Capítulo 15: Parte C

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En lo que fue un segundo, por la mente de Neil desfilaron millones de imágenes vividas a su lado, conteniendo éstas las de sus llantos, sus consolaciones, sus peleas, sus infortunios, sus sonrisas y sus momentos divertidos que... a la simple idea de perderla por completo, ya que al defender a Terruce de esa manera lo estaba haciendo, frente a las amenazantes palabras de Cande que seguía mirándolo fiera y retadoramente, el corazón de Legan comenzó a llorar; y antes de que sus lágrimas salieran a brote, aclarándose la garganta quiso saber con respecto a terminar con su amistad:

— No estás hablando en serio, ¿verdad?

Cande sonaría seria al contestar:

— Tanto como lo fue tu absurdo consejo de aceptar la propuesta de Anthony Andrew.

— Yo lo sugería porque...

Los celos que no lo abandonaban, harían que Legan atacara de nuevo:

— ¡Honestamente no creo que Terruce esté en posibilidades de darte una vida como tú te mereces!

— ¡Neil! —, Cande dejó escapar una risita ciertamente burlona. — ¿Y tú, cómo sabes eso?

— Porque... —, el menosprecio no tardó en aparecer: — ¡¿qué tanto puede ganar como un sencillo radiotécnico?!

— ¡Lo que sea! —, a ella no le importaba sino: — Yo interiormente estoy sintiendo que puede hacerme muy feliz —, y lo demostró al reafirmar: — ¡En sí, me hace feliz el simple hecho de pensar en él!

Neil no cedería fácilmente y volvería a decir para hacerla titubear:

— ¿No estarás confundiendo la felicidad con el deseo carnal? ¡Porque lo que veo es que estás deslumbrada por él!

— Y si así fuera, ¿qué? —, ante sus ojos y de muchos, el hombre era bello. — Tú mismo lo dijiste, estoy teniendo un momento de diversión a su lado; pero dentro de esta aventura hay algo que percibo de él y eso es amor. Un amor que con nadie más he compartido y que se ha declarado sólo para mí, Neil.

Él lo aprovecharía para confesar:

— También tienes el mío.

— Lo sé; pero lo que yo siento por ti es diferente. Y no puedo corresponder como tú quisieras; además, de que nuestros caracteres no son compatibles y en lugar de hacernos bien como pareja terminaríamos haciéndonos mal y con nuestra amistad. Pero si ésta a ti no te importa y tanto quieres el dinero, soy capaz de ir allá y decir acepto.

Frente a su sacrificio y firme decisión lo haría preguntar:

— ¿Y Terruce?

— Ya convertida en viuda negra y millonaria, regresaría para buscarle y quedarme con él.

A lo que hubo sido broma de Cande, Neil respondía así:

— ¡Qué pensamiento tan maquiavélico! ¿A quién se lo heredaste?

— Nada menos que a mi amigo Legan. ¿O no era eso lo que justamente pretendías al sacarme como lo hiciste para sugerirme tal cosa?

Soltándose a carcajadas, el abogado la abrazó fuertemente; y aunque le dijo que "no", Cande poco le creyó.

Ya pasada su histeria, ella se separó para decirle:

— Bueno, yo me voy al hotel porque sí necesito saber si Terruce ya se ha comunicado. Tú mientras tanto regresa a ellos y dales mi respuesta al no estar para nada interesada en la propuesta extendida. Con respecto al dinero...

Ella levantó la mano para acariciar la mejilla de su amigo.

— Si se conforma con el veinticinco por ciento o pelea por más, dependerá de mi representante legal, ya que de lo que resulte, la mitad será para él.

Oculta PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora