Capitulo 105: Refuerzos

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El espacio sobre el sistema Haland se llenó de un resplandor violento cuando las naves de la Confederación de Comercio comenzaron a estallar una por una. La batalla había comenzado con una fuerza arrolladora, cuando la flota de refuerzos, compuesta por 28 naves de guerra lideradas por el Almirante Keller Oron, salió del hiperespacio directamente sobre el campo de batalla. Frente a ellos, 12 fragatas clase Munificiente intentaban reorganizarse para enfrentar la nueva amenaza, pero la reacción rápida y calculada de Oron selló su destino.

En cuestión de minutos, el orden imperaba entre las filas de las fuerzas de la Confederación. Los Venator de Oron, alineados en formación de ataque, lanzaron una andanada devastadora de fuego concentrado. Cañones láser pesados y turbolásers de alta potencia surcaron el vacío del espacio, atravesando los escudos de las Munificiente como si fueran de papel. Cada explosión iluminaba brevemente el espacio, marcando la destrucción de otra nave enemiga. Las fuerzas de la Confederación, superadas y sorprendidas, no tuvieron tiempo de reorganizarse antes de que las últimas naves fueran reducidas a escombros flotantes.

Desde el puente de mando de su nave insignia, el "Resolute," el Almirante Oron observaba los resultados con satisfacción contenida. Sabía que aún había mucho por hacer.

—"Desplegad todas las fuerzas aéreas,"— ordenó con una voz que resonaba con autoridad. —"Quiero que cada Ala-X y Ala-Y esté en el aire y cubra el descenso de nuestras fuerzas planetarias. No podemos permitirles recuperarse."

En respuesta, los hangares de las 28 naves se abrieron en un despliegue coordinado y disciplinado. Los Ala-X fueron los primeros en lanzarse al espacio, formando escuadrones letales que se dispersaron en diversas direcciones para cubrir los flancos. Los Ala-Y, más pesados y lentos pero cargados con armamento destructivo, los siguieron de cerca. Al mismo tiempo, las cañoneras LAAT comenzaron a alinearse en las plataformas de despegue, sus motores rugiendo al unísono.

—"¡Vamos, vamos, vamos!"— gritaban los oficiales en los hangares, mientras los soldados de asalto y las unidades de élite cargaban en las cañoneras. En cuestión de minutos, una oleada de naves comenzó a descender hacia la atmósfera de Haland.

El cielo sobre la capital del planeta, Helios Prime, se iluminó con el fuego cruzado entre los Ala-X y los droides Buitre. Los cazas de la Confederación intentaron desesperadamente detener la llegada de los refuerzos, pero los Ala-X, más ágiles y pilotados por veteranos curtidos en combate, no dieron cuartel. Las explosiones comenzaron a llenar el cielo cuando los droides fueron derribados uno tras otro, despejando el camino para el descenso de los LAAT y los bombarderos Ala-Y.

Mientras tanto, en la superficie, la situación era desesperada. Los soldados de la 7ma División Planetaria, agotados por semanas de combates ininterrumpidos, se aferraban a lo que quedaba de sus posiciones en las trincheras externas de Fortaleza Nova, una estructura clave que protegía el acceso a la capital. Los ataques constantes de la Confederación habían reducido sus números y sus defensas estaban a punto de colapsar.

Pero entonces, el sonido característico de los bombarderos Ala-Y resonó en el aire. Los soldados alzaron la vista y vieron cómo los bombarderos se alineaban para un ataque decisivo. Con precisión quirúrgica, lanzaron sus bombas de protones sobre las posiciones enemigas en la retaguardia, destruyendo vehículos blindados, artillería pesada y concentraciones de tropas. Las explosiones sacudieron la tierra y una oleada de alivio y júbilo recorrió las filas agotadas de los defensores.

—"¡Carajo, lo logramos!"— gritó uno de los soldados, levantando su rifle en señal de victoria mientras las explosiones barrían al enemigo. Otros lo imitaron, soltando gritos de celebración a pesar del cansancio, mientras los Ala-Y pasaban por encima, dejando tras de sí una estela de destrucción y victoria.

No mucho después, el cielo sobre Helios Prime se oscureció momentáneamente con la sombra de los LAAT que descendían en formación cerrada. Las cañoneras rompieron los cielos humeantes y comenzaron a aterrizar en lo que quedaba del puerto espacial principal, ahora en ruinas, pero aún operativo. A pesar de las columnas de humo que se alzaban, las cañoneras aterrizaron una tras otra, desplegando rápidamente a sus unidades de élite. Los soldados descendieron con eficiencia, asegurando la zona y comenzando a descargar suministros vitales para la asediada ciudad.

Al mismo tiempo, los cruceros clase Aclamator rompieron la atmósfera y comenzaron su descenso en las zonas seguras, lejos del frente de batalla. Desde sus bodegas, se desplegaba el grueso del ejército, incluidas unidades mecanizadas y vehículos blindados que pronto estarían en las líneas de combate, reforzando las defensas y asegurando los avances.

La llegada de los refuerzos había cambiado el curso de la batalla en Haland. Lo que parecía ser una derrota inminente se convirtió en una contundente victoria. Con las fuerzas de la Confederación en retirada y los soldados de Haland celebrando entre las ruinas, la guerra en ese sistema aún no había terminado, pero la victoria de ese día aseguraba que la lucha continuaría con renovada esperanza y fuerzas revitalizadas.

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