Capítulo 6: Parte H

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Vida de Terruce desde su perspectiva

. . .

"De niño fui muy mimado por mi madre severamente reprendido por mi padre por lo mismo".

"Ella me sobreprotegía".

"Él, a mis tres años, ya quería hacer de mí: todo un hombre".

"Entre los dos se armaban grandes peleas y según yo entendía eran por mi culpa y comportamiento".

"Con el tiempo, me hice un niño más de mamá que de papá porque a ella la acompañaba hasta al sanitario; y cuando iba con mi padre, éste se enojaba o porque no jugaba con otros niños o porque no me gustaba enlodarme o porque lloraba cuando la pelota me pegaba. Pero pues si me dolía ¡era una lógica reacción de mi parte! que él no me perdonaba reprendiéndome duramente y no precisamente a base de golpes, pero sí con fuertes palabras".

"A los ocho años supe, porque lo averigüé, el significado de "maricón"".

"Y a la siguiente vez que él me llamó así, lo confronté y le dije que no volviera a llamarme de ese modo, porque... no porque yo fuera diferente, significaba que verdaderamente lo era".

"Demuéstramelo" me contestó; y yo estaba dispuesto a hacerlo, pero en ese momento mi madre llegó; y al estar peleando nuevamente con él, ella me abrazaba ¡tan fuerte! que yo sentía que no podía zafarme, ocasionando eso mi llanto frustrado y no lo que interpretó papá que dejó de discutir con ella para decirme a mí: "Ya ves que sí lo eres".

"Desde aquel momento mi vida cambió ¡odiándolos a los dos! pero no pudiendo hacer nada porque, según personas adultas que me rodeaban, eran mis padres, les debía respeto y ellos estaban al cuidado de mí".

"Yo no asistí a escuelas mixtas. Y cada verano iban a encerrarme a un campamento".

"Con tal de estar lejos de ese par iba ¡hasta gustoso! recibiendo ellos en las clausuras cuánto reconocimiento el lugar pudiera dar al ejecutar con éxito sus pesadas actividades al ser exclusivamente para hombres"

— ¿Por ejemplo dame una? — ella sí preguntó.

— Se tumbaba un árbol y con hachas se cortaba en pedazos para los que visitaban el campamento en invierno. Pero sufría bastante cuando se acercaba el tiempo de regresar a casa porque todo seguía igual.

"A los trece años, decidí poner fin a ese maltrato psicológico por parte de mis padres".

"Mi madre acabándose de mimos por los meses que no me hubo visto y yo viendo las miradas burlonas de mi padre".

"En el próximo campamento, me organicé con un amigo para escapar".

"Al segundo día de estar ahí, la llegada de un nuevo elemento lo hizo cambiar de idea".

"Como íbamos a juntar nuestros dineros, no pude hacerlo solo y tuve que quedarme encerrado hasta que mis padres fueran por mí, jurándote, Cande, que pedía que no lo hicieran. Que algo sucediera y nunca llegaran, pero dicen que los deseos de los idiotas, Dios no los concede y... yo era uno de ellos".

"Sin embargo, aquel nuevo elemento vino a ser mi salvación. Y al final de ese mismo verano, escapé de ahí y de la vida de mis padres"

— ¿Cómo lo hiciste? — la mujer seguía intrigada.

— Atravesando los bosques de la montaña y un lago hasta llegar a la carretera donde pedimos un aventón.

— ¿Y luego?

"Me fui a vivir con este amigo; y trabajando en lo que fuera con tal de sobrevivir".

"Felizmente lo hice por cuatro años".

"Pero en el quinto, ya estando listo para independizarme por completo de aquel buen camarada, mi vida, la que ya había tomado su curso normal, se vuelve a tambalear".

"Estoy trabajando en un bar, limpiando copas cuando él llegó. Ocupó una silla alta y me dijo que quería hablar conmigo".

"Le respondo que si era urgente lo hiciera ahí mismo o esperara hasta que terminara mi turno".

"Me contesta que nos vemos en la vivienda que compartíamos y así sucede".

"Yo al siguiente día me iba de ahí, y al estarle entregando las llaves y estrechando su mano me pidió que no lo dejara. Que él, desde que me vio en el campamento, se había enamorado de mí y que en todo ese tiempo que vivimos juntos, su amor hubo ido en aumento".

"Recuerdo que lo miré, pero en mi mente se agolparon todas las palabras de mi padre y sus risas burlonas".

"Según sé por él, quien no abusó de la condición en que me dejó al oír su proposición, perdí el color y la noción no sólo del tiempo ¡sino de todo!"

"Ya que hube reaccionado, le dije: "Estás bromeando, ¿verdad?" Él me contestó con "no" e hincándose frente a mí comenzó a decir tantas cosas que por poco y me convence porque salgo de ahí con el fin de pensarlo y regresar más tarde para darle una respuesta.

"Asimismo lo hago, ¿y cuál es mi sorpresa al llegar?"

— ¡¿Cuál?! — preguntó la curiosa.

— Lo encontré haciendo el acto con otro.

— ¡Júramelo! — Cande estaba para nada espantada, pero súper metida en su relato. — ¿Y qué hiciste?

— Tomé mis últimas pertenencias y salí de ahí de lo más tranquilo y afirmándome a mí mismo que eso que hube presenciado... al no excitarme, no era mi preferencia sexual.

"Sin embargo, años después de no haber visto a mis padres, me presento ante ellos".

"Dos puñetazos en el rostro fue el recibimiento de mi padre que me corrió de su presencia y de su casa, alcanzándome a decir mi madre de la comidilla que fueron víctimas por mi culpa".

"Aquella persona, del rechazo recibido, dentro de su comunidad que por supuesto salió de ahí, lloraba por un amor que después de haberlo tenido por cuatro años en su casa lo había abandonado sin decirle adiós".

"Yo por más que me defendí, mi padre no me creyó retándome a demostrarle lo contrario".

"El día que yo le lleve a mi esposa e hijos, ese día me perdonará la ofensa que según yo... le hice".

— Pero al no hacerlo ¿no haces que él siga aferrado a esa idea equivocada que tiene de ti?

— ¿Casarme con cualquiera sólo para darle gusto? No, Cande.

— ¿Ni siquiera para limpiar tu reputación?

— Por mí, puede y pueden pensar lo que quieran. Yo sé quién y qué soy; y también lo qué y a quién quiero para mi vida. Por eso, es que he esperado tanto tiempo porque supe que tarde o temprano la encontraría.

Para evadir su profunda mirada, Cande expresaba entre alagada y divertida:

— ¡¿Y decías que tu vida ha sido aburrida?!

— Bueno, tampoco emocionante es porque ha sido muy difícil no caer en la tentación.

— ¡¿A qué te refieres?! — Cande se sobresaltó.

— Ciertamente aquella confesión, me causó un trauma que ya venía arrastrando cuando mi mismo padre ponía en duda mi hombría.

— ¿Es decir...?

— Visito de vez en cuando al psicólogo.

— ¿En serio? Pues yo también lo visité, pero dejé de hacerlo. Prefiero hablar con Neil de mis problemas que tirar mi dinero. Pero, oye...

Ella se le acercó; y por la risita que le dedicaba, Terruce supo lo que le preguntaría sin saber que Cande ya sabía que su ex se había casado... más no con quién.

. . .

Once almas me acompañaron ésta vez, y a ellas ¡mil gracias!


Oculta PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora