Capítulo 5: Parte D

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El mismo esmero y dedicación, Cande le puso a lo que hubo preparado en casa: un suculento pay de queso sabor naranja que yacía bonitamente decorado en la barra que dividía la cocina y el comedor.

De ahí, se buscó el teléfono y se dirigió a la consola que nuevamente sonaba.

Tomando la rosa para ponérsela en la oreja, la coqueta mujer miró la serie numérica que estaba impresa en la tarjeta y los marcó. Y el hecho de que del otro lado no le contestaran, la desilusionó, pero también le molestó ya que...

Consiguientemente de haber visto la rosa y la tarjeta, emocionada la fémina, habiendo dejado sus bolsas en el suelo, encendió el viejo aparato.

El oírle tocar de nuevo le hizo sentir urgencia por llamar a quien milagrosamente lo hubo conseguido.

Sin embargo, su presencia en el parque y no en su trabajo, se lo impidió; pero el no bajar al establecimiento con la intención de pagar.

Saber que no había cargo alguno, a Cande la llenó de vergüenza; así que, con mayor razón le pidió a Bob un favor.

El que guste — contestó el encargado.

Sé que Terruce está en el parque.

Sí, así es.

¿Tiene hora para volver?

Normalmente, son tres horas las que se pasa allá.

Bien — hubo dicho ella sonriente porque era el tiempo suficiente para hacer su postre.

¿Quiere que le deje un recado?

No, no será necesario. Yo le llamaré para agradecerle por su trabajo y por su gesto tan amable al no cobrarme.

Bob asintió con la cabeza y dijo:

Como guste.

Bueno, me retiro. Pase buena noche.

Usted también, señorita Cande.

El que supiera su nombre, la desconcertó por un segundo porque en el siguiente volvió a sonreír al adivinar que Terruce pudiera habérselo dicho.

Al salir de ahí y estar afuera esperando oportunidad para cruzar la calle, Cande sintió el deseo de ir al parque para extenderle personalmente la invitación. En cambio, desechó la idea y a su apartamento se condujo para hacer su dedicada tarea.

Volver a llamarlo no le veía el caso, lo mismo que el dejarle un mensaje grabado. Y es que la amabilidad por parte de él así no debía pagársela.

No, de ninguna manera, por ende, creyendo que él pudiera ver su llamada y llamarle, Cande no probaría el pay hasta que Terruce le acompañase.

Por consiguiente y haciendo a un lado su berrinche, la mujer se dispuso a descansar, porque al otro día...

Oculta PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora