Más aburrida que otros días, la mujer, a las cinco de la tarde, abandonó la oficina para ir en busca del autobús que la dejaba cerca de casa.
En lo que ella llegaba, su enamorado se haría un descanso para salir a esperarla.
Aunque al aparecer él, la vecina estilista también y ésta vez no desaprovecharía la oportunidad para invitarle:
— En un pedido de pizza, tuve la suerte de que me regalaran boletos para asistir al cine. ¿No quisieras ir conmigo?
Mirando hacia la parada de autobús, él respondía:
— Lo siento, Susana. Padezco Escotofobia.
— ¡¿Y eso es contagioso?!
No, por tratarse al miedo a la oscuridad, pero la que ignoraba el significado de esa fóbica provocó que el que se aguantaba las ganas de reírse le aseverara:
— Mortalmente peligroso.
Debido a que un transporte público se venía aproximando, él pretendió emprender la retirada. Sin embargo...
— ¡Terruce! —, un hombre a varios metros detrás de él lo llamó.
Viendo al que le hablaba y luego en dirección al autobús, el técnico comenzó a ponerse nervioso y mayormente cuando la vio descender y caminar hacia ellos.
Pero como el que lo solicitaba corrió hasta él, le prestó atención.
— ¿Estás muy ocupado? — se le preguntó.
— Algo — ¡sí, porque debía huir! no obstante, Terruce pegándose al ventanal del local, quiso saber: — ¿Qué se te ofrece?
— Una clase de baile para la Comunidad Latina está por comenzar en el zócalo, pero una bocina del sonido está fallando. ¿Podrías venir a echarle un ojo?
— Sí, claro — el técnico contestó viendo de soslayo a los que por ahí pasaban.
— Te espero entonces.
— Sí, enseguida voy allá.
— ¿Quieres que te acompañe? — se apuntó Susana quien se ganaba un nuevo desplante.
— Voy a trabajar no a divertirme. Así que, si me disculpas...
Esa hubo sido la despedida del técnico que al dirigirse, para no decir escabullirse, a la puerta del establecimiento, exactamente de ahí —con una cubeta y a propósito— Jimmy había lanzado agua hacia la banqueta.
Terruce alcanzó a saltar hacia atrás para librarse de ser mojado, no pudiendo hacer lo mismo la mujer que justamente se acercaba.
El grito que ella dio se confundió con el improperio que él le dedicó al jovencito, el cual desde adentro, reía de su travesura, pero a la vez instaba al hombre para aprovechar que la tenía ahí y de frente.
Con ojos amenazantes, él lo miró yendo a Cande quien zapateando y también viéndole enojada, le decía:
— ¡¿Es que no te fijas lo que haces?!
Dándole toda la razón para que estuviera tan molesta, Terruce extendía:
— Lo lamento —. Y le preguntaba: – ¿Estás bien?
Con deseos de espetarle una grosería, la mujer se quedó al oír su voz consternada.
— ¡Sólo un poco mojada! — ella se quejó mirándose sus zapatillas.
— De verdad, Cande, lo siento.
— ¡Sí, sí, ya no te preocupes tanto! ¡No fue tu culpa! Pero deberías llamarle la atención. No puede estar haciendo esto. Puede provocar un accidente mayor. El suelo se torna resbaloso y...
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Oculta Pasión
FanfictionEl amor es así: reservado; y él, además de escondido, lo tenía por ella, la cual con solo mirarla lo hacía temblar. Qué será cuando estén frente a frente. Escrita y primera vez publicada: Febrero, 2014. Reedición y republicación: Junio 2023.