Capítulo 13: Parte F

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Una patrulla policiaca se hubo estacionado muy cerca de la tienda de la esquina.

Porque ahí dos agentes iban a consumir, se bajaron de su unidad, llevándose automáticamente una mano a su respectiva arma.

Cada uno por su lado, los oficiales caminaron; pero al llegar a la puerta, abrirse y darse un paso, uno de ellos, siempre vigía, miró sobre la acera contraria a aquel grupo de jovencitos y que de palomita llevaban a otro.

El que los miraba dio una señal a su compañero; y puestos sus ojos en ellos, los encargados de la seguridad se miraron entre sí olvidándose de sus personas para ir a aquellos que parecían ¿necesitar ayuda?

Sin embargo, al verlos cerca, las conciencias los hicieron correr yendo los policías detrás de aquellos y alcanzando al supuesto herido y a la hermana.

Asegurados fueron llevados a la patrulla; y en lo que uno se quedaba a vigilarlos, otro tomó la vereda en que transitaban, llegando a la esquina de un negocio y llamándose en cuanto vieron sentado en el suelo a...

— ¡¿Terry?!

— ¡Mark!

Éste, de raudo, fue al herido, preguntando:

— ¡¿Qué te pasó?!

Habiendo rasgado su pantalón, Terruce, con dos dedos, presionaba la herida que se mostrara.

— ¡¿Quién fue?! — quisieron saber.

— N-no lo sé.

— ¡¿Estás seguro?!

— S-sí; no los... reconocí.

Mark le creyó y no le preguntó más.

El radio que descansaba en el cinturón alrededor de su cintura se tomó para llamar por ayuda; llamando también en ese momento: un teléfono en el interior de la vivienda de arriba.

Al estar las oficinas donde se le citara en el centro de la ciudad del viento, ahí mismo, Legan, después de haber dejado el aeropuerto, consiguió hotel.

Ya instalados en una habitación doble, la rubia tomó el aparato y marcó un número memorizado.

Los timbrazos, uno a uno, fueron pasando hasta que la grabadora de buzón le dio indicación de dejar su mensaje que era:

— Me imagino que no contestas el teléfono porque sigues "en tu romántica cita" — Cande sonó y sonrió burlona. — Bueno, yo sólo llamé para decirte que ya estoy en Chicago. ¿Te llamo más al rato? ¡Porque muero por saber cómo te fue! Mientras tanto te mando un beso y... —, ella lo pensó por segundos para al fin dedicarle: — te quiero. Bye.

Sentado en un sillón individual, Neil que la hubo escuchado, preguntaba:

— ¿Ya tan pronto te brotaron sentimientos para él?

— ¡No empieces a molestar!

Cande devolvió el teléfono a su base oyendo decir con inocencia:

— ¿Y quién lo hace?

Volviéndose adonde estaba se le respondía al abogado:

— Como si no conociera el verdadero sentido de tus palabras.

— Que nada de malo llevan más que felicidad por ti.

— Sí, como no.

— Bueno —, Legan se puso de pie: — Descánsate un rato; yo iré a dar una vuelta por ahí. ¿Cenamos a las nueve?

— ¿Llamas cuando llegues? — porque algo dentro de ella intuía. No obstante, diría lo siguiente: — Quizá no esté apetente y...

Neil la interrumpió para decir:

— Debes comer algo, Cande —; su voz le enviaba señales de reprensión. — En Nueva York y en el avión no quisiste hacerlo.

— Está bien. A las nueve estaré lista

... y confiaba que antes de salir, Terruce ya estuviera en casa porque en Nueva Jersey serían las diez de la noche y él ya debería estar ahí ¿o no?

Oculta PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora