Porque las que esperaba, ya llegaron... continuemos.
De la cara pálida de sorpresa de Terruce, Susana comenzó a burlarse diciendo:
— ¡¿A poco no se oyó genial?! Me la he pasado ensayándola y creí que a la mera hora no me iba a salir, pero sí, ¿no?
No pudiendo ocultar su molestia, el hombre diría:
— Bastante graciosa — para no calificarla de mal gusto. — Ahora podrías decirme... ¿cómo es que estás aquí?
— Bueno —, Susana lo vio pasar a su lado dándole su explicación: — desde que vine a avisarle a Bob. Como él y el chico se fueron y me dejaron sola comencé a curiosear y vine a dar hasta aquí.
— ¿Todo este tiempo lo has estado?
— Sí.
— ¿Y tu trabajo?
— Ah, me tomé la libertad de usar tu teléfono para llamar a las empleadas y que ellas se hicieran cargo de todo.
— ¡Vaya! Qué responsable eres.
La ironía que hubo empleado en cara y voz consiguió que se le observara lo obvio:
— Te molestó encontrarme aquí, ¿cierto?
Por el orden que en el lugar se podía ver se indagaba:
— ¿A ti te gusta que husmeen en tus cosas?
— No.
— A mí tampoco. Ni que se cuelen en mi privacidad mucho menos si no han recibido invitación a entrar.
Ante la sutil elegancia de correrla, después de expresar — Lo siento — con la colita entre las patas, Susanita buscó la salida.
Al estar bajo el umbral de la puerta se giraría para increíblemente preguntar:
— ¿A qué hora nos veremos el sábado?
Quitándose la gorra con fastidio, así mismo se le decía:
— No lo sé.
— Pero no has cambiado de parecer, ¿verdad?
— Susana, tuve un día un tanto difícil y quiero asearme y descansar.
— ¿Dormirás tan temprano?
— También quiero salir a cenar.
— ¡¿Quieres que te acompañe?! — apuntarse podía funcionar. — Por pasármela aquí, yo tampoco he probado nada en todo el día y...
Porque su culpa no había sido se contestaba:
— Preferiría hacerlo solo.
— Entiendo. Entonces —, insistencia era el apellido de Susana, — ¿espero por tu respuesta?
— Si es que sabes ser paciente, por favor.
— Sí, claro. Buenas noches entonces.
Ella lo miró dos segundos; y con el tercero, al no recibir contestación, se giró para enfilarse escaleras abajo, dejando a Terruce a quien poco le importó el triste semblante que aquella mujercita llevaba porque para él... era otra y la única que le calentaba el corazón y que por supuesto, no la haría esperar tanto.
Por ende, después de ir a cerrar la puerta, buscó la del baño para meterse, asearse y luego alistarse para asistir a su cita.
Pero antes de llegar a ella, un lugar iba a visitar.
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Oculta Pasión
أدب الهواةEl amor es así: reservado; y él, además de escondido, lo tenía por ella, la cual con solo mirarla lo hacía temblar. Qué será cuando estén frente a frente. Escrita y primera vez publicada: Febrero, 2014. Reedición y republicación: Junio 2023.