Capítulo 15:Parte B

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Escondida entre los árboles y cubierta de gruesas lianas, una casucha abandonada había a las orillas de un angosto río muy apartado de una ciudad

En su interior, se divisaban telarañas, uno que otro mueble destrozado y cajas de licor.

Sosteniendo una botella y debajo de una ventana, Charles yacía sentado en el suelo terroso.

Su ropa sucia lucía y su apariencia también era fatal.

Tres días llevaba ahí escondido luego de haber sido perseguido por aquellos hombres y ahora la policía.

Se la hubo pasado maldiciendo su suerte; también a aquél que lo hubo denunciado.

No obstante, Sanders levantó la cabeza, la apoyó en la pared de la vieja madera y sus ojos los posó en un agujero que había en el techo. La botella que sostenía se la llevó a la boca.

Empinándosela bebió un largo trago de alcohol; luego, se limpió con el dorso de su mano, y el gimoteo que comenzó a escucharse se aunaba a los muchos que el lugar había presenciado como llantos entremezclados con el dolor y la impotencia de sentirse acorralado.

John era el único que conocía su ubicación. Y al darse cuenta que no era perseguido, a un centro comercial se dirigió para comprar ciertas cosas y llevárselas a Charles que en ese momento se ponía de pie para mirar por la ventana.

Verificado que continuaba solo, sobre una de las muchas cajas de licor fue a sentarse para seguir esperando.

En esa posición estuvo casi una hora cuando llegó el enfermero. Claro que éste, después de bajarse del auto, tuvo que caminar por veredas boscosas.

La clave para identificarse: era haciendo una imitación al sonido emitido de un búho.

Al oírlo, Charles se puso en alerta y de pie. Liberó sus manos; y habiéndose dirigido de nuevo a la ventana, contestó de igual modo.

La réplica lo hizo ir a la puerta; pero al no abrirla, John, que estaba del otro lado del arroyo, desde ahí le indicaba:

— Sal. No hay peligro.

Una vez que Sanders así lo hubo hecho, reclamaba a su visita:

— Te has tardado.

— No ha sido fácil.

El informante, saltando piedras, fue haciéndose camino para llegar adonde su amigo al cual le decía:

— Nos han tenido vigilados todo el tiempo. Hoy se confiaron y lo aproveché para venir.

— ¿Cómo está? —, Archivald por supuesto.

— Estable.

John se paró en la última roca. Previo a brincar al banco de arena, aventó lo que llevaba.

El fugitivo atrapó el paquete; luego al amigo que lo saludarían en un abrazo y beso fugaz en los labios.

Al ver de cerca a Charles, a éste le dirían:

— Sí que necesitas aseo. Vamos adentro —, se encaminaron. — Traje lo suficiente para que te cambies y podamos irnos de aquí.

Dado un asentimiento de cabeza, los dos hombres ingresaron a la casucha para hacer tal cual se le dijera.

No obstante, antes de vestirse, Charles, con el agua del río salió para limpiarse.

— ¿Qué has pensado hacer? — se quiso saber en lo que Charles se cambiaba de ropas.

— Nos largaremos por supuesto; y si es mejor hasta del continente.

— ¿Y Terruce?

Su simple nombre le causó un vuelco al corazón; y por ende, se inquiría:

— ¿Qué con él?

— ¿No piensas tomar venganza por ti? ¿por lo que le hizo a Archivald?.

De éste último, se decía:

— Arch ya estaba enfermo.

— ¿Entonces?

— ¿Podrías tú atentar contra lo que más amas en la vida?

John se sorprendió de su contestación y quiso decir:

— Charlie, yo pensé que...

— ¿Me había olvidado de él? ¡Como si fuera fácil hacerlo! Sigue intacto en mi corazón como lo mantuve a él que a pesar de haberlo tenido al alcance de mi mano cuando vivió conmigo por cuatro años, nunca le falté y siempre lo respeté porque mis sentimientos hacia su persona han sido verdaderos; pero ahora...

— ¿Por qué decidió denunciarte? ¿por qué si sabía de tu negocio ilícito no lo hizo antes?

Un pujido irónico se escuchó; y luego una voz resignada:

— Porque se cansó de ser el ratón de este gato acosador; además...

Dolía, pero tres días le costó interiormente hacerlo y debía reconocerlo a viva voz:

— Ha encontrado el amor en una mujer. Antes no le importaba correr al no tener por qué quedarse a dar explicaciones de lo que se mal decía de él; ahora, por ella lo decidió y con eso, me ha puesto un hasta aquí. Así que, lo he entendido, ocultaré mi pasión y voy a dejar que sea feliz. Mientras él lo sea, lo seré yo.

— Con Archivald llegarás a hacerlo.

— No.

— ¡¿Es que piensas abandonarlo?! —, una voz se hubo alterado; y otra con verdadera calma decía:

— Él ya lo hizo primero — porque difícilmente se levantaría de la cama donde estaba.

— ¡Charles, no puedes hacerle esto!

— John, no te engañes. Archivald lo único que quería era mi dinero. Me lo pidió antes de que pasara todo esto.

— Pero aun así...

— Está bien.

Por los ratos alegres que pasaron juntos, Charles indicaba:

— Con el dinero que te he dado por estar a su cuidado dejarás pagado el hospital y otro tanto para lo que se llegue a necesitar. ¿Pero sabes? —, ¿se acordó de repente? — En el pasado tuvo una esposa, no estaría mal que ella se hiciera cargo de él. Ahora, larguemos de este sucio lugar — se ordenó tomándose algunas cosas, entre ellas botellas de licor que pasarían a ser su único patrimonio, ya que la policía todo le tenía confiscado, viéndose Charles Sanders en la ruina, pero no imposibilitado para emprender otro negocio cuando ya las cosas comenzaran a calmarse y por ende a olvidarse... si es que se podía.

Oculta PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora