Posteriormente de haber dejado el hotel, durante el viaje a una oficina, la rubia se hubo comportado más callada que nunca.
Ahora sentada en un asiento de una sala bastante elegante, esperaba impaciente por los abogados que la habían citado.
Neil que se mantenía observándola, sabía y reconocía que su mudez se debía a su culpa, pero también admitía que no toda era suya.
A Terruce le tocaba una gran parte, y esa era justamente la que la tenía más preocupada; por lo mismo, a cada rato respiraba hondamente hasta que pudo decir con fastidio:
— ¡Ya se tardaron ¿no?!
— Sí. Deja voy a preguntar.
El representante legal de ella se puso de pie para ir adonde la secretaria diría:
— Cinco minutos más; y ya los atienden
No habiendo necesidad de réplica porque Cande lo oyó con claridad.
En eso, una puerta detrás de sus personas se abrió, escuchándose voces que atrajeron su atención.
Rubio, de ojo azules, alto, bien parecido, melena un poco larga y juvenilmente vestido era la descripción de un joven, y que al verla en la sala, le sonrió como si se conocieran.
Así de amigable se portaría, cuando al ir a ella, extendió su mano diciéndole:
— Gusto en saludarte, Cande.
Grosera no quiso ser, pero...
— Disculpa, ¿nos conocemos?
La rubia estaba segura de que no.
El trajeado abogado que iba a lado del guapo espécimen hacía las debidas presentaciones:
— Él es Anthony Andrew. El hijo del señor Albert Andrew.
— Oh, mucho gusto — dijo ella; y entregó su mano, ruborizándose al sentir en su dorso los húmedos labios del recién presentado que no despegaba sus ojos de la mujer.
— Yo soy Neil Legan
Celoso, se presentó asimismo, al notar la coquetería de aquél para con su amiga.
— Sí, claro —, el saludo fue casi forzado. — Espero perdones la tardanza —, volvieron a la que fue citada que diría:
— No hay problema.
Cande tomó su bolso y se puso de pie diciendo:
— Lo bueno es que ya están aquí para que podamos resolver este asunto.
— Pareces tener prisa.
— Honestamente sí —, la sonrisa de ella también fue forzada; y exigía: — ¿Por dónde hay que ir?
— Por aquí.
El abogado de la firma Andrew le indicó el camino, yendo ella por delante y detrás suyo los tres hombres, teniendo su femenino meneo de caderas la mirada de uno de ellos que sonrió lujuriosamente, y que abandonaría su objetivo al sentir los ojos de Legan para mirarlo precisamente a él, que después de Cande, ingresaría a la oficina donde...
Dos asientos se ofrecieron. La pareja de amigos los ocuparon viendo la rubia que Anthony Andrew, detrás del escritorio y de su abogado, fue a buscar su lugar al quedar de pie y recargado con los brazos y pies cruzados en un enorme librero de costosa madera que hacía juego con todo mueble que se tenía a la vista.
Haciendo esfuerzo por no sentirse incómoda de la mirada penetrante de aquel joven, Cande puso atención a lo que el abogado comenzó a decir:
— En uso de sus plenas facultades mentales, el señor Albert Andrew la nombró heredera universal de todos sus bienes.
La rubia asintió positivamente.
— ¿Y cuándo podrá tomar posesión de ellas? — preguntó Neil.
— Lo hubiera hecho en el mismo momento que el señor Andrew pereció. Sin embargo, y desconociéndolo, sanguíneamente comprobado sí tiene un heredero: Anthony Andrew.
Éste levantó su mano por si existía la duda de su presencia.
— El joven, al conocer la voluntad de su padre, quiso impugnar el testamento sin saber antes qué tipo de persona era la beneficiada. Ahora que ha sido investigada...
— ¡¿Cómo dijo?! — Cande con molestia pidió aclaración.
— Nos tomamos la libertad de seguirla secretamente un tiempo porque se creyó era oportunismo de su parte por haber estado al cuidado del señor Andrew durante su enfermedad.
La involucrada posó sus ojos enfurecidos en el rubio que se encogió de hombros a modo de disculpa.
Aun así, ella preguntaba:
— Y ya que tiene su reporte, ¿qué dice de mí? ¿En verdad lo soy?
— Para nada. Por eso es que fue solicitada su presencia para que se llegue a un acuerdo común entre los dos.
— ¿Hay pruebas de que Anthony sea legítimamente hijo de Andrew? — Legan inquirió.
— Con la mujer que lo concibió nunca se casó, pero tenemos los ADN de cada uno y concuerdan el uno con el otro.
— ¿Y cómo los adquirieron? ¿acaso exhumaron su cuerpo? Porque fueron años que el hombre vivió en un asilo para ancianos y allá nada de él quedó — según, Neil fue el encargado de eso.
El abogado que informaba miró al joven y éste asintió diciéndose:
— Efectivamente, con una autorización fue sacado.
— ¡Y todo por el simple dinero!
Cande negó con la cabeza la acción que se hubo tomado.
— Es válida su indignación, señorita, pero era necesario.
— ¡¿Molestar el descanso de un hombre muerto que en vida fue una de las más lindas personas que he conocido?! ¡¿dónde estuvo usted —, se miró al primogénito — todo ese tiempo que nunca llegó a conocerlo?!
— Ignoraba que contaba con un padre. Por medio de una carta de mi madre fue que lo supe — Anthony confesó; lo mismo Cande al decir:
— En cambio, yo sí supe de ella y de usted nunca habló.
— ¿Lo puede probar?
Se miraría al abogado para contestar:
— Todo fue dicho confidencialmente.
— Eso no servirá de nada.
— ¡Claro, porque de haber sido la oportunista que pensaron que era, lo hubiese grabado y ahora ustedes lo estuvieran escuchando para que los convenciera! ¡Valientes...
Una mano de Neil se posó de su delgado hombro para hacerla calmar. Mas con eso no pudo controlar la mirada, que a los dos hombres que tenía en frente, se les dedicaba.
Sin embargo, su gesto irreverente en lugar de molestar, agradaba más de lo normal y Anthony, yendo al abogado, le indicó dar el siguiente paso.
— El proceso de impugnar el testamento ha quedado suspendido porque... hay una propuesta para usted.
— ¿De qué se trata? — Cande preguntó, respondiendo Anthony:
— De que los dos disfrutemos de esa plata.
— ¿Cediendo Cande la mitad de los bienes? — Legan indagó.
— Aunque hubo sido una cuarta parte la que se había considerado, ya que ningún lazo de sangre tienes conmigo, pero estuviste al pendiente de mi padre, para tener derecho a absolutamente todo... casémonos, Cande; tú y yo.
— ¡¿Qué?! — la rubia abruptamente dejó su asiento.
Antes de que diera una respuesta, Legan también se puso de pie para preguntar:
— ¿Tendrá tiempo para pensarlo?
— ¡Neil!
Éste de plano le tapó la boca oyendo Cande conforme peleaba por zafarse:
— El que guste; pero de preferencia... que no sea tanto.
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Oculta Pasión
FanfictionEl amor es así: reservado; y él, además de escondido, lo tenía por ella, la cual con solo mirarla lo hacía temblar. Qué será cuando estén frente a frente. Escrita y primera vez publicada: Febrero, 2014. Reedición y republicación: Junio 2023.