Capítulo 57: Todo

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XAVIER

—Contesta tu teléfono —refunfuñé—. Contesta el maldito teléfono.

Dustin no respondía. Probablemente se estaba divirtiendo demasiado en la boda como para escuchar su teléfono.

La llamada se detuvo. Volví a pulsar el botón de marcar.

—Hay que solucionar esto, le ladré a Marco.

Después de que Dustin no contestara, decidí subirme al coche y seguirle la pista. Me pareció una gran idea hasta que nos quedamos atrapados en el tráfico a cuatro manzanas del hotel.

Desde su asiento delantero, Marco murmuró su respuesta habitual. —Es Nueva York.

Esta vez no era suficiente. No llegaba tarde a un partido de polo o a una reunión en el Club Náutico. Angela estaba en peligro.

—Olvídalo —solté y abrí de golpe la puerta trasera, guardando mi teléfono y saliendo a la calle.

—¡Sr. Knight! —Marco me llamó. Pero era demasiado tarde. Ya estaba en la mitad de la calle.

Ella tenía razón. Angela había tenido razón todo el tiempo.

Jacques seguía en la ciudad.

Ella tenía razón, y yo no había escuchado, no la había creído.

¿Por qué nunca la creo?

Pasé por delante de una pareja, chocando con el hombro del hombre, y me fui antes de que pudiera echarme la bronca.

Angela. Necesito llegar a Angela.

Si la ha tocado...

No. Estaba en una boda. En un salón de baile lleno de gente. Intocable.

Aún así...

Corrí más rápido.

No la perdería, no podría perder a otra persona que amara.

Me detuve frente a las puertas del hotel y mis zapatos de vestir resbalaron sobre el cemento de la acera.

El portero abrió la puerta y entré en el vestíbulo.

Papá ya estaba allí, esperándome.

—¡Xavier! —gritó, y luego frunció el ceño al verme tan desaliñado—. ¿Qué ha pasado, hijo?

—Jacques —jadeé—. Está aquí. Va detrás de Angela. Tenemos que encontrarla.

—¿La policía?

—Ya los he llamado. Papá, por favor —le rogué.

—Ve a mirar en el salón de baile. Haré que el personal rastree el hotel. La encontraremos, Xavier.

—Gracias. —Corrí hacia las escaleras, sin necesidad de más indicaciones.

Dentro del salón de baile, la boda seguía en pleno apogeo. Recorrí la multitud frenéticamente, con la esperanza de captar un destello de cabello dorado o escuchar su risa familiar.

UNA PROPUESTA INMORALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora