Capítulo Inédito Sorpresa: Parte F

305 47 31
                                    

Despedido cordialmente de la secretaria, Neil se dirigió adonde dejara estacionado un auto rentado. Previo a ponerle en marcha, tomó su celular y marcó un número. Y en lo que era atendido...

Cande, vistiendo un ligero vestido de lino, servía el almuerzo.

Debajo de un frondoso árbol, Terry, en vaqueros y camisa blanca, había colocado la mesa.

Los chicos, mientras tanto, corrían juguetones detrás de unas hermosas mariposas, yéndose a parar una muy grande en la cacerola que Cande apenas tapara luego de servir y llamar a sus pequeños.

Papá los esperaba con una vasija llena de agua para lavarles primero las manos antes de tomar sus lugares en la mesa.

En esa, los cuatro comenzarían a degustar los alimentos preparados por mamá que a lo lejos distinguía:

— Creo es el teléfono.

Terry prestó atención; y con un nuevo timbrazo los cuatro acordaron que sí lo era, yendo el cabeza de familia a atender, indicando previamente que iniciaran sin él.

Shayna y Sonny lo obedecieron; Cande, en cambio, aguardaba a su regreso.

Cinco minutos después veía a su esposo ir hacia ella que se interesaba por saber:

— ¿Era importante?

— Era Neil.

— ¡¿Qué dice?! — ella urgió conocimiento.

— Nos lo dirá cuando llegue.

— ¡¿Vendrá hasta acá?! — Cande no dejaba de mostrar sorpresa.

— Sí.

— ¿Viene... solo?

— Me imagino que sí. ¿Acaso se ha casado?

— No. Ni siquiera le sé novia.

— Entonces, ¿por qué lo preguntaste?

— Comamos, cariño. No me prestes caso.

No obstante, Cande se estaba viendo obligada a hablar. Sí, debía contarte a Terruce la verdad del alejamiento de Neil antes de que éste, sin intención, fuera a decir algo indebido. Y lo haría, una vez acabado sus alimentos y aprovechando que Shayna y Sonny volvían a sus juegos.

— ¿Qué pasa? — preguntó Terry tomando la mano de Cande que había perdido su mirada en el horizonte.

— Debo hacerte una confesión — ella lo miró a los ojos.

— ¿De qué se trata?

— Promete que te enojarás lo menos sea posible.

— Enojarme lo menos sea posible — repitió él queriendo saber: — ¿Se trata de ti?

— Sí; y de algo que pasó diez años atrás.

— ¿Hace tanto?

Cande, al estar suspirando profundamente, asentía con la cabeza.

— ¿Recuerdas a Anthony Andrew?

— El hijo de tu fenecido ex jefe

— Sí — dijo ella empezando a ponerse más nerviosa al saber que él lo tenía muy presente. — Él... fue el verdadero responsable de... aquella herida en mi labio.

— ¿Él? — Terry frunció gravemente el ceño. — ¿No fue Legan?

— No — Cande cerró los ojos, — al contrario, él me defendió y se echó la culpa para que tú...

Terry se dio el parón, mirándola y preguntándole...

— ¿Por qué lo ocultaste por tanto tiempo?

— Porque tanto Jimmy...

— ¡¿Quién?!

— Él también lo supo. Y Neil nos pidió tanto a él, al conserje del edificio Cliffside y a mí que te contáramos esa historia para no comprometerte.

Así como Terruce se hubo parado, así se dejó caer, llevándose las manos al rostro y soltando una risita incrédula:

— No lo puedo creer.

— Lo siento — dijo ella tomando su musculoso antebrazo.

A su contacto, Terry se dispuso a mirarla y a tomarle la mano.

— Está bien.

— ¿Lo dices en serio?

— Sí, porque me imagino...

— Te pusiste muy mal cuando supiste hubo sido Neil.

— Porque yo sabía que él... bueno, seguirá enamorado de ti.

— Pero yo te amo a ti.

— Yo lo sé — Terry se inclinó para besar los labios de su esposa y decirle — Gracias por contármelo.

— Te lo conté porque... él se fue a trabajar con Andrew.

— Es decir que lo ve todos los días.

— Sí.

— ¿Y qué quieres que no haga?

— Ir a buscarlo o pedirle a Neil haga algo contra él.

— ¿Te importa?

— Me importas tú; y no quisiera que después de seis años en los cuales hemos vivido sin problemas...

— No pasará nada.

— Prométemelo.

Antes de contestar, Terry respiró profundamente. Y como seguía mirándola, le sonrió sinceramente...

— Me siento mal de que tu amigo haya pagado los platos rotos; y honestamente, Niel tuvo suerte, que en aquel entonces, yo estuviera imposibilitado a pararme.

— Lo sé. El golpe que le diste te aseguro lo ha tenido siempre presente.

— Desde que te vi, te hice mi vida, Cande. Nadie que ama como te amo, puede permitir lastimen lo amado.

Ella sonrió y se acercó a besar los labios que se movían al decir:

— Qué duro me resulta saber que no soy el único.

— Terry, no digas eso.

— Sí. Debo aceptar que Neil te ama igual.

— Amor, no. No compares lo que sientes por mí.

— Se sacrificó por los dos.

— Porque supo que conmigo nada obtendría. Fueron años, sí, los que pasamos juntos, sin embargo, yo no sentí amor por él como el que siento por ti. Lo extraño, sí, también, porque me hace reír con sus estupideces.

— ¿Yo no las hago?

— No — ella se colgó del cuello vecino, y previo a envolverse en un beso largo, diría: — Tú eres perfecto para mí, y lo seguirás siendo por la eternidad.

. . . . . . . . .

Ahora sí ¡FIN!

Oculta PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora