Capítulo 6: Parte B

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Viernes había amanecido nublado. Y para trabajar y después asistir a la fiesta de cóctel, Cande vestía esa mañana —al transitar por la avenida en busca de la estación de autobús que nuevamente la llevaría a Manhattan—, un traje sastre de dos piezas color navy, zapatillas, bolso y accesorios plateados.

Terruce estaba impresionado de lo bien que ella se veía en pantalones; además, ese peinado recogido alto que dejaba caer en una cascada sus mechones rizados, le daba un aire ciertamente informal y juvenil, siendo eso y otras cositas más que él estuviera perdidamente enamorado de ella, la cual con elegancia, seguridad y seriedad pasaba en ese momento frente al local.

Ya sabiendo que él pudiera estarle mirando, Cande, sin quitar su mirada frontal, sonrió bonitamente esperando que él entendiera la dedicación que el transeúnte contrario lo creyó para él y que descarado se giró para posar sus ojos en el cadencioso caminar femenino.

Ignorando el piropo de mal gusto que ese hombre le lanzara, la mujer siguió su andar, sintiéndose Terruce, debido a la distancia, enojado de no haber podido ir y poner en su lugar al mentecato ese que también continuó su camino.

Diciéndose que aquello pronto iba a acabar al tener Cande quién respondiera por ella para que ningún patán volviera a mirarle ni faltarle el respeto de esa manera, el técnico se dispuso a trabajar. 

Oculta PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora