Capítulo 16: Parte D

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Con sensualidad, ella se alejó de él.

Terruce, conforme seguía disfrutando de su té, miraba cuando Cande, parada de perfil, comenzaba a sacarse el top de tirantes.

La firmeza y perfección de un seno expuesto tenía la mirada de él.

El sube y baja de su resuello era una invitación a ir a ello, no obstante, al ser cubierto con holgada tela de seda blanca, un vientre plano y glúteos igual de firmes y bien formados también fueron admirados, así como las torneadas piernas por donde dos prendas salieron para volver a vestir una femineidad con el mismo material pero algo mucho más cortísimo que no dejaba mucho a la imaginación.

Soltándose el cabello de una media coleta, Cande caminó a la cama.

Previo a ocupar un lugar, lo peinó con sus dedos volviendo el rizado cabello a su volumen normal.

Al notar la luz que había afuera, ella allá se dirigió pasando coquetamente frente al hombre que se olvidó de tomar lo que sostenía sólo por estar mirándola.

Perdida de su vista y maldiciendo su suerte y a Susana, Terruce, con resignación, resopló su frustración.

Un trago volvió a darle a su bebida y la taza dejaría en el buró para acomodarse en el mullido lecho y tratar de dormir.

Conseguirlo lo dudaba, porque esa venus que a su lado iría a dar, lo iba a mantener inquieto gran parte de la noche, y besos no serían suficientes para hacerlo calmar, pero tampoco la iba a molestar, aunque él ignoraba que Cande también no dormía, y es que podía sentirlo e interiormente le pedía dar ese pasito para acabar así con el deseo vehemente de ambos.

Sin embargo, vida tendrían para saciarse más adelante, así es como fue que sus mentes los fueron domando hasta dejarlos inconscientes para que descansaran un rato ya que un nuevo amanecer pronto iba a llegar.  

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