Capítulo 7: Parte B

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Desde el interior de la habitación podía oír unas veloces y fuertes zancadas.

El que yacía acostado en su cama, después de masajearse los ojos, se dispuso a levantarse para arreglarse sus finas ropas y dedicarle una fingida sonrisa en el momento que lo vio ir a él, notándose en el rostro del recién llegado la preocupación que también salía por su boca al querer saber:

— ¡¿Cómo estás?!

— Bien.

— ¡¿Estás seguro?!

— Sí. ¿Por qué regresaste tan pronto del club?

— Hablé con John y me contó lo que te pasó.

— ¡Maldito bocón! ¡Le dije que no te dijera!

— ¡Ei!

El hombre que vestía deportivamente, entre sus manos, tomó el rostro del otro para decirle:

— Él sólo está obedeciendo a mis indicaciones.

— Lo siento. Pero no debió alarmarte por algo tan insignificante.

— Tu salud no lo es. Así que —, al convaleciente se tomó de los hombros y se le giró para ser guiado: — vuelve a la cama.

— No quiero — se dijo con terquedad y a la vez soltándose delicadamente del agarre.

— Vamos, Arch.

Éste necearía:

— Te aseguro que ya me siento bien.

— ¿Lo prometes?

— Sí.

— Bueno. Entonces, ya que estoy aquí... ¿te gustaría hacer algo en especial?

— De hecho —, se miraron de frente; — quiero pedirte un favor.

— Tú sabes que lo que me solicitares, nada te negaría.

— Lo sé; pero esto es totalmente diferente —, Arch tomó una mano; y a la orilla de la cama llevó a su pareja para sentarle y oírsele decir: — se trata de...

— ¿Dinero? Sabes que lo mío está a tu entera disposición.

— ¡Por favor, déjame terminar!

Ante la alteración se diría:

— Lo siento, no volverá a pasar —. Y cruzando una pierna lo instaría a decir: — Dime qué te sucede.

— No sé si se deba a esta enfermedad desconocida que hallaron en mí, pero... estos últimos días he estado pensando en... Cande.

Arqueando un ceja, se indagaba:

— ¿Tu ex pareja?

— Sí. Y quisiera... ir y hablar con ella.

— ¿Para qué?

— Charlie, no sé cuántos días me queden por vivir.

Con la desahuciadora sentencia, el hombre se puso de pie para abrazarlo y afirmarle:

— ¡Y yo te he dicho mil veces que voy a gastar hasta el último de mis centavos para que sean muchos y los pasemos juntos ¿me escuchaste?!

Aún así, el pesimismo hizo, que apartándose, se informara:

— Hasta hoy ningún doctor ha podido diagnosticarme qué es lo que tengo.

— Pero encontraremos al correcto y te dará la cura a eso que se adueñó de ti.

— Mis esperanzas de salvarme han ido disminuyendo; y en su lugar han venido los duros remordimientos y necesito hablar con ella para pedirle perdón por todo el mal que le causé.

Por instantes, los dos hombres se quedaron en silencio. Y aunque celos sintieron por aquel pasado, se inquiría:

— ¿Sabes dónde encontrarle?

Archivald sonriente informaba:

— Dando con Neil Legan es fácil dar con ella.

— Bien. Entonces ¿lo averiguas tú o lo hago yo?

— Hacerlo por teléfono o computador me distraerá un rato. No te molesta, ¿verdad?

— No, claro que no. Bueno, estaré abajo para cuando tengas los datos.

— Gracias.

Pero el cuerpo de aquél que se había propuesto buscar una salida, de repente se giró para decir:

— Sé que te lo digo todo el tiempo, pero quiero que sepas que eres muy importante para mí y que fácilmente no te dejaré ir.

— Yo lo sé — contestó Archivald; y para compensar la consternación a él fue para darle un beso y también un poco de amor.

Oculta PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora