Capítulo 8: Parte F

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Resignado a no verla ese día, Terruce se puso a trabajar como si no hubiera mañana para él.

Abriendo aparato electrónico tras otro, arreglando muebles o embarnizándolos, el técnico se entretuvo lo suficiente hasta pasado el mediodía que sintiera sed.

Para saciarla, Terry iría a la tienda de abarrotes que estaba en la esquina al cruzar la calle.

Por supuesto, la vecina Susana, al verlo pasar, volvió a desatender su negocio y clientela para pegársele hasta aquel lugar.

Allá y caballerosamente, él le abrió la puerta; y para colmo, también cubriría lo que la mujer según iba a comprar.

Pero lo especial que ella se sintió, fue momentáneo, ya que Terruce también pagó dos bebidas a dos agentes policiales locales, que con otros, mantenían muy bien protegida a la zona y a la ciudadanía y también eran compañeros de juego en el Frontón.

Con el agradecimiento a su invitación, el técnico buscó la salida, llevando consigo además de sus sodas, a su parlanchina compañía que no cesaba de preguntar ni tiempo le daba de responder cuando otra cuestión ya le había lanzado.

Sin embargo, a la insistencia de Susana por ir a algún lado juntos y el consejo de su amigo Bob, Terruce lo pensó; y estaba por decir "sí" cuando un auto que por esa avenida circuló se le hizo conocido.

Interesados, sus ojos siguieron al vehículo; y al fijarse donde justamente se estacionaba y quién salía de ahí, los latidos de su corazón comenzaron a dispararse y a aparecer en su guapo rostro una sonrisa nerviosa para no llamarla de felicidad.

No obstante, lo que presenciaría lo iba a paralizar de pies a cabeza.

Cande hubo dormido dos horas. Posteriormente, se levantó para salir de su habitación y encontrarse con su amigo, el cual seguía escribiendo en el área de comedor.

Averiguado lo que se hacía, la mujer pidió alimento.

Al no tener nada, le sugirieron visitar la calle.

Porque casi dos días seguidos lo llevaba haciendo y un tercero ya no podía permitírselo, la rubia optó por ir al supermercado, surtirse y ser ella quien les preparara algo.

A la chocantes de su amiga, el abogado no puso objeción; así que, dejándose lo que se hacía, él mismo la llevó, no arrepintiéndose cuando probó más tarde el delicioso manjar que Cande les hubo cocinado: berenjenas a la parmesana.

Complementada su comida por parte de Neil, a él se le cuestionó:

¿Cuándo irán a estar listos los análisis?

No lo sé; ya ves que el doctor está de vacaciones. ¿Por qué lo preguntas?

Por lo sucedido y el pánico que me atacó, se me olvidó algo; pero al estar comprando me acordé que hoy... tengo una cita.

¿Con...?

Sí, Neil. Con él. Así que, me gustaría ir a casa. ¿Me llevas y me informas si sabes algo?

Ya que.

De mala gana, el abogado dejó su asiento.

En lo que él buscaba las llaves del auto, Cande corrió únicamente para tomar su bolso.

Con éste en mano siguió a su amigo que para nada ocultaba su molestia; gesto que sí desaparecería de su rostro gracias a las bromas y cariños que ella le iba haciendo por el camino hacia su departamento donde...

Oculta PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora