ANGELA
Bella estaba en plena rabieta mientras el coche de Marco subía a toda velocidad.
Resulta que no importa cuántas veces digas "Shhhh, pequeño bebe", los bebés no escuchan. Yo lo aprendí por las malas.
Cuando Bella empezó a llorar en
Washington Square Park, intenté balancear el cochecito de un lado a otro. Cuando eso no funcionó, la cogí en brazos, pero eso solo hizo que llorara más.Miré a mi alrededor, esperando desesperadamente que hubiera una doula o una comadrona dando un paseo por el parque. Pero nadie vino en mi ayuda. En todo caso, la gente me miraba como si estuviera loca. O incluso como si lo estuviera maltratando.
Necesitaba refuerzos.
Em no era una opción. Sabía que vendría corriendo, pero lo último que quería era arruinar su día de relajación.
Así que llamé a Marco. Por suerte, estaba cerca y llegó rápidamente. Dobló el cochecito en el asiento trasero mientras yo sujetaba al bebé que gritaba en la sillita que había recogido.
El llanto del bebé era más fuerte que cualquier bocina que sonara a nuestro alrededor.
—Espero que Lucille sepa cómo ayudar — grité mientras intentaba que Bella se tomara un biberón de leche artificial, que no parecía interesarle mucho.
Marco me dedicó una sonrisa tensa por el retrovisor, —Estoy seguro de que lo hará.
El portero me ayudó a meter a Bella y su cochecito en el ascensor. Sostuve al bebé llorando contra mi pecho durante el viaje más largo de mi vida.
Finalmente, irrumpí en el apartamento.
Coloqué a Bella en el sofá. Agitó los brazos y las piernas con su body rosa a rayas.Cuando levanté la vista, Lucille estaba de pie junto a la cocina, mirándonos fijamente.
—¿Sabes cóme consolar a un bebé? —le pregunté desesperada.
Lucille abrió los ojos y negó con la cabeza.
Mierda.
—Bueno, ¿puedes intentar ayudarme? —le rogué.
Lucille se acercó de puntillas hacia nosotros como si Bella fuera una bomba que pudiera explotar en cualquier momento.
Juntas, miramos a la niña que solloza.
—He intentado alimentara, mecerla... —
Hice una lista mental de las cosas que necesitaban los bebés.—Debemos comprobar el pañal —dijo
Lucille con gravedad.Me encontré con su mirada y asentí.
Ne teníamos cambiador para el bebé, así que optamos por la mesa del comedor. Le quité la ropita y abrí las pestañas adhesivas, horrorizada por lo que podría encontrar dentro...
Pero cuando quité el pañal por completo, descubrí que estaba limpio.
Entonces, ¿cuál era el problema?
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UNA PROPUESTA INMORAL
RomanceXavier Knight tiene claras que dos cosas garantizan la excitación de una chica: los coches deportivos y el dinero. Él tiene ambas. Cuando un escándalo le obliga a casarse con Angela Carson, una don nadie sin dinero, deduce que es una cazafortunas y...