Capítulo 8: Parte C

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Porque de mejor salud ya estaba su padre, Bob se presentó temprano a su negocio de antigüedades, sorprendiéndole que su trabajador estrella no estuviera en el lugar de siempre: detrás de un cristal esperando a que ella por una puerta apareciera.

Por otra, fresco y listo para trabajar, Terruce lo hizo.

Después de contestar los buenos días que se dedicó, se le preguntaba:

— ¿Está todo bien?

— ¿Por qué la cuestión?

— Porque ella...

— No está ahí — se informó al acomodarse una inseparable gorra.

— ¡¿Cómo?!

— Desde anoche se fue.

— Pero va a volver, ¿verdad?

— Espero que sí.

— ¿Quién volverá?

De Terruce, Jimmy, que entraba al local, no obtendría contestación, sino de Bob el cual nombraba a:

— Cande.

— ¡¿Es que se ha ido?! — consternación se hubo escuchado por parte del chico.

— Tal parece que sí.

— Pero ayer domingo sí salieron juntos, ¿cierto?

— ¡¿Cómo?! — hubo sido la reacción de Bob, el retrasado en noticias.

— Cande y Terruce tuvieron una cita. Asistió, ¿verdad?

— Sí, Jimmy. Y todo estuvo bien hasta que llegamos.

— ¿Qué pasó?

— La esperaba una visita que... la alteró muchísimo.

— ¿Supiste de quién se trataba?

— Sí.

— ¿Y? — Jimmy instó.

— Su ex esposo.

— ¡¿Quién dijiste?! — gritaron joven y adulto: uno porque desconocía que lo hubiera tenido, y el otro porque lo conocía muy bien; y a éste se le diría:

— Y él... venía con...

— ¡No me digas! — Bob verdaderamente se lo impidió.

El jovenzuelo, por su parte, querría saber:

— ¿Con quién venía?

— Con su esposa — dijo el patrón. Y para sacarlo de la conversación le ordenaba: — ¿Jimmy?

— Sí.

— ¿Por qué no vas de una vez al restaurante que está a cuadras de aquí, solicitas los almuerzos y los traes?

— Está bien — el chico contestó con cierta renuencia, pero advirtiéndole a su amigo: — Me contarás cómo te fue, ¿verdad?

— Sí, claro.

Con la promesa hecha, Jimmy salió del establecimiento. Y en cuanto lo hizo...

— ¿Qué me perdí? — preguntó Bob quedándose de pie junto a una elegante lámpara del siglo pasado.

— No mucho —, Terruce buscó asiento entre tanto mueble viejo.

— Pero en verdad ¿saliste con ella?

— Sí.

— ¿Y cómo lo conseguiste?

— ¿Con las ocurrentes ayudas de Jimmy?

Oculta PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora