Capítulo 5: Parte B

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El haberse quedado haciendo compras, relajó de sobremanera a Cande, la cual, enojada sí se puso al oír al sobreprotector de Neil que ciertamente además de su guardián, era su único apoyo en la vida.

Y por lo mismo, a veces como en esa ocasión, no se sentía capaz de responderle a su entrometido amigo como se merecía debido a que él, en todos y cada uno de sus infortunios, siempre hubo estado ahí y seguía velando por ella, y más cuando de cuestiones de amores se trataba.

Aunque claro, después de Archivald, Cande no volvió a tener una relación seria, teniendo una parte de culpa, sí, Neil; pero en su mayoría lo era de ella al decirse que vivía enamorada y aferrada a un recuerdo que nadie iba o podía reemplazar.

Sin embargo, una sola noche y en la cama donde no pudo dormir, la mujer sintió que su corazón y su ser estaban listos para iniciar una nueva aventura y qué mejor con aquél que justamente la hubo despertado de un largo letargo.

Por tanto, pensando precisamente en él y sosteniendo bolsas de plástico, Cande llegó a su departamento.

Y como bien comida se sentía, se dispondría a prepararse un delicioso postre, el cual, no saborearía sola al distinguir sobre la consola: la rosa roja y la tarjeta de presentación.

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