentas.

Al era la sal de ese mar, un hombre en quien poder confiar. Tenía la cabeza fría.

Por los planes que habíamos trazado para la destilería Sello X, me di cuenta de que tampoco era un novato en los negocios. Entendía la importancia de las finanzas, de los beneficios, pero no se dejó llevar por eso.

Para Al, se trataba de pasión. El whisky era un arte.

—Si creas un producto realmente bueno, todo lo demás encaja solo —me dijo Al.

Esa idea se me quedó grabada. Me hizo pensar que podía aprender mucho de un hombre como Al Tenenbaum.

Perdido en mis pensamientos, contemplé la brillante maquinaria metálica. En pocos meses, este lugar estaría listo para funcionar. Ayudaría a Angela con los recién nacidos, y luego me lanzaría de cabeza a este proyecto.

Sentí que una mano se posaba en mi hombro.

—Hola, X —llegó la áspera voz de Al.

—Me alegro de verte, Al —saludé a mi compañero, estrechando su mano—. Tiene buena pinta, ¿eh?

Al se cruzó de brazos, con la camisa de franela arremangada hasta los codos.

—Sí, es una belleza —coincidió, mostrando su sonrisa campechana.

Nos quedamos allí un momento, admirando el lugar.

—Tengo un regalo para ti —dije, abriendo el maletín que tenía a mis pies. De la bolsa saqué una botella de Nikka Taketsuru Pure Malt, el mejor whisky japonés, y dos vasos de cristal.

Le entregué la botella a Al. Inspeccionó la etiqueta y dejó escapar un silbido.

—Te has superado, Xavier —dijo—. ¿Hacemos los honores?

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⏰ Última actualización: Oct 24 ⏰

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