Desde que se casara, el siempre guapo y reservado Terruce visitaba cada mes aquel condado donde conociera a su amada Cande. Y lo hacía para presenciar los partidos de frontón, en los cuales su querido amigo y padrino participaba.
A la edad de 26 años, Jimmy ya era un adulto también muy guapo y fornido. Y las chicas tampoco le faltaban, siendo ese el motivo de rompimientos seguidos con las novias por ser presa fácil de la tentación.
A lo que un par de ojos divisaba, Jimmy tenía todo un club de admiradoras.
Y es que, al final de esa grada que Terruce ocupaba, él las podía ver y oír, ya fuere con porras o con comentarios atrevidos que cualquiera se asombraría del comportamiento de ese, hoy día, inclusive joven técnico.
Sonriendo de un reciente comentario, Terry cambió su mirada hacia la palapa.
En el centro de la vieja construcción, yacía increíblemente una singular mesa de dominó. Una estatua de cobre en memoria del señor Hathaway, —padre de su antiguo jefe y amigo Bob—, y que falleciera dos años atrás.
Recordándolo, el guapo hombre dejó de sonreír; recordando también, que luego de suscitado aquel molesto reencuentro con sus padres años atrás, aprovechando la visita de Jimmy, éste en efecto les hubo corroborado, había sido el finado el que facilitara una dirección.
En ese pasado momento, Bob se enojó seriamente con su padre por haberlo hecho. En cambio, el señor Hathaway se aferró a que era lo mejor para Terruce.
Sabemos que no fue así; y en una oportunidad, el esposo de Cande fue a ellos para hablarlo y relatarles el terrible final que tuvo aquello.
Obviamente, con una lluvia de disculpas quisieron enmendar el error cometido.
Terry trató de no enojarse con sus amigos; pero les dejó muy en claro que para él sus padres no existían.
Bob lo entendía mejor que nadie, y se comprometía a mantener a línea a su padre, el cual, comenzó a decaer y fue imposible levantar.
Sin sentirse responsable de ello, con un profundo suspiro, Terry daba por cerrado ese capítulo y se enfocó en el evento que daba comienzo. Las porras y gritos de las chicas visitantes lo confirmaban.
Lamentablemente, Jimmy apenas jugó unos minutos. Una molestia en el brazo derecho se lo impidió. Lo que no, sonreír coquetamente a las jovencitas que lucían consternadas y que eran rechazadas al intentar ir a él que su andar lo dirigió directamente a su amigo que mostraba interés:
— ¿Estás bien?
— Un simple golpe.
— ¿Es serio? — la voz de Terry sonó preocupada.
— No. Ayer me cayó un candelabro y no alcancé a librarlo.
Jimmy lo mostró; y en el hombro se notaba un hematoma.
— Buen golpe. Lo bueno que libraste la cabeza, sino hubieras quedado peor de loco.
— ¡Oye, respétame! Soy tu padrino.
Los dos hombres rieron de la broma y de la respuesta dada.
— ¿Cómo está mamá? — Terruce quiso saber.
— Feliz porque vienes a casa. Te ha preparado un buen banquete.
— Sabes que no es necesario.
— Se lo dije; pero como sabe que en casa tienes buena cocinera, no quiso quedarse atrás. Por cierto, ¿cómo está Cande?
— Se fue de campamento con Shayna y Sonny — hoy personajes de 10 y 6 años de edad respectivamente.
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Oculta Pasión
FanfictionEl amor es así: reservado; y él, además de escondido, lo tenía por ella, la cual con solo mirarla lo hacía temblar. Qué será cuando estén frente a frente. Escrita y primera vez publicada: Febrero, 2014. Reedición y republicación: Junio 2023.