Capítulo 5: Parte E

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Como pasase el día anterior, desde el interior del establecimiento, ahora sorprendido, el técnico veía a su vecina salir corriendo del edificio donde vivía y montarse en el taxi que el portero solicitara al pedírselo ella mientras continuaba con su apresurado aseo.

Sonriendo de haberla visto tan apurada, Terruce, con su mirada, siguió la dirección del rápido vehículo que se la llevaba. No obstante, seriedad le puso al asunto para decirle telepáticamente amenazador al conductor:

— Más te valdría que mi rubia del alma llegue con bien a su destino porque si no, te juro...

El molesto ruido de una cortina metálica que se abría lo hubo interrumpido, atrayendo también su atención para ver la figura de Bob quien sonriente y desde afuera, lo saludaba.

Yendo a la puerta, Terruce quitó sus seguros y la abrió diciendo:

— Al parecer, a todo mundo le ha dado por llegar tarde a sus trabajos.

Con pasadores en la mano, al ingresar, Bob se disculpaba:

— Lo siento. Papá se puso mal y anoche lo llevé al hospital.

— Pero ya está bien, ¿cierto? — el guapo técnico mostró consternación.

— Una baja de plaquetas lo mantendrá internado un par de días.

— Bob, lo siento mucho.

— Sí, yo también.

— Apuraré algunos pendientes para ir a verle más tarde.

— Voy a agradecértelo, Terry.

Éste, al notar la preocupación en el rostro de su amigo, se le acercó para ofrecerle un abrazo sincero.

Aceptado y nuevamente agradecido el gesto, los hombres se propusieron a empezar con su laborioso día de trabajo, lo mismo que Cande, aunque comparada con ellos, ella sólo se entretendría contestando el teléfono ya que Neil se la pasaría en la Corte Judicial.

Oculta PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora