Desde la ventana de su habitación, podía mirarse el solitario campo cubierto por la noche e iluminado por la resplandeciente luna blanca.
Tres horas llevaban durmiendo los pequeños Grantham. En cambio, los padres de ellos, iluminados también con esa bella luz, seguían despiertos debido a los regalos hechos.
Las escrituras yacían sobre una mesa de centro; y Terruce, sentado en frente, únicamente los veía.
Cande, por su parte, yacía acostada en su cama; y en sus manos sostenía y admiraba un valioso collar de piedras preciosas. En su estuche, reposaban un par de pendientes y un anillo.
En el momento de descubrir lo que era, ella, molesta, tiró el estuche. No obstante, en el segundo siguiente, se dispuso a levantarlo para mostrárselo después y a solas a Terruce que como ella, no paraban de preguntarse ¿por qué?
— ¿Te molestaría que lo hable con Neil?
Hubo dicho de repente Cande, rompiendo así el silencio entre los dos.
Ella, apoyada en su codo, miraba la descubierta espalda ancha y fornida de su esposo que no contestó de inmediato.
Y es que él había pensado en ir personalmente a Vermont y enterarse.
— Puedo pedírselo como mi abogado que es, y porque también está obligado a velar por los intereses de mis hijos. Más si tú no quieres...
— Me parece bien — dijo finalmente Terry. — Sí. Llámalo, y si es posible... dile que venga.
— ¿Estás seguro? — Cande quiso corroboración, y la buscaba en los ojos de Terry en lo que él, luego de dejar su asiento, iba hacia ella.
— Te doy mi palabra que me portaré bien con él.
— No me preocupa eso.
— ¿Entonces?
Terry se acostó a lado de ella. En sí, a sus espaldas, abrazándola por la cintura y quedando los dos mirando hacia el mismo oscuro horizonte.
— Esto... no nos traerá de vuelta lo que dejamos atrás, ¿verdad?
— ¿Te refieres a Charles, ya que Archivald murió?
— ¿Por eso te mortifica el tener que regresar a Vermont?
— No es mortificación.
— ¿Entonces?
Ahora ella quería saber girándose en su lugar para mirar de frente a su marido.
Él, inmediatamente, lo aprovechó para besar una frente, una nariz, y por último, unos rosados labios que sonreían y confesaban:
— Te amo.
— Yo más con cada día que vivo. He sido tan feliz los últimos diez años de mi vida que...
— Nada ni nadie empañará nuestra felicidad. Mañana a primera hora, me comunico con Legan.
— Y... si lo haces en este momento, ¿no te atenderá?
— Me imagino que sí — dijo una sonriente Cande. — Desde que se fuera a Chicago, nunca duerme antes de las dos de la mañana.
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Oculta Pasión
أدب الهواةEl amor es así: reservado; y él, además de escondido, lo tenía por ella, la cual con solo mirarla lo hacía temblar. Qué será cuando estén frente a frente. Escrita y primera vez publicada: Febrero, 2014. Reedición y republicación: Junio 2023.